sábado, 30 de enero de 2016

¿“Demora” o total incomprensión ? Verguenza !


 Ni pechos ni genitales: tapan estatuas clásicas en Roma por visita de presidente de Irán





NOTA DEL BLOG - In Memoriam Denis Diderot y barón Thiry d´Holbach

En una rápida lectura, es dificil no estar de acuerdo en la mayoria de las cosas que Aguinis denuncia en el articulo siguiente. Pero más difícil aún es conformarse con la idea de que hay una simpre “demora” en Occidente en comprender la amenaza fundamentalista.
Hace algo menos de dos días, el gobierno italiano y. (desde luego, cuando no!) el Vaticano, le infringieron a la cultura occidental una infame humillación que los fundamentalistas islamicos todavía festejan.
Escondieron, para que el señor Hasan Rouhani “no se molestase”, los desnudos femeninos en los museos italianos que este personaje visitó. No mucho mejor estuvo Francia que, ante “el problema” de que hubiese vino en la cena protocolar, y el insigne invitado, nuevamente “se molestase”, el gobierno transformó ignominiosamente la cena en un “goûter”.
Por enésima vez, en estas marginales pero altamente sintomáticas concesiones, Occidente demuestra que ha perdido filosóficamente el rumbo de manera alarmante. “Ocultamos” nuestra cultura, nuestro arte y nuestro valores ante el Sátrapa que dirige una teocracia totalitaria siniestra. Escudados en la patética excusa del protocolo renegamos abiertamente de nuestros valores porque, habiendo aceptado, de motu propio y desde hace ya mucho tiempo, que era más “progresista” el “multiculturalismo” que la defensa de una cultura moderna racionalista, que era más “progresista” el relativismo cultural que el universalismo racionalista que Occidente construyó en la Ilustración, que era mas “popular” una patota religiosa, sindical, corporativa o sectorial que una ciudadanía integrada por individuos racionale: ante esta debacle ética qué importancia tiene el horror al que acabamos de asistir en este viaje “europeo” del Sr. Rouhani !
Que sepamos nunca se molestó la delicada “alma” del Sr. Rouhani -(como tampoco se molestó autoridad alguna de la Satrapía Saudi)-, al ordenar la ejecución de mujeres a pedradas, la muerte de hombres que tuvieron el coraje de reclamar derechos elementales, ni le tembló la mano para financiar a los terroristas de Hizbollah y Hamas -(como tampoco les tiembla la mano a los Saudies para financiar a ISIS y sucursales)-, y los ejemplos de Siria, Africa central o el Magreb señalan que los fundamentalistas no sólo no ocultan sus propios “valores”: están propagandeando abiertamente su barbarie por que tienen como objetivo destruir la civilización occidental. Y están siendo eficaces en el convencimiento de jóvenes europeos con su propaganda. Igual procedieron Hitler, Stalin, Mussolini, Pol Pot, etc.
Ante esta inadmisible atropellada, Occidente “esconde” aquello que pueda “molestar” a los financiadores y comanditarios de la barbarie fundamentalista.
El Papa, Hollande, Renzi o Valls, ¿ interrogaron a Rouhani sobre la violación sistemática de los Derechos Humanos en Irán? ¿Le señalaron la “molestia” cultural, ética y política de Occidente por los centenares de miles de asesinatos iraníes llevados a cabo en ese país desde 1979 hasta la fecha? ¿Le recordaron que hay otros cientos de miles de iraníes “pensantes” que huyeron y huyen cotidianamente de su país y que seguramente seguirán huyendo por el horror fundamentalistacotidiano al que se ven sometidos? ¿Le dijeron a Rouhani que Irán y Arabia Saudita (y tantos otros) están financiando (y a veces realizando) el exterminio, en primer lugar, de cientos de miles de musulmanes que mueren “como moscas” -(esa es, mas o menos, la importancia del individuo en el mundo islámico)- en atentados, ataques, operaciones suicidas demenciales, etc.? Permítasenos dudar.
Hasta ahora, la Modernidad Occidental es la única propuesta cultural que desde el siglo XVIII, y particularmente desde 1789 en adelante, proclamó y se preocupó por los Derechos del Hombre y del individuo desde una perspectiva radicalmente universal. Nadie nos convencerá de apartarnos de esa ancla fundamental de nuestra civilización. Menos que nadie las objeciones de religión alguna porque el Occidente Moderno hubo de construirse contra la opresión de la Iglesia Católica y la de las Iglesias Reformadas. Desde luego que no faltará, además, la crítica, sistemática, de “la izquierda regresiva” que ha inundado la agenda, desde la instauración de la Posmodernidad, con relatos cuya intención es “cuestionar a Occidente” -(sea desde “el Volk”, sea desde “Le Quartier Latin”, sea desde Cuba, sea desde el “jet-set”)-  y estar siempre dispuesta a proclamar la superioridad moral de Maduro sobre Obama, la superioridad cultural de los hotentotes ante el Renacentismo o la razón “social” del Chapo Guzmán sobre las autoridades legítimas.
Desgraciadamente, no solo hay demora: hay un inadmisible renunciamiento en la defensa de nuestra ética y de nuestra cultura.
Por último, como ilustra en su anécdota y conocida mención de manera inicial Marcos Aguinis, el problema no es un problema que ataña solamente a los judíos ni es un problema de Israel como termina insistiendo Aguinis: el problema no es de ninguna religión, ni “colectividad”, ni “creencia”. El problema es de la Humanidad.

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Prédicas de odio y de muerte

La demora de Occidente para entender la magnitud de la amenaza fundamentalista alienta el avance de los fanáticos, cuyo mensaje se propala al amparo de instituciones educativas, mezquitas y medios de comunicación
LA NACION







Se atribuyó a Bertolt Brecht un poema que en realidad compuso el pastor protestante Martin Niemöller: "Vinieron por los judíos,/ pero como yo no lo era, no me importó./ Vinieron por los comunistas,/ pero como yo no lo era, no me importó./ Vinieron por los curas,/ pero como yo no lo era, no me importó./ Por último vinieron por mí, y ya fue tarde".







En enero de 2011 publiqué en este diario un texto titulado "El cristianismo, objeto de persecución", en el que describí la agresión contra una iglesia copta de Alejandría que dejó varias decenas de heridos y muertos. También denuncié las incontables agresiones que se venían cometiendo contra instituciones y creyentes cristianos desde el océano Índico hasta el Atlántico.



Mientras, las Naciones Unidas, donde están representados los gobiernos que rigen países en los que gusta hacer correr la sangre de los "infieles", nada decían ni hacían. En todo el Medio Oriente disminuye de forma continua la cantidad de cristianos, mientras aumenta en Occidente la de musulmanes, muchos de ellos cargados de odio a la civilización occidental. En Arabia Saudita está prohibido construir la más modesta de las iglesias o exhibir una cruz. Tampoco se permite exhibir símbolos cristianos en la Franja de Gaza. Mediante artilugios electorales, la Autoridad Palestina desplazó al intendente cristiano de Belén. En Paquistán rige la ley contra el delito de "blasfemia", un término vago que puede endilgarse por una mínima reflexión sobre el Corán. Dos jóvenes cristianos de la ciudad de Ahwali iban a ser quemados vivos por causa de semejante atrevimiento.

