María Alekhina, Ekaterina Samutsevich y Nadezhda Tolokonnikova acaban de ser condenadas a 2 años de prisión y trabajos forzados. La razón de semejante condena radica en que las 3 mencionadas pronunciaron en febrero pasado “una oración punk” en la catedral del Cristo Salvador de Moscú en la que solicitaban a la Virgen María que intercediese en asuntos terrenales y que echase a Putin del cargo de Primer Ministro quizás presumiendo, no sin cierta razón, que seguramente las intenciones del mencionado era retornar al cargo de presidente para quedarse de por siempre.
Las acciones de estas tres “cantantes” (?) punk que se han transformado en un tema central de los medios internacionales durante la semana pasada, se caracterizan por ser sistemáticamente estrafalarias, imprevisibles y seguramente muy alejadas de los caminos regulares que suele recorrer la oposición política en los países “normales”. El problema es que, precisamente, Rusia no es un país normal.
La eficacia de la oración y la de la eventual intervención de la Virgen María en la sucesión presidencial rusa es dudosa, pero lo que es claro es que estas tres jóvenes “descarriadas” no parecían errar en su suposición de que Putin se apropiaría del poder.
Desde luego que no se necesitaba mucha inspiración divina para imaginar la hipótesis. Putin fue Primer Ministro de Rusia de 1999 al 2000, luego una primera vez Presidente del 2000 al 2008, inmediatamente Primer Ministro nuevamente, de 2008 a 2012 y desde mayo de este año, como las 3 folklóricas ”Pussy Riot” lo temían, se encaramó nuevamente en la presidencia donde permanecerá seguramente por largo tiempo. Recuerde el lector que el sistema político ruso ha sido bautizado como la “tandemocracia”, es decir una asociación entre dos personajes políticos donde Putin es el que detenta el poder y Dimitri Medvedev el que le cuida las espaldas (cuando es presidente) y el que le cuida la silla de presidente (cuando es primer ministro).
Gracias a este sistema (ampliamente conocido en otras latitudes como las latinoamericanas, las medio-orientales o las africanas, donde el poder se pasa de padre a hijo, de esposo a esposa, de hermano a hermano o mediante la combinación mafiosa que sea más fácil) funciona con fluidez cuando se realiza una elección, por lo general fraudulenta, donde el candidato oficial casi nunca logra menos del 65% de los votos y la continuidad del grupete instalado en el poder queda garantizada. La ventaja del sistema es que esos regímenes se autodenominan “democracias” porque realizan “elecciones” y hay millones de ciudadanos en todo el mundo que lo creen a pie juntillas.
En el caso ruso, tenemos a este señor Putin, módico agente de la KGB por 16 años (ferviente integrante del Partido Comunista de la URSS durante ese período que se reconvirtió velozmente en cuanto desapareció el comunismo y se evaporó la URSS), que ya lleva 13 años al frente de Rusia y seguirá funcionando como tirano y asestando a amigos y enemigos sus conocidos “putinismos” o afirmaciones que revelan su proverbial tosquedad intelectual.
Las chicas de “Pussy Riot” no están entonces tan locas como parecen, en especial cuando organizaban sus primeras manifestaciones anti-Putin. Pero con la “oración punk” traspasaron una intangible línea que yace en el obscuro subconciente de Putin. Como era de esperarse, las 3 chicas fueron enviadas al Tribunal de la capital conocido por ser el más obsecuente y dependiente directo de la voluntad personal del Presidente.
La “jueza” Maria Syrova evidentemente se encargó de que las 3 jóvenes fuesen maltratadas públicamente (encerradas en “la pecera” como luce en la foto ut-supra), exhibidas esposadas durante una acusación que la supuesta jueza leyó a lo largo de varias horas. Fueron condenadas a la pena arriba mencionada por el delito de “vandalismo motivado por odio religioso” y esto estuvo especialmente agravado porque, según la “jueza”, ese “vandalismo” hirió los sentimientos de los creyentes porque revela “un odio profundo a los fieles”. Es evidente que se hace necesario recordar al lector que Rusia pretende ser un estado laico, donde religión y política se hallan claramente separados por lo que sorprende el fervor religioso de esta genuflexa magistrada.
