08 agosto 2015
EL PAIS de Montevideo
Editorial
Un libro tendencioso
Aunque a la Inspección de Historia el
libro no llegó, al menos hasta ahora, el solo hecho de que una
importante editorial como Santillana lo haya publicado, da para
preocuparse. Y si no fuera porque el semanario Búsqueda informó sobre su
existencia hace dos días, la mayoría de los uruguayos ni idea tendría
sobre el volumen salido de la imprenta de dicha firma.
El cual luego podrá ser recomendado a los
liceales uruguayos por sus profesores, figure o no en la lista de los
sugeridos por la Inspección.
Bajo el ambicioso título Historia Económica y Social
del Uruguay, 1870-2000, sus autores tergiversan los conceptos
económico-políticos que manejan, de manera tan capciosa, que uno se
pregunta si es que han sido tan profundamente adoctrinados en su propia
era de estudiantes, que sinceramente creen lo que escriben. O si lo
hacen con plena conciencia de su mala fe, en aras de ir formando el
pensamiento de las nuevas generaciones de acuerdo a su visión y
objetivo, tal como lo viene haciendo la izquierda desde hace décadas,
por medio de la docencia.
Mientras creemos que la educación pública en nuestro
país es laica y no estamos errados, en lo que concierne a su acepción
original basada en la separación de la religión y el Estado, sin que sea
motivo de debate alguno, la laicidad es continuamente traicionada por
el aleccionamiento que se implanta en la masa estudiantil.
Hábilmente van sembrando la semilla ideológica que les
interesa cosechar más adelante, en las aún ignorantes y maleables mentes
de los jóvenes, la mayoría de los cuales posiblemente ni siquiera
tengan la posibilidad de percatarse de lo sesgadas que son las
enseñanzas que reciben. Las que se imparten no solo en la enseñanza
pública sino también en la privada, ya que suelen ser los mismos
profesores en unos y otros liceos y hay muchos maestros de escuela que
abrevan en la misma fuente.
El temario de este libro es un vehículo sumamente
propicio para estos fines, si bien el ideario se suele inocular a través
de cualquier tópico tanto en el área humanista como en la científica.
En el primer período del gobierno del Frente Amplio, una vez asumido el
poder, una de las primeras decisiones que se tomaron fue la de escribir
y enseñar la historia reciente. No había uno de los autores encargados
de la tarea que no perteneciera a la misma cofradía, lo cual puede
percibirse en su clara determinación por reescribir la historia. E
inclusive no solo la nuestra sino en la internacional.
En aquel entonces, este diario editó un coleccionable
de 25 capítulos llamado Historia Reciente, muy bien hecho, con la
intención de que los estudiantes y también los profesores, pudieran
acudir a un material didáctico cuya información fuera neutral y
fidedigna. Por más que se supiera que habría una barrera casi
infranqueable, el esfuerzo mereció la pena.
Alcanza con algunos de los capítulos del libro que
nos atañe, para darse cuenta de su tufo panfletario, por más que
pretendan disimularlo. Basta leer uno de sus títulos, como el de la
"Embestida Neoliberal", donde se critican concesiones de la gestión del
agua por parte del Estado a empresas privadas hasta que por ley, tras un
curioso referéndum, todo quedara a manos estatales. Algo que parece una
cachada en estos tiempos en que el agua corriente para la población,
enteramente manejada por OSE de acuerdo a la nueva legislación, es
ejemplo de vergüenza nacional. Y entre los comentarios sobre la
denominada Embestida Neoliberal, critican que "muchas decisiones
cruciales sobre las políticas económicas se tomaron en las altas esferas
y de forma autoritaria". ¿Será que son partidarios de que se gobierne
por asamblea?
Pero lo más grave, más allá de sus inaceptables
definiciones sobre lo que ellos clasifican como "neoliberalismo", al
cual le achacan que la justicia y la libertad no son prioridades, (sin
hablar de la separación de los poderes que ha caracterizado a los
denostados gobiernos "neoliberales" de los partidos tradicionales en
nuestro país), es su afán de mezclarlos sin pudor alguno con la
dictadura, poniendo en duda su condición de democráticos. Amén de
afirmaciones tan absurdas como que "la promoción del libre mercado
implicó también el descarte de las ideas y los intentos de integración
económica". A pesar de que luego no puedan obviar que fue justamente en
esa época, en que Uruguay hizo lo posible para formar parte del
Mercosur.
Es muy compresible que los expresidentes Luis Alberto
Lacalle y Julio María Sanguinetti se hayan mostrado no solo molestos,