Los medios de comunicación comenzaron a difundir imágenes de decapitaciones y crucifixiones realizadas por el terrorismo islámico. Manifiesto mi tristeza por el largo tiempo que les llevó animarse. Las desproporcionadas represalias inhibían a fotógrafos y corresponsales. Incluso perdura el miedo a reconocer que estamos en otra guerra mundial, como manifestó el papa Francisco. Este mismo papa, hace pocos días, fue explícito durante su visita a la Sinagoga de Roma. Dijo sin medias tintas que es inaceptable practicar la violencia en nombre de la religión. Que lo haya manifestado en ese lugar era un claro mensaje a la sistemática prédica del odio y de la muerte que se realiza desde incontables instituciones y mezquitas.



Imanes y líderes islámicos llaman a la "guerra santa contra judíos y cruzados". Lo hacen de forma abierta, insistente. Empezaron con los judíos -como en las palabras de Martin Niemöller-, ahora siguen con los cristianos. Su objetivo es una utopía arcaica: islamizar el planeta. Su espíritu vive en el siglo VII, cuando semejante delirio era creíble.

Un error difundido es que el único malo de la película se llama ISIS o Estado Islámico. No es cierto. Su inevitable derrota no significará el fin del terrorismo. El Medio Oriente es un caos de enfrentamientos con muchos protagonistas. Liquidar a uno de ellos no significará acceder a la paz.



Se pueden discutir de forma interminable causas y efectos, antagonismos o armonías, pero el fuego que alimenta el terrorismo actual se nutre de algo más profundo que una demanda de territorio o la competencia por el poder. El alucinante terrorismo de nuestro tiempo es producto de una educación fijada en los aspectos belicosos del islam, no en sus mensajes llenos de amor y solidaridad. Multitudes enormes se arrojan al abismo cuando son hipnotizadas con el anzuelo tanático. Esto lo sabía muy bien Joseph Goebbels. Lo practicó el nazifascismo. Lo practicaron el estalinismo y el maoísmo. Y ahora lo practica el islamismo fundamentalista.

Durante mucho tiempo se toleró -y hasta se celebró- la deslegitimación del Estado de Israel. En lugar de reconocerse sus méritos extraordinarios por mantener incólume la democracia y el pluralismo pese a ser hostigado y calumniado sin pausa por un mar de países hostiles, se permitió que creciera una nueva forma del milenario antisemitismo bajo el ropaje del antiisraelismo o antisionismo. Muchos ingenuos caen en la trampa. Del mismo modo funcionó la milenaria acusación de deicidio, el envenenamiento de los pozos de agua, Los Protocolos de los Sabios de Sión, Mein Kampf y demás infundios machacados siglo tras siglo.

La lista de ataques contra la civilización y los derechos humanos que realizan los terroristas islámicos ingresa en el rubro de las pesadillas. No sólo mata, humilla y oprime, sino que se deleita en destruir los monumentos históricos. Y la mayor parte de la humanidad, en vez de combatir esta epidemia como se debe -de modo franco, coherente, sistemático-, prefiere la negación, la espera, la excusa. En vez de confiar en Churchill, nuestro mundo prefiere a Chamberlain.

Es imposible condensar en un artículo todo lo que ya se conoce sobre la prédica del odio y el elogio de la muerte que fogonea al terrorismo islámico. Aleja las posibilidades de negociaciones serias e impide la convivencia.

Citaré sólo algunos ejemplos vinculados con el uso distorsionado de la llamada "causa palestina". Un entusiasta video oficial de Al-Fatah, organización que sostiene a la Autoridad Palestina, canta que a los israelíes "se los debe encerrar, hundirlos en un mar de sangre y matarlos como sea". Palestinian Media Watch reporta que en la educación palestina primaria se elogia la violencia y se glorifica a los terroristas. Los niños participan en procesiones con armas de juguete e imitación de cinturones suicidas, sin que el gobierno palestino manifieste en ningún momento su desaprobación.

Rajoub, líder de Al-Fatah, afirmó que los terroristas que asesinan civiles israelíes son héroes. Abbas Zaki, por su parte, agrega que "Alá ama a los jóvenes palestinos que matan israelíes; piedras y cuchillos son nuestra resistencia pasiva. Ellos eligen el martirio, marchan por su propia voluntad en el iluminado sendero que lleva al paraíso". En la TV palestina oficial se transmiten narraciones que demonizan a los judíos. Una reciente se titula: "La traición ha sido inherente a los judíos desde los tiempos de Moisés". La custodia presidencial de Mahmoud Abbas emitió este comunicado: "Rieguen el olivo con vuestra sangre". El secretario general de Al-Fatah añadió: "Veneren la sangre de los mártires". Mártires son quienes asesinan, para luego acceder al paraíso.

El resultado de la permanente enseñanza en favor del odio y de la matanza de judíos puede verse en un informe de Palestinian Media Watch, según el cual dos tercios de la población están en favor de los asesinatos, el martirio y demás instrumentos del terrorismo islámico. También estimula el rechazo a negociaciones de paz con Israel y los encuentros entre ambas comunidades. Mientras, en el mundo no se escuchan reproches contra la Autoridad Palestina por semejante conducta.

El colmo ocurre cuando padres y madres manifiestan su alegría porque su hijo muere tras asesinar judíos. Un joven palestino de 16 años mató en la localidad de Otniel a una mujer embarazada delante de sus hijos y luego se realizaron manifestaciones de regocijo.

Basta con molestarse en investigar un poco y aparecerán las fuentes del horror que ahora se expande. El odio y el elogio de la muerte alimentan a las diversas organizaciones que hacen pedazos a comunidades enteras. Los líderes políticos y religiosos vinculados con el fundamentalismo islámico son responsables. Elogian el martirio. Dicen que está bien matar y está bien hacerse matar. Su alienación no les permite concentrarse en la frase que encabeza cada una de las suras del Corán referidas a Alá como el clemente, el misericordioso. No enseñan a practicar esas virtudes, sino las contrarias. Estos maestros del mal deberían ser estigmatizados por cada musulmán lúcido y valiente. Es su turno, antes de que también vengan por ellos... y sea tarde.






domingo, 17 de enero de 2016

Angela Merkel...