Como en todo régimen totalmente arbitrario, estas 3 chicas pueden morir en el campo de concentración, continuando una larga tradición rusa y particularmente soviética luego de ser sometidas a cualquier tipo de vejámenes, pueden ser liberadas sin explicación alguna, pueden desaparecer, etc. Los ejemplos de otros opositores condenados por Putin mediante el tribunal de la “jueza” son abundantes y variados.
Mikhail Khodorkovky, entonces poderoso empresario, cometió el “delito” de contestarle a Putin en un debate televisado durante el año 2003, que tanto el Kremlin como los empresarios eran los responsables de la desaforada corrupción que aquejaba a la sociedad rusa. Un año después, este expedito tribunal donde opera la “jueza” María Syrova, condenó a Khodorkovky a 13 años de prisión. Amnesty Internacional lo considera un “preso de conciencia” lo que no mejora en nada sus condiciones de detención.
La conocida presentadora de televisión Kseniya Sobchak, hija del alcalde de San Petersburgo y estrecho aliado de Putin, no dejó de denunciar en las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre de 2011 el mas escandaloso fraude. Se sumó entonces a las manifestaciones contra los mencionados fraudes y más tarde participó en los movimientos contra la reelección de Putin, como las “Pussy Riot”. Hija del régimen al fin, desde que la policía irrumpió en junio de este año en su casa en Moscú, sus ímpetus opositores parecen haberse enfriado en particular cuando se encontró con un juicio iniciado por la DGI rusa por supuesta evasión fiscal.
Y podemos seguir. En un mismo día del mes de marzo de este año, tres críticos de Putin fueron condenados a diversas penas. Alexei Kozlov fue condenado a 5 años de carcel por supuesto “fraude” porque su mujer se ha manifestado contra la corruptela del partido de Putin. Sergei Udaltzov, otro opositor, fue arrestado y se declaró en huelga de hambre tras su condena. No se tienen noticias de él. El tercero fue Alexei Nawalny, que fue multado por sus publicaciones en el blog y podría enfrentar hasta 10 años de cárcel por un caso de supuesta malversación de fondos que ya era cosa juzgada y que Putin mandó a reabrir. Nawalny, antiguo líder del desaparecido partido liberal ruso (lo que
era, efectivamente, un oximorón ya que no olvidemos que la más oposición
a Putin es el Partido Comunista !) como se ha obstinado en denunciar la corrupción y ya está en riesgo de ser sometido a los mencionados diez años de cárcel.
Y podríamos seguir enumerando miles de casos de personajes atropellados, humillados, encarcelados, torturados, desaparecidos en un régimen de represión medioeval que nadie puede detener porque el poder judicial es inexistente y porque Putin y Medvedev operan como déspotas orientales
En realidad, desde que Putin ha vuelto a la Presidencia, se ha enfrentado a una serie de manifestaciones que le resultan “molestas”. Aunque una verdadera oposición es inexistente (el 2o. partido de Rusia es el Partido Comunista y, de ganar importancia, sería infinitamente peor que Putin) el nuevo Presidente promulgó una ley aprobada por la Duma sobre manifestaciones y mitines públicos que llevará las multas de 28 hasta 12.000 euros más la posibilidad de imponerle a los multados un número indefinido de “horas de trabajo social”. En otros términos: Putin está dispuesto a terminar radicalmente con cualquier manifestación de disidencia por marginal que ésta fuese. El, a la vez ridículo y patético, caso de la “Pussy Riot”, no es más que una anécdota que los medios occidentales utilizan para vender noticias. No solamente hay millares de víctimas de Putin en las cárceles rusas: hay decenas de miles de muertos sirios en las calles de Homs, Aleppo o Damasco. Todas y todos son de Putin.