Merkel y Hollande logran que Tsipras acepte un pacto más duro
El acuerdo incluye la creación de un fondo de privatizaciones para recapitalizar los bancos y pagar la deuda
Claudi Pérez /
Lucía Abellán
Bruselas
13 JUL 2015 -
“Estamos listos para iniciar las negociaciones para el rescate. No
habrá Grexit”. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el
presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, han anunciado al
filo de las nueve de la mañana, tras 17 horas de cumbre, un acuerdo con Grecia por unanimidad sobre el tercer rescate.
El pacto abre la puerta a que el BCE mantenga la liquidez de emergencia
a la banca griega. El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha
explicado que Grecia
aprobará leyes en las próximas 48 horas, endurecerá sus propuestas en
pensiones, mercado laboral y otros asuntos, y finalmente acepta un fondo
de privatizaciones, que permitirá recapitalizar los bancos y pagar la deuda.
Europa debe aclarar aún cuál será exactamente la participación
europea en la financiación puente, ante las graves dificultades del
sector financiero griego con el corralito y la falta de fondos para
pagar un vencimiento de deuda al BCE el día 20 de julio por importe de
unos 3.500 millones de euros. Pero Dijsselbloem ha avanzado que se usará
ese fondo, con los activos vendibles de Grecia, para obtener dinero de
inmediato. Eso, siempre que el Parlamento griego legisle en los dos
próximos días las medidas más inmediatas.
El texto acordado esta mañana por los líderes de la eurozona es
implacable con Grecia: comienza constatando "la necesidad crucial de
reconstruir la confianza con las autoridades griegas" como requisito
para cualquier rescate e impone durísimas condiciones para lograrlo.
Entre ellas, una consulta previa con las instituciones europeas para
cualquier ley que quiera aprobar Atenas "en áreas relevantes" y la
necesidad incluso de revertir legislaciones ya aprobadas desde
principios de año, a excepción de las vinculadas "a la crisis
humanitaria" que vive el país. Europa no se fía y así lo deja claro en
las siete páginas del compromiso rubricado este lunes, con múltiples
cautelas para firmar el ansiado rescate.
Una de las claves del acuerdo -y de las más difíciles para digerir
por parte de Grecia- es el fondo de privatizaciones, que ascenderá a
50.000 millones y ha sido el motivo del retraso en el acuerdo. Incluirá
todo tipo de activos, incluidos posiblemente los bancos. "Nada habría
sido peor que humillar a Grecia esta noche", ha dicho el presidente
francés, François Hollande. Pero Berlín ha llegado a presionar con una
salida de Grecia del euro si no había pacto. Y Atenas se ha visto
forzada a aceptar ese fondo de privatizaciones, que nace cargado de
polémica: no hay apenas precedentes en Europa, y supone una especie de
aval que se exige a Grecia a cambio del tercer rescate. La titularidad
del fondo será griega, pero estará supervisado por las instituciones
europea.
A cambio de esas formidables concesiones, la canciller Merkel
ha asegurado que una vez que Grecia demuestre que cumple lo acordado
habrá reestructuración de deuda: básicamente, una ampliación de los
plazos de devolución. "En ningún caso habrá quitas", ha dicho Merkel
ante la prensa europea y tampoco reestructuración de deuda hasta el
primer examen del rescate.
La canciller Angela Merkel ha asegurado que Grecia "ha mostrado su
disponibilidad a acometer recortes y reformas". "Lo importante ahora es
poner en marcha lo acordado rápidamente. Hay que recuperar la confianza y
para ello Grecia tiene que hacer suyo el acuerdo". Alemania ha apuntado
que el FMI seguirá a bordo en el tercer rescate griego,
y que Atenas se ha comprometido a activar cambios en el sistema de
pensiones y el resto de medidas prioritarias. El Eurogrupo dará al
mecanismo de rescate la señal para iniciar la negociación del rescate, y
varios parlamentos nacionales, incluido el Bundestag, votarán entonces.
“Grecia tiene una oportunidad de enderezarse. Y el acuerdo evita las
consecuencias políticas que habría tenido la falta de resultados de la
negociación”, ha asegurado ante la prensa el presidente del Consejo
Europeo –representa a los Estados miembros-, Donald Tusk. “La Comisión
Europea no ha dejado de insistir en que no habría Grexit; estamos
satisfechos”, ha añadido el presidente de la Comisión, Jean-Claude
Juncker, uno de los pocos defensores claros durante todo el proceso de
la necesidad de pactar con Grecia. “Dije que la situación sería más
difícil después del referéndum y se ha demostrado que es cierto. Pero lo
alcanzado es un compromiso; no hay ganadores ni perdedores. No creo que
los griegos se sientan humillados ni que los otros socios hayan perdido
la fe. Es el típico compromiso europeo”, ha considerado Juncker.