Resultado de imagen para foto de Angela Merkel





La terapeuta de Alemania
DIEGO ÍÑIGUEZ
11/01/2016 


Canciller desde hace diez años, Angela Merkel se encuentra en el cénit de su poder en Alemania y en Europa. ¿Podrá mantenerse en la cumbre o ha empezado ya su decadencia? ¿Podría llegar a presidir una Europa más unida? Y, sobre todo, ¿cómo ha llegado a convertirse Angela Kasner, hija del pastor luterano de una pequeña ciudad de la República Democrática Alemana (RDA), en la canciller Merkel, la mujer más poderosa de la Tierra?
La primera canciller de la República Federal Alemana (RFA), se crió en la Alemania rival, la RDA, sin meterse en política hasta la caída del muro de Berlín. Nació en Hamburgo en 1954, hija de un pastor protestante que se trasladó pocas semanas después con su familia a la Alemania del Este. Pasó su niñez en Templin, una ciudad gris de 15.000 habitantes en el Estado de Brandenburgo –que, según el cabaretista berlinés Lüdecke, ha sido abandonado por los humanos a los lobos y los jabalíes–. Bien integrada en el colegio, la pequeña Angela destacó en matemáticas y ruso, lengua en la que habla con Vladimir Putin (jefe de la estación del KGB en Dresde entre 1985 y 1990).
Merkel estudió Física en la universidad Karl Marx de Lepizig entre 1973 y 1978, fue investigadora en el campo de la Física-Química en la Academia de Ciencias de la RDA y se doctoró en 1986 con una tesis sobre el cálculo de las constantes en la velocidad de las reacciones de los hidrocarburos sencillos. No es la biografía de una opositora al régimen comunista: estudiar en la universidad, y más siendo hija de un pastor protestante, requería una cierta prueba de lealtad. Un velo de misterio corre sobre la eventualidad de que ampliara estudios en Moscú. Y sus biógrafos debaten sobre el alcance de su militancia en la FDJ, la Juventud Comunista vinculada al SED (Partido Socialista Unificado de Alemania), el partido reinante en la RDA, durante sus años en la Academia de Ciencias: hizo labores culturales, dicen sus colaboradores y acepta Stefan Kornelius; fue secretaria de Agitación y Propaganda, denuncian biógrafos menos complacientes. Curiosamente, su defensor más eficaz ha sido Gregor Gysi, el portavoz de La Izquierda, un partido formado por la unión del antiguo SED con grupos de izquierda de la Alemania del Oeste: no hay que sobrevalorar esas funciones en la FDJ, “Merkel llevó una vida francamente normal en la RDA, con todos sus tonos de grises”.
La iglesia luterana ha solido llevarse bien con el poder: desde luego, en su origen; siempre, durante el reino de Prusia; con dificultades, pero sin quedar proscrita, en la RDA. Entre los disidentes de la Alemania Oriental hubo un número considerable de pastores, teólogos y cristianos comprometidos: por ejemplo, Joachim Gauck, que fue pastor en Rostock, luego director de la oficina que gestionó los archivos de la Stasi (el ministerio de Seguridad de la RDA) tras la caída del muro y es hoy el presidente federal de Alemania. No fue el caso de Merkel, ni de su familia: la comparación con los disidentes que se enfrentaron al ostracismo, a largas penas de prisión –en los tiempos peores, en la Unión Soviética, como el padre de Gauck– y a la imposibilidad de estudiar da qué pensar. Merkel, ya canciller, hizo lo que pudo por evitar que Gauck fuera el elegido.
Merkel saltó a la política tras la caída del muro, a los 35, una edad a la que la personalidad ya se ha consolidado. Se afilió primero a Resurgimiento Democrático, uno de los muchos grupos que desaparecieron tras las elecciones de marzo de 1990 –las únicas libres de la RDA–, en las que arrasó la rama del Este de la Unión Democristiana (CDU) gracias al respaldo del canciller federal Helmut Kohl y a su programa de reunificación rápida. El volumen de la victoria democristiana (más del 41% de los votos) dejó fuera de la política a la mayoría de los disidentes durante la RDA y a numerosos grupos que defendían “una sociedad diferente”, ni comunista ni capitalista –entre ellos a Resurgimiento Democrático, que obtuvo un 0,9% de los votos. Uno de los principales ministros de Merkel sigue siendo Thomas de Maizière, primo de Lothar de Maizière, el único y breve primer ministro democrático de la RDA, que tomó a Merkel como colaboradora de su equipo de prensa por consejo de aquel.
Merkel ascendió vertiginosamente por la jerarquía democristiana en la Alemania (re)unificada: miembro del Bundestag desde 1990, fue ministra federal de Mujeres y Juventud entre 1991 y 1994, ministra federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad de los Reactores Nucleares entre 1994 y 1998 y secretaria general de la CDU entre 1998 y 2000, siempre con el apoyo de Kohl (se le llamaba en esos años “la niña de Kohl”).
Alcanzó la presidencia del partido gracias a su extraordinaria habilidad táctica, o a su intransigente defensa de la legalidad, en la crisis que estalló en noviembre de 1999, cuando Kohl, ya en la oposición, reconoció haber recibido donaciones ilegales para la CDU y se negó a descubrir a los donantes porque les había dado su palabra de honor. El excanciller y presidente de honor del partido arruinó con ello su prestigio de artífice de la unificación y pasó a un duro destierro interior. Wolfgang Schäuble, principal redactor de los tratados de reunificación y heredero llamado a suceder a Kohl, acabó salpicado y tuvo que dimitir como presidente del partido. Merkel criticó abiertamente a quien había sido su constante protector, denunció cualquier ilegalidad, fue elegida presidente de la CDU el 10 de abril de 2000 y lo es desde entonces.
Fueron años duros: en la oposición, de derrotas en elecciones regionales. En las elecciones nacionales de 2002, Merkel tuvo que ceder la candidatura a Edmund Stoiber, presidente de la Unión Socialcristiana (CSU), aliada bávara de la CDU. Volvió a ganar Schröder, que siguió gobernando al frente de la coalición entre los socialdemócratas del SPD y Los Verdes de Joschka Fischer.
En las elecciones de septiembre de 2005, la CDU de Merkel (35,2%) y el SPD de Schröder (34,2) acabaron casi empatados. Schröder intentó seguir gobernando y luego arrastrar a esta en su caída, pero Merkel logró ser elegida canciller y encabezar su primera gran coalición con el SPD, entre 2005 y 2009.
Es canciller desde hace una década: entre 2009 y 2013 en coalición con los liberales; desde septiembre de ese año, en una segunda gran coalición con los socialdemócratas. Fue presidenta del Consejo Europeo en el primer semestre de 2007. Está en el cénit de su poder, en Alemania –sin rivales dentro del partido ni coaliciones alternativas posibles a la CDU– y en Europa.
Sus rivales internos han ido muriendo políticamente. Ya nadie se acuerda de Stoiber, de Merz, de Koch, del brevemente presidente federal Christian Wulff. El bávaro Karl Theodor zu Guttenberg cayó por su prisa excesiva y por su falta de honestidad redactando, o dejándose hacer, la tesis doctoral –como otros políticos tan cercanos a Merkel como Anette Schavan–. Horst Seehofer, presidente de Baviera y de la CSU, rivaliza con ella para mantener su autonomía y evitar que le crezca la Alternative für Deutschland a su derecha, pero no es rival para ella.
Merkel ha centrado la CDU hasta hacerla irreconocible para su ala más conservadora. Ha conquistado espacio y temas clásicos de los socialdemócratas, como el salario mínimo, la política de integración de los inmigrantes o los refugiados; de Los Verdes, con la decisión de abandonar gradualmente la energía nuclear tras el accidente de Fukushima. Después de su segundo gobierno, en coalición con los liberales, estos desaparecieron del parlamento. En 2012, contaba con un 66% de aprobación entre los votantes democristianos, pero también del 60% de los verdes y del 50% de los socialdemócratas.
Es liberal, pero tiene una raíz verde que puede facilitarle pactar con el partido de ese color si llega el caso. Se la identifica con una expresión que también usó –en su propia lengua– Margaret Thatcher: alternativlos (sin alternativas). La aplicó en 2007 al cambio a peor de las cotizaciones sociales; en 2008 a sus propuestas frente a la crisis financiera; en 2009 a la garantía para los ahorradores alemanes; en 2010 a las ayudas a Grecia, durante toda su defensa de la “política de la austeridad” en la Unión. Pero en sus labios no suena como en la boca de Thatcher, que hubiera considerado anatemas el mecanismo de supervisión de los bancos o su recapitalización aprobados en 2013.
Es habilísima. Durante su primera gran coalición, los ministros socialdemócratas de Hacienda, Exteriores y Trabajo fueron sin duda los más eficaces de su gobierno, pero la gloria fue para Merkel, y el SPD pagó un alto precio en las siguientes elecciones. Ha enviado soldados alemanes a distintos conflictos sin el escándalo que supuso la intervención en la antigua Yugoslavia durante la coalición presidida por Schröder. Anunció el abandono gradual de la energía nuclear bajo el impacto del accidente de Fukushima, que llevó a Los Verdes a una insospechada victoria en el Estado de Baden-Württemberg, hasta entonces un feudo democristiano. Pero la complejísima transición energética debe gestionarla ahora el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ministro de Economía, vicecanciller y principal rival de Merkel, que no ha logrado que su estimación o la de su partido crezca ni un punto desde las elecciones de 2014.
Su política de la austeridad es muy criticada en Estados Unidos y Reino Unido, que crecen desde hace dos años con una receta bien distinta. Merkel responde con ambivalencia y un cuidadoso control de los tiempos, al servicio del interés alemán: evitar una investigación excesivamente cuidadosa del estado real de sus bancos, asegurar que estos recuperarán los créditos con que financiaron la burbuja inmobiliaria en Europa, al contrario de lo que les ocurrió en EE UU. Espera al último minuto para adoptar las medidas que precisan sus socios para no ahogarse: fue el caso de las primeras ayudas para Grecia en 2010 o de la estabilización del euro en 2012. O, como denuncia un número creciente de economistas anglosajones o de los países del Sur de Europa, sin que parezcan importarle las consecuencias sociales o políticas del desclasamiento actual y futuro de la clase media, de la falta de perspectivas para los desempleados jóvenes y mayores y de la nueva desigualdad. “No hay alternativas”, repite, apoyándose en una estadística que contó por primera vez en Davos en 2013: Europa tiene el 7% de la población y el 25% del PIB mundiales, pero el 50% de las prestaciones sociales.
El éxito de Merkel responde a elementos de su personalidad, de su acción política y de su imagen. En primer lugar, una acusada sencillez, propia de la RDA en la que creció y de la ética protestante. La vida de Silvio Berlusconi, que le inspira una indisimulada repugnancia, o los lujos de Nicolas Sarkozy son inimaginables en una canciller que paga un alquiler por cada día que duerme en la cancillería federal y tiene una segunda residencia en un pueblecito de la RDA. Compra en Ikea, se la ve en la cola del teatro con su segundo marido, un discreto profesor universitario del que no ha tomado ni el apellido –Merkel es el del primero, con el que se casó en la universidad, en 1977, y del que se divorció cinco años más tarde–. De su sobriedad dan buena cuenta sus trajes Mao-Merkel, de diferentes colores e idéntica hechura.
La ética protestante –que también impregna al catolicismo alemán en comparación con el de allende los Alpes– de Merkel representa un modo de ser… muy alemán. También sus valores “verdes”, arraigados en el Romanticismo. Su padre, el pastor Kasner, es un clásico Bildungsbürger, un ciudadano ilustrado, en la tradición cultural alemana. La sencillez de Merkel no le lleva a pretender un aprecio que no siente por la cultura popular: le gusta la ópera, disfruta sobre todo la de Wagner, va al festival de Bayreuth –un tabú hasta ahora entre los altos dirigente de la RFA–. Pasa sus vacaciones en las montañas austriacas o en una playa italiana, en condiciones que permitieron a The Sun publicar una gran portada con una foto de la canciller cambiándose el bañador. Su afición por el fútbol sí parece real: durante la gran Eurocopa española, dijo que no le importaría comer –Merkel no da cenas– un día con Vicente del Bosque, del que aprecia su sencillez.
El método político de Merkel se caracteriza por su pragmatismo, su control del tiempo, su sensibilidad hacia las preferencias del electorado, una gran resistencia a la presión y un liderazgo que consiste en no dirigir.
Merkel evita las definiciones y las discusiones de principio, no hace grandes discursos ni declaraciones sobre sus políticas o sus cambios de dirección. Está muy atenta a la evolución de sus votantes y de la sociedad alemana: es célebre su cálculo de que no había votos en las posiciones con que quiso plantarle cara la derecha de su partido. No es agresiva –echó un capote a Zu Guttenberg, aspirante a desbancarla, durante la crisis que le costó la carrera política– y sí muy prudente, al contrario que la mayoría de sus rotundos rivales masculinos en la CDU, hoy jubilados políticos. Es implacable cuando hace falta: con la política de la austeridad, frente a Kohl en la crisis de los donativos…
Merkel no dirige, no adelanta un análisis o una posición, no encabeza a su partido o a su país: espera a identificar la opinión mayoritaria de la sociedad alemana y se pone al frente, como ha hecho con el abandono de la energía nuclear, para decidir sobre las ayudas a Grecia (esperando a que pasara el efecto de la campaña de la derecha política y de la prensa populista y a una sentencia del Tribunal Constitucional) o durante la crisis de los refugiados.
No tiene favoritos, sucesores, ni cortesanos. Gestionó algunos de los perores momentos de la crisis financiera de la Unión Europea desde sus vacaciones en Austria, para mantener una sensación de normalidad. No hizo más que un leve reproche al presidente Barack Obama durante la crisis del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, que había pinchado hasta el móvil de la canciller: “Espiarse entre aliados no puede ser. Somos aliados y una asociación así solo puede estar basada en la confianza”.
Habla con la voz suave de una terapeuta, con las manos haciendo un característico gesto inclusivo. Es la terapeuta de Alemania, escribe Ralph Bollmann. Porque a la firmeza, el control del tiempo y la implacabilidad de su política europea, une manifestaciones de compasión, de sensibilidad hacia la opinión, de prudencia. “Si tenemos que empezar a disculparnos por mostrar una cara amigable en situaciones de necesidad, esto no será mi país”, dijo en agosto de 2015 defendiendo su política sobre los refugiados. Una apertura que es otro buen ejemplo: despierta recelos en una parte de la población alemana, pero responde también al interés económico y demográfico alemán y ha dulcificado la percepción del país y de su canciller tras los largos años de austeridad sin alternativas y las dudas sobre el carácter benévolo del nuevo hegemón alemán.
En un país con tradición de consenso político y mandatos largos, sin rivales en su partido ni una alternativa clara en los otros, con sus niveles de aprobación entre sus votantes y los de los demás partidos y con posibilidades de pactar con tres de los cuatro partidos que son o han sido parlamentarios, la canciller tiene cuerda para rato. Ha defendido el interés nacional alemán con eficacia y un coste que, aunque perceptible en la pérdida de simpatías de su país, ha sido mucho menor que el que hubieran causado otros dirigentes europeos.
¿Podría la doctora Merkel ser la dirigente que una a la UE? Es verdad que cosas más raras se han visto, pero parece difícil, se le identifica demasiado con la imposición de la política de la austeridad que ha despeñado a las clases asalariadas y pobres de muchos de sus Estados miembros. Merkel no es Europa raptada por Zeus: es el propio raptor, el toro. Pero quizá la mayor razón para dudarlo sea otra: que su método de liderazgo, basado en una exquisita sensibilidad para sintonizar con la opinión, el interés y las emociones de sus conciudadanos y orientar sus declaraciones y sus políticas en consecuencia, quizá no sea fácilmente adaptable o traducible y pudiera no funcionar en el conjunto de una Unión que es todavía más e pluribus que unum.

lunes, 11 de enero de 2016

Miseria de la filosofía contemporánea europea






Galería de antimodernos e irracionales

           Juan José Sebrelli

Pro Luis Fernando Moreno Claros  
13 OCT 2007, El País de Madrid


 
El argentino Juan José Sebrelli desmonta a algunos de los iconos de la filosofía contemporánea europea. Desde Heidegger, cuya filosofía, sepultada en Alemania tras la guerra, fue rescatada por los intelectuales franceses en los años cincuenta, hasta el antropólogo Lévi-Strauss, iniciador de la moda de denostar la civilización occidental, pasando por Bataille, Lacan o Foucault, todos son acusados de alejarse de los ideales humanistas.

El filósofo argentino Juan José Sebrelli (1930) propone en El olvido de la razón un vistazo retrospectivo a algunos de los personajes e iconos de la filosofía contemporánea europea para llamar la atención sobre su irracionalismo y antimodernidad. Los representantes más conspicuos de la denominada "posmodernidad" -alemanes y franceses, sobre todo- tendieron a alejarse de los ideales humanistas, universalistas y racionales típicos de la Ilustración para propalar teorías a menudo imbuidas del más hondo oscurantismo, despreciadoras del progreso humano, descreídas de la ética y el buen actuar responsable de los individuos, pesimistas a ultranza y favorables a ominosos determinismos.

“EL OLVIDO DE LA RAZÓN. Un recorrido crítico por la filosofía contemporánea”

Juan José Sebrelli
Debate. Barcelona, 2007
438 páginas. 20,90 euros

Arthur Schopenhauer, con su descubrimiento de la voluntad irracional como dominadora del mundo y la razón cual instrumento esclavo y secundario en el ser humano, y Nietzsche, con su relativismo moral y el esteticismo, la inexistencia de la verdad objetiva y las quimeras sobre el superhombre, fueron los iniciadores de corrientes de pensamiento dominantes en el siglo XX y que han tenido variados adeptos. También Dostoievski y Freud, a pesar de no ser filósofos, fueron esenciales en la propagación del antirracionalismo; así, el ruso, con sus novelas metafísicas, cautivó con argumentos sobre el sinsentido de la vida y el nihilismo, mientras que el padre del psicoanálisis, aunque animado por intenciones científicas y racionales en apariencia, fundó una extensa escuela de acólitos, charlatanes y seudocientíficos cuyos desvaríos llegan a nuestros días. Por ellos el psicoanálisis ha terminado siendo cualquier cosa menos una terapia de curación y sí una peligrosa lanzadera de patrañas. Sebrelli arremete contra sus más conspicuos representantes, desde el iluminado Jung hasta el estrambótico Lacan, sin olvidarse de la ambigua Anna Freud ni de su amiga la princesa Marie Bonaparte, enemigas acérrimas de la liberación de la mujer.

Con contundencia desmitifica...

Sebrelli la filosofía de Heidegger -en realidad, su idiolecto enrevesado dice poca cosa de sustancia- y profundiza en sus evidentes conexiones con el nazismo: el pensador del olvido del ser fue un nazi teórico, desencantado al no haber tenido más protagonismo en la construcción del Reich ideal. La filosofía de Heidegger, sepultada en Alemania tras la guerra, fue rescatada por el esnobismo intelectual francés en los cincuenta. Y tras Heidegger o a la par que él llegaron los estructuralistas franceses: el antropólogo y etnólogo Lévi-Strauss inició la moda de denostar la civilización occidental: todo es malo y está podrido en Occidente; a cambio, deben preservarse otras culturas vírgenes de las que tanto aprender; se trata de sociedades primitivas sin historia, "colectivos" sin sujeto, con sus mitos y símbolos poetizadores de la realidad, tan válidos como nuestros más celebrados sistemas de pensamiento. De Strauss proviene asimismo la idea posmoderna de la negación de la evolución histórica, según la cual carece de sentido el hecho de que cada generación trabaje y prepare el futuro de las venideras: "Me es indiferente que el hombre mejore o no", afirmaba. 

Antihumanismo, antiuniversalismo, pesimismo cultural, relativismo moral, todo ello generado por el denominado "estructuralismo", alcanzará estadios inauditos con el "posestructuralismo" de Georges Bataille. Éste, defensor de Sade como transgresor y liberador de instintos, se dejó fascinar por las figuras de Hitler y Mussolini, por asesinos y locos; y, junto al surrealista André Breton, proclamó que la locura clínica no era "enfermedad" sino un modo de rebelión del individuo contra la sociedad represora. Deleuze, Althusser, Derrida, la French Theory colándose en las universidades norteamericanas y la obsesión por lo "políticamente correcto" y el multiculturalismo como consecuencias son objeto asimismo de la aversión de Sebrelli; lo mismo que la endiablada obra de Lacan y su vida de gurú cínico, propugnando a gritos que se enviase a sus pacientes al asilo pues su psicoanálisis no curaba. También hay un apartado muy crítico dedicado a Michael Foucault, el acusador de que la Ilustración reprime y que la locura es una forma de plenitud.

