viernes, 5 de septiembre de 2008

MÉXICO: EL LABERINTO DE LA VIOLENCIA







MÉXICO: EL LABERINTO DE LA VIOLENCIA


Por Javier Bonilla Saus*
El sábado 30 de agosto, en la mayoría de los estados de la Federación y entre las 18 y 20 horas, se movilizaron varios cientos de miles de personas en contra de la violencia que se ha desatado en la sociedad mexicana. En los Estados donde la marcha no tuvo lugar, la razón fundamental por lo que no hubo marcha, parece haber sido el temor a eventuales represalias sobre los manifestantes por parte de los grupos delictivos.
Para intentar una explicación de este singular proceso, que tiene raíces culturales, ingredientes políticos y fuertes componentes vinculados al funcionamiento de las fuerzas de seguridad y del narcotráfico, comenzaremos simplemente por reseñar algunos titulares y noticias resumidas de la sección policial del periódico “La Jornada” del mismo día de la mencionada marcha:
-“…el Alcalde del municipio fronterizo de Cacahoatán (Tapachula, Chiapas) Rolfy Gómez… reprobó el asesinato a balazos de su hermana, Lenny Gómez, de 28 años de edad quien fue acribillada apenas la semana cuando tenía cinco meses de gestación” (Notimex);
-“Arrojan dos cabezas de mujeres cerca de la Procuraduría Gral. de Justicia del Estado de Durango”, (La Jornada);
-“De 19 asesinados en cinco Estados, cuatro fueron degollados; tres eran policías”, (La Jornada);
-“Manuel Enrique Meza Juárez, Jefe de grupo de la policía ministerial del Estado de México fue ultimado la madrugada de este viernes….en el municipio de Tultitlán” (La Jornada);
-“En….un hotel….de la carretera México-Pachuca, municipio de Tlalnepantla, fue localizado con un balazo en la cabeza Fernando Fragoso Villegas…agente adscrito al Centro de Justicia de San Juan Ixhuatepec” (La Jornada);
-“La violencia en Ciudad Juárez mató a 8 estadunidenses en agosto”, “El cónsul de los EEUU en esta…localidad informó que este mes….se han cometido 210 ejecuciones…” (La Jornada);
-“Detienen a tres presuntos ejecutores de una de las 12 decapitaciones en Yucatán”.”Los cuerpos de los 12 hombres ejecutados y decapitados el jueves en Yucatán...fueron videograbados y el video subido al portal electrónico YouTube”. ”Se presume que los propios sicarios efectuaron la grabación. En ella se observan los cadáveres de los 12 hombres colgados de los pies, manando sangre de los cuellos cercenados y, para rematar, las respectivas cabezas alineadas en el piso”. (La Jornada).
En el primer semestre del año en curso se han denunciado 459 secuestros de todo tipo. Pero la precisión y relevancia del dato es dudosa. Las autoridades estiman que sólo se denuncia 1 secuestro de cada 3, pero la población mexicana sabe perfectamente que esta estimación es extremadamente benévola: en consecuencia, cabe presumir que son miles los secuestros que se han llevado a cabo en lo que va de 2008. Tampoco es confiable la cifra oficial de muertos causados por la delincuencia en el mismo período. Por ejemplo, no es posible omitir la terrible historia de "las mujeres de Ciudad Juárez". En dicha ciudad fronteriza con El Paso,Texas, mas de 300 mujeres han sido asesinadas de acuerdo a un ritual inmutable: secuestro, tortura, crueldades sexuales, mutilaciones, estrangulamiento. Desde hace diez años, a un ritmo promedio de dos cadáveres mensuales, se descubren en los suburbios de la ciudad cuerpos de mujeres, adolescentes y niñas, totalmente desfigurados. Los investigadores oscilan entre pensar que se trata de la acción de "asesinos en serie", psicópatas, (que siguen sin ser hallados), de actividades del narcotráfico o del contrabando de ilegales. En cualquier caso una cosa seguramente es cierta: una década de asesinatos de mujeres sin que el proceso se detenga, indica claramente que los cuerpos de seguridad, o son totalmente ineficientes, o son agentes partícipes del proceso. La situación es, entonces, realmente grave: no sin profunda tristeza me escribía recientemente un colega mexicano diciéndome que la información policial comienza a parecerse a un parte de guerra: "Hay días que cuento mas muertos en México que bajas en Irak".