Don DeLillo define la política como “un asunto de hombres reunidos en
cuartos”. Y sin embargo la pasada madrugada la política europea giró
alrededor de una mujer, la canciller Angela Merkel, que llevó la voz
cantante en una de las noches europeas más largas y dramáticas de los
últimos tiempos. 17 horas de reunión después, Berlín selló un acuerdo
que exige un altísimo precio a Atenas para seguir en el euro. El primer
ministro Alexis Tsipras debe aprobar varias leyes en las próximas 48
horas. Se le reclaman medidas más duras en el mercado laboral, en las
pensiones, en todos los asuntos que hace solo unos días eran líneas
rojas infranqueables. Y los socios, sobre todo, instan a Grecia a crear
un fondo bajo supervisión europea con los activos privatizables para,
una vez se vendan, reducir la deuda, en una propuesta inédita que
levantó una suerte de sentimiento de humillación en Atenas.
Tsipras, además, no se librará de la presencia del FMI, que será
parte también de este tercer rescate griego. Para suavizar todos estos
reveses, Grecia obtiene dos medidas paliativas: la mención escrita, por
primera vez en este proceso, a la reestructuración de la deuda y la
inclusión de un paquete de 35.000 millones de euros para fomentar el
crecimiento y el empleo a cuenta de la Comisión Europea durante los
próximos tres o cinco años. En el alivio de deuda queda claro, en todo
caso, que no habrá quitas, sino prolongación de los plazos de pago y
periodos de gracia.
A cambio, Grecia evita la salida del euro y obtiene luz verde para negociar los pormenores de un rescate por tres años y unos 50.000 millones de euros.
Y evita la bancarrota de sus maltrechos bancos, que amenazaba con
llevarse por delante al país entero y que, a la postre, se han
convertido en el talón de Aquiles que ha obligado a Tsipras a capitular y aceptar mucho más castigo de lo que pensaba hace dos semanas. El Gobierno griego rompió hace poco dos semanas las negociaciones. Convocó y ganó un controvertido referéndum contra la propuesta europea de entonces. Se vio obligado a decretar un corralito y controles de capital
ante la rápida huida de depósitos en sus bancos. Y, finalmente, apenas
15 días después de esa decisión, capitula y se ve obligado a aceptar
condiciones mucho peores.
Berlín se ha cobrado la afrenta que supuso el referéndum, unas
negociaciones interminables y algunas declaraciones subidas de tono. Impuso exigencias mucho más duras de lo esperado,
y llegó a incluir la posibilidad de una salida temporal de Grecia del
euro, que acabó retirando cuando Tsipras se avino a pactar con los
socios. A cambio, además de esos 50.000 millones en créditos baratos, se
lleva la promesa del BCE de mantener con vida a los bancos, y un
documento en el que Europa ofrece la ansiada reestructuración de deuda, a
la vista de que a Grecia le es imposible pagar. El FMI seguirá a bordo.
Y Grecia consigue metas fiscales más holgadas que en el anterior
rescate, pero aun así se verá obligada a aprobar recortes adicionales a
la vista de que la economía se ha parado en seco con el corralito:
podría llegar a caer el 4% este año. Las necesidades financieras se han
ido agrandando en los últimos días y ascienden a casi 90.000 millones de
euros.
Y la saga griega no ha acabado. En los dos próximos días, el
Parlamento tendrá que legislar a través de decreto-ley las medidas
prioritarias. Si eso ocurre, el miércoles el Eurogrupo dará un mandato
al mecanismo de rescate (Mede) para acabar de negociar las condiciones
del Memorando de Entendimiento del tercer rescate. Ese proceso, que
suele durar en torno a dos meses, se comprimirá a apenas dos semanas,
ante la situación de emergencia financiera en Grecia. Y aun así no está
claro cómo Atenas podrá hacer frente a un pago de 3.500 millones del BCE
el 20 de julio: los socios tienen que diseñar –probablemente hoy, en un
nuevo Eurogrupo, el enésimo de esta semana— la financiación de
emergencia para evitar un impago al Eurobanco.