Todos estos pensadores, seudoescritores semidementes, fueron figuras sacralizadas a lo largo del siglo XX que contaron con fanáticos seguidores. Sebrelli nos los muestra hoy como antaño lo haría un orgulloso director de circo con su cabina de los horrores: el lector los mira deprisa, con vergüenza y preguntándose: "¿Será verdad todo esto?". No es extraño que ante semejante galería de monstruos, el pasado y el presente muestren tintes intelectuales tan caóticos.

Ya el sagaz Heinrich Heine...

anotó un pensamiento profético: "Los conceptos filosóficos alimentados en el silencio del estudio de un académico pueden destruir toda una civilización". El pensamiento, la filosofía dominante en una época determinada nunca son inocentes ni ajenos a los avatares políticos; ¿será capaz nuestro tiempo de retornar a una manera de pensar certera y adecuada a las exigencias de nuestra sociedad? Sebrelli dedica unas cuantas páginas al final de su libro a insuflar esperanza en este sentido: hay otros pensadores de verdad "alternativos" con respecto a los propugnadores de sinrazón; son quienes aún no han descreído de los ideales por los que se afanaba la Ilustración: libertad, autonomía, igualdad, fe en el progreso y en el futuro de una Humanidad que será capaz de vivir en paz algún día y no precisamente gracias a su dependencia de utopías ni ideologías que voceen la "salvación".

Link original: http://elpais.com/diario/2007/10/13/babelia/1192231029_850215.html

sábado, 9 de enero de 2016

Losers and Winners



Who Wins and Who Loses in a World of Cheap Oil

January 8, 2016 | 23:09 GMT

Analysis

Oil prices hit their lowest level since summer 2004 this week, continuing the rapid tumble that began in June 2014. The global benchmark, Brent crude oil, closed trading Jan. 8 at $33.37 per barrel, closing out the lowest week of prices in more than a decade. A number of factors contributed to the drop. The Chinese economy and financial markets performed poorly this week, sparking fears that a slowdown will dampen demand. In the major markets of Europe and North America, a mild winter has lowered seasonal consumption of natural gas and heating oil. On the supply side, Iranian oil will soon be back on the global market, and OPEC signaled that it would continue to supply high volumes of oil. The United States, too, has managed to produce a significant amount of oil, despite increased financial pressure on many U.S. producers. All of this may well push prices into the $20 to $30 per barrel range.

Oil is the most geopolitically important commodity, and the ongoing structural shift in oil markets has produced clear-cut winners and losers. Between 2011 and 2014, major oil producers became accustomed to prices above $100 per barrel and set their budgets accordingly. For many of them, the past 18 months have been a period of slow attrition. And with no end in sight for low oil prices, their problems are going to only multiply. Each nation, though, has its own particular level of tolerance, and the following guidance highlights the key break points to monitor.

https://www.stratfor.com/sites/default/files/styles/stratfor_full/public/main/images/oil-hotspots-map.png?itok=8KmsxpVe

Former Soviet Union

Russia, Kazakhstan and Azerbaijan stand to lose the most among the countries of the former Soviet Union. As one of the world's largest producers, Russia is the most important. Russia's economy relies heavily on energy, and energy revenues constitute more than half the current budget. This budget, however, is calibrated to oil prices of $50 per barrel. As prices deviate further from this benchmark, Moscow has two funds totaling $131.5 billion to make up the discrepancy. But the margins are tight: Nearly half the amount on hand may be needed to cover 2016 budgetary shortfalls even if oil rises to $50 a barrel.

To remain afloat, the Russian government would have to drain both of these funds unless it cuts the state budget. Cuts would come with major tradeoffs. Moscow is embroiled in a standoff with the West, so slashing defense or security spending would be challenging. Russia will also hold critical parliamentary elections in September, so cutting social programs is not a good option either. Compounding this dilemma, Russian oil firms are in dire straits; although the government could restructure the tax system to provide them with relief, it would undermine government revenues. Moscow also has the option to privatize a large part of state-owned oil giant Rosneft this year to raise funds.

Both Kazakhstan and Azerbaijan face dilemmas similar to that of Russia. Kazakhstan's budget is set at $40 a barrel, although it does have $55 billion in its national oil fund. An alternative budget is now being drawn up based on $20 a barrel, but such a change will almost certainly mean cuts in spending. Like Russia, Azerbaijan's government set its budget based on $50 a barrel. Azerbaijan holds $51 billion in its state oil fund. Both countries are concerned with rising social tension over their weakening economies, although their governments have proved adept at cracking down on dissent. Kazakhstan plans to privatize state-owned companies and assets to raise money in 2016, though there has been little interest in the program among potential buyers.

Middle East and North Africa

Regionally, Algeria, Iraq and Iran, the oil-producing Gulf Cooperation Council states, will feel the most impact from low oil prices. For 2016 government budgets to break even, the International Monetary Fund projects that Saudi Arabia will need oil prices of $98.3 per barrel. Bahrain will need prices of $89.8 per barrel and Oman of $96.8. All are significantly higher than the break-even points of Kuwait, Qatar and the United Arab Emirates. For the most part, however, the Gulf Cooperation Council nations are in a position to weather low prices, since they hold low levels of debt and high financial reserves built up from years of high oil price revenues. Although Bahrain is an exception to this because it is not a major producer, Riyadh would sustain the country through a crisis to prevent spillover into Saudi Arabia's Eastern Province.

In the short term, the Gulf Cooperation Council will not fall into financial crisis, but its member states are still making the financial adjustments needed to keep their reserves high and to avoid going deeper into debt. All of the Gulf nations will cut government spending in 2016 to some degree, albeit carefully, and will accelerate legal reforms. To ease the burden on citizens, Saudi Arabia and the United Arab Emirates are reducing fuel subsidies but maintaining spending on education and social services. Bahrain has reduced food subsidies but is considering cash handouts to balance the cuts. The United Arab Emirates, Saudi Arabia, Oman, Qatar and Kuwait are all discussing implementing taxes to increase state revenue, a measure unprecedented in the regional bloc.

Saudi Arabia is the most important country to watch. In addition to the careful cuts in social spending, the government has already started to privatize assets, starting with three major airports. Riyadh has even discussed floating a part of state-owned Saudi Arabian Oil Co., known as Saudi Aramco, in an initial public offering. Privatization will diversify the funding sources of these entities but also is politically risky. Deputy Crown Prince Mohammed bin Salman has hinted that reforms may be rapid, even as the king emphasizes the strength of the economy, but powerful members of the Saudi royal family will be wary of moving too swiftly. With dozens of privatization plans on the table, discontent within the ruling family is all but inevitable. Riyadh is also facing major regional changes with the return of Iran to the international economy and the enduring conflict in Yemen, meaning that defense and foreign spending will need to remain high.