Esta reciente movilización de la población mexicana contra la violencia se inició como efecto del secuestro del hijo adolescente de uno de los empresarios de tiendas de artículos deportivos mas grandes del país. Se pagó el rescate, pasaron varias semanas sin noticias del joven hasta que el cadaver apareció en el baúl de un automóvil. Había sido ejecutado un mes antes, quizás durante el mismo proceso de pedido del rescate. Pero el hecho en sí mismo es perfectamente coyuntural y es un claro ejemplo de cómo, un acontecimiento aislado, sirve de detonador de un problema serio y latente.
La violencia en México, como en toda sociedad, es un elemento de la vida cotidiana de este país. No existe nada parecido a una sociedad "desprovista" de violencia. Hay, por otra parte, sociedades mas o menos violentas. Pero el problema es que, en México, desde el fondo de sus raíces históricas, se han instalado modalidades culturales de ejercicio de la violencia que superan ampliamente las características que tradicionalmente adquiere la violencia social en las sociedades occidentales modernas. Esto se desprende claramente de la enumeración de noticias que hicimos el inicio o del caso de Ciudad Juárez. Es mas, son datos conocidos y admitidos por la cultura tradicional mexicana (lo retoman sus dichos cotidianos, sus leyendas, sus canciones) que determinados Estados (como Jalisco, Guerrero, algunos Estados del Norte, etc.) albergan una violencia ancestral, de origen campesino y modalidades bandoleras como las diese cuenta, en su célebre "Rebeldes Primitivos", el historiador Eric Hobsbawn.
No puede tampoco obviarse el hecho que la violencia política y sindical fue durante mucho tiempo (y seguramente lo siga siendo) un componente altamente presente en el "modo de hacer política" del México priísta. El tema no es abordable en el corto espacio de esta nota pero el lector interesado encontrará en la novela "Morir en el Golfo", de Héctor Aguilar Camín, una magnífica recreación literaria del terrible funcionamiento del tejido de violencia existente, en el momento de publicación de la novela, entre el sindicato petrolero, el PRI, los caudillos locales de Veracruz, Tabasco y Campeche y su impacto al mas alto nivel de la política nacional.
Por otra parte, si la sociedad mexicana ha sido una sociedad que ha convivido con estas modalidades de violencia inimaginables en otras sociedades occidentales, lo que parece haber sucedido en los últimos años es que nuevos elementos han venido a agregarse a esa cultura tradicional de la violencia agravando mas la situación.
Por un lado, la voluntad gubernamental de, al menos intentar, "sanear" vastos sectores de los cuerpos de seguridad ha generado la aparición de cientos de grupos, mas o menos organizados, de ex agentes que ahora se dedican abiertamente a delinquir. No puede tampoco dejar de mencionarse que, en determinadas regiones de México, al igual que en Centroamérica, el fenómeno de las "maras" o grupos juveniles altamente organizados y fuertemente armados ha llegado para quedarse. Curiosamente esta modalidad delictiva es de origen "moderno" y, en los hechos, nace en los "guettos" de latinos pobres emigrados a los EE.UU y luego se "contagia" hacia los países del sur.
Pero, lo mas importante, entre estas nuevas manifestaciones de violencia, es la irrupción de las actividades cada vez mas desembozadas y audaces de los grupos de narcotraficantes que no han cesado de fortalecerse en las últimas décadas. La penetración de estos grupos en la sociedad mexicana ha ido "in crescendo" y hoy, en realidad, además de ser un elemento fundamental de la exacerbación de la violencia han accedido, por esa misma vía, al estatuto de actores políticos de la vida nacional. No es necesario abundar sobre la gravedad de lo expresado arriba: no en vano hay quienes hablan de la "colombianización" de México.
Por todo lo anterior, la sana reacción de vastos sectores de la población mexicana dispuestos a decir "basta" es un elemento alentador en este sombrío panorama. Aunque nadie ignora que la marcha fue organizada, también, con objetivos políticos partidarios, aunque no faltaron los tilingos que la calificaron como "la marcha de los ricos", una cosa sigue siendo cierta: sin un nivel adecuado de respeto por la vida de los ciudadanos no hay libertad, no hay estado de derecho, no hay democracia. Estamos simplemente en el mas hobbesiano de los estados de naturaleza.

*Catedrático de Ciencia Política
Depto de Estudios Internacionales
FACS –ORT Uruguay