Not all regional players have the fiscal advantage of the Gulf Cooperation Council. Algeria's economy is highly dependent on natural gas, and its foreign reserves dropped precipitously in 2015 because of lower oil export revenue, leading to a $10.8 billion deficit. A mild winter in Europe, a key market for Algerian natural gas, will not help the situation. Algeria has sought to boost foreign investment through tax reform and the introduction of import and export license authorizations. But the country is heading toward a precarious political moment: the eventual death of President Abdelaziz Bouteflika, who has held office since 1999. The nation's elite are now jockeying for position ahead of this transition; although continued reform measures are necessary, many will be wary of any that may erode their power. This will limit the country's options, compounding the current crisis.

In Iraq, both Baghdad and the Kurdish capital of Arbil are already in serious financial trouble. The national government and the Kurdistan Regional Government need to maintain high levels of spending to fund their battle against the Islamic State. With oil revenues dropping, this means they will need to reduce other expenditures. The governments do have the option of renegotiating their contracts with international oil companies. Baghdad is in the midst of such talks to replace its current contract, which stipulates that Baghdad pay oil companies a fixed fee. Arbil is juggling its security situation with payments to international oil companies and the giant Kurdish civil service sector. The Kurds have already made it clear that they have no plans to export oil through Baghdad's state-owned marketing company but will instead market it themselves and export through Turkey. Ankara and the Kurdistan Regional Government in Arbil will grow closer as both increase energy cooperation and deal with the mutual threat of the Islamic State. Arbil's increased suffering under low oil prices will only strengthen this relationship.

Amid low oil prices, February elections are also approaching in Iran. Iranian President Hassan Rouhani will be banking that his talks with the West and success in negotiating the end of sanctions will help moderates and his traditional conservative allies defeat hard-line conservatives. The opposition has asserted that Rouhani's economic policies are not working. Low oil prices will make these arguments only more credible. The end of sanctions will enable Iran to increase the volume of its exports, but with prices down nearly 70 percent since 2014 the revenue generated will not reach the level it would have two years ago. This realization may not become clear to voters until after February elections, meaning Rouhani could perform well. But by 2017, the discrepancy will likely be obvious, jeopardizing his chances for re-election in 2017.

Latin America

Oil-dependent and ailing Venezuela will suffer a great deal because of sustained low oil prices. Annual inflation is already at nearly 300 percent according to leaked central bank estimates. Inflation will mount and shortages will become even more extreme. Lower oil export revenues will reduce the country's expenditures not accounted for in the budget, which in 2015 supplied much of the additional foreign currency needed to finance imports and foreign debt payments. Venezuela will likely need to decrease imports, and the country could even default on its foreign debt later in 2016. In the near term, the government, now with an opposition supermajority, will take what steps it can to address the economic situation. Currency devaluation and consumer price hikes would be the most effective remedy, but these would come with unacceptable political costs. Further unrest is inevitable, and the government will need to work to contain this from spreading too widely.

Brazil's economy has already sustained a great deal of damage from the corruption scandal in state-owned energy firm Petrobras. Unless the government decides to curb the major criminal investigation into the company and associated officials, the scandal will continue to disrupt supply chains and contractor financing, further delaying existing projects. In response to the disruptions, Petrobras will need to further cut its investment plans, which will slow future foreign investment and energy production.

Ecuador's oil exports plummeted by 30 percent in 2015 and will continue to be low through the next year. Quito has the option of imposing trade barriers to reduce imports and to compensate for lower export revenue, but this would compound the economic slowdown. The nation will hold a presidential election in February 2017, which could highlight eroding public approval for the ruling Alianza Pais coalition because of the declining economy.

North America

North America has, of course, been under the same low oil price pressure as the rest of the world. Nevertheless, production has been resilient in recent months, staying at around 9.2 million barrels per day since October. Production has the potential to fall again, however, as the oil hedges taken out against low oil prices in 2015 expire. The remaining 2016 hedges are mostly at a lower volume or price, a fact that will increase the burden on oil-producing companies. Across the continent, companies have drilled numerous new wells, but companies are holding off for higher prices before they complete the projects. This means that there is spare capacity that can react if prices make a sudden leap. As Iranian oil comes back on the market, if North American production remains high, it could exert more downward pressure on prices. Producers of heavy oil in Canada in particular are going to remain under more pressure as Western Canadian Select, the Canadian heavy oil benchmark, is already well below $20 per barrel.

Sub-Saharan Africa

The portion of Africa below the Sahara Desert is home to numerous small oil-producing countries that will feel the pinch of low oil prices to different degrees. The continent's largest economy and oil producer, Nigeria, will be affected the most. Unlike producers in the former Soviet Union and in the Middle East, Nigeria has calibrated its budget using the rather realistic price of $38 per barrel. The problem is that even at this price point, the budget will run a deficit of $11 billion, 2.2 percent of GDP. Abuja will find it difficult to maintain its fuel subsidy programs and its currency peg to the U.S. dollar, put in place in June 2014 when the naira fell 25 percent. Since that time, the gap between the official and unofficial currency exchange rates has widened. Low oil prices will only make it wider. The new president, Muhammadu Buhari, has been clear that he does not support devaluation but will face pressure from various political interests and will likely need to cut spending.

Angola, Africa's second-largest producer of crude oil, is under the same financial pressure as other world oil producers. The government, however, is quite stable. The ruling Popular Movement for the Liberation of Angola (MPLA) has tight control of the state security apparatus. Any threat would have to come from within the party itself. The government has based its 2016 budget on $48 per barrel oil prices and is continuing the large-scale austerity programs it began in 2015 in response to the initial drop at the end of the previous year. Angolan President Jose Eduardo dos Santos is now contemplating whether to step down in 2017. Power brokers within the ruling party are competing to become his successor, and low oil prices will make this competition more heated simply because there will be less money to pour into patronage networks.

Asia-Pacific

Most Asia-Pacific countries are net consumers of oil rather than net producers. This means that much of the region stands to benefit from low oil prices. However, there are two exceptions: Malaysia and Indonesia.
As one of the few net producers in the Asia-Pacific, Malaysia will feel the greatest pressure from cheap oil. Last year, roughly 20 percent of the Malaysian government budget came from the earnings of state-owned oil company Petronas. As the firm's earnings declined, Kuala Lumpur was forced to impose an unpopular goods and services tax to make up for the shortfall. The government's 2016 budget has Petronas contributing less than 12 percent of federal income. If oil prices continue to plunge, however, Malaysia will have to find new ways to raise money, either new taxes or pared-down services and subsidies. This will make the government unpopular at a time when Malaysian Prime Minister Najib Razak is mired in a corruption scandal involving the country's sovereign wealth fund, 1Malaysia Development Berhad (1MDB). Since the political opposition in Malaysia is still incoherent, those who stand to gain from Razak's declining public support are probably his rivals in the ruling United Malays National Organization.

To the south, Indonesia will find low oil prices to be a mixed blessing because the country is a net consumer of oil but a net producer of natural gas. Natural gas revenue will certainly drop, which will hit state and export revenue. But low oil prices will give current President Jokowi Widodo a chance to continue delaying unpopular gasoline and diesel subsidy cuts. When Jokowi came to office in 2014 he cut fuel subsidies, bringing domestic prices to international levels. But as prices rose during the course of the middle of 2015, he declined to raise consumer prices and instead had state-owned Pertamina sell imported products at a loss. Now, with prices still dropping, Jokowi may be able to avoid the issue of raising prices and instead may cut them.

Europe

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Much like the Asia-Pacific region, low oil prices will be largely a boon for Europe because most countries are net oil consumers. Norway, the Continent's main oil and natural gas producer, will not be so lucky. The country is in the middle of an economic slump due in no small part to a drop in oil-related investment and activities in Norway. According to the International Monetary Fund, Norway's GDP growth fell to 0.8 percent in 2015, down from 2.2 percent the year prior. Over the same period, unemployment grew from 3.5 percent in 2014 to 4.2 percent in 2015; this figure is expected to rise even further in 2016. Though the Organization for Economic Co-operation and Development projects a gradual economic recovery for Norway in the next two years, the trajectory of oil prices could impede this.

In the long run, low oil prices could also cause problems across the Continent as a whole. Presently, they are improving Europe's economic climate; this could lead Europeans to believe that they are witnessing a "real" recovery when in fact a sizable share of the progress is caused by external factors. This misperception could play a particularly significant role in Southern Europe, where governments are beginning to slow reform efforts. Additionally, reduced oil prices could work against the European Central Bank's attempts to create inflation in the eurozone in the hope of boosting economic growth in the bloc.

La incontenible derechización de Polonia...

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  Blog Elcano

Polonia: ¿caminando hacia la “orbanización” del país?

by Salvador Llaudes  8/01/2016 

 
El pasado año se presentaba plagado de comicios electorales en Europa. Entre los mismos, y claves para el proyecto comunitario, se encontraban los del Reino Unido (con el trasfondo del referéndum y posible Brexit), Grecia (con las dificilísimas negociaciones en el horizonte para un tercer rescate y el riesgo del Grexit) o España (donde el resultado electoral ha traído consigo el escenario más complicado de la historia de la democracia española desde la Transición).

No obstante, los pasos dados por el partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco) desde su victoria en las elecciones parlamentarias de octubre (que vino precedida por otro éxito en las presidenciales de mayo) se han convertido en uno de los motivos de mayor preocupación para la Unión Europea en estos momentos, borrando el protagonismo a los países ya citados. Tanto es así, que se ha convocado para el 13 de enero una reunión del colegio de comisarios para hablar sobre Polonia y la deriva que está teniendo el país, que según el comisario Oetthinger, podría llevar a monitorizar a Varsovia por infringir valores europeos comunes y que, en última instancia, podría incluso provocar la activación del artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, por el cual se podrían llegar a suspender los derechos de votación de Varsovia en el Consejo.

¿Tan grave es el asunto? ¿Qué ha podido suceder en apenas dos meses? Lo cierto es que muchas cosas. Entre las mismas se encuentra toda la polémica que ha rodeado a las reformas que afectan al Tribunal Constitucional. Para empezar, y siguiendo ya una actuación más que dudosa del partido que le precedió en el poder, Plataforma Cívica, el partido Ley y Justicia nombró más jueces de los que le correspondían: 5 en lugar de 2. No contento con ello, reformó el Tribunal Constitucional para que este órgano se pronuncie acerca de los casos a juzgar no en orden de importancia sino en orden de llegada de los mismos. Esto implica que lo que está llevando a cabo el Gobierno en estos momentos no se revisará hasta dentro de mucho tiempo.

No obstante, no es el Tribunal Constitucional el único organismo que está sufriendo los cambios de la política polaca. El Gobierno ha decidido igualmente reformar los medios de comunicación públicos, con el objetivo de que la decisión de quiénes son los cargos ejecutivos pase a depender de él, reduciéndose por tanto la independencia y la imparcialidad. Asimismo, la legislatura ha comenzado con la puesta en marcha de una ley que proporciona a las agencias de seguridad y a la policía más capacidad para vigilar las comunicaciones de los ciudadanos. Ello por no hablar del caso de Mariusz Kaminski, quien tras recibir el perdón presidencial luego de ser condenado por abuso de poder y sentenciado a tres años de prisión, ha pasado a ser el coordinador de los servicios de seguridad del país.
¿Por qué está sucediendo esto? Como ocurre en otros países, Polonia ha sido tradicionalmente víctima tras unas elecciones con cambio en el poder del llamado spoils system, por el que los partidos políticos que vencen colocan a los suyos en todas las posiciones de poder, eliminando a los rivales de las mismas. Pero esta situación no explica ni de lejos la magnitud de las medidas tomadas. Lo cierto es que el PiS es un partido muy distinto de su rival político, la Plataforma Cívica. A pesar de encontrarse ambos partidos en la derecha del espectro, el PiS considera que la Plataforma Cívica es demasiado liberal, e incluso izquierdista, y que en los últimos años ha minado el progreso de Polonia. Para el PiS la relajación de las costumbres, la disminución de identidad nacional y religiosa, y la pérdida de soberanía a causa de una Bruselas (confundida en ocasiones directamente con Alemania) demasiado exigente, son inaceptables.

El PiS ha decidido recorrer una senda que recuerda a lo que lleva años haciendo Viktor Orbán en Hungría. Y no lo esconde. El líder del partido, Jaroslaw Kaczynski, se reunió recientemente con el Primer Ministro húngaro durante 6 horas para acercar posiciones. El riesgo se encuentra en la normalización de un discurso (el de ambos) que tiene que ver bien poco con los valores democráticos liberales de la Unión Europea. Unos valores, los europeos, muy lejanos de los de personas como Witold Waszczykowski, ministro de Exteriores, quien considera que es necesario curar a su país de una serie de enfermedades, como “la nueva mezcla de cultura y razas, un mundo hecho de ciclistas y vegetarianos, que solo usan energía renovable y que luchan en contra de todos los signos religiosos”.

Como se señalaba anteriormente, el próximo miércoles 13 se reúne la Comisión para evaluar si Polonia debe ser monitorizada por supuestas violaciones de las reglas democráticas. Muy poco tiempo después, el 18 de enero, el Presidente de Polonia, Andrzej Duda, visitará Bruselas. Apenas un día más tarde, el 19, se debatirá sobre Polonia en el Parlamento Europeo. La UE claramente quiere evitar un nuevo caso Orbán, y cortar de raíz los más que dudosos movimientos que se están llevando a cabo en Polonia. No obstante, deberá ser cuidadosa con cómo lleva a cabo sus acciones, ya que estas pueden provocar una reacción contraria a la esperada y servir de munición a quienes ya tienen decidido hacer oídos sordos. Dos factores adicionales asoman en el horizonte para que la UE sea exitosa en su intento: 1) que exista un acompañamiento en la crítica por parte de los Estados Unidos; y 2) que se liguen los avances del próximo Congreso de la OTAN en Varsovia (algo fundamental para Ley y Justicia) con la necesidad de parar la “orbanización” del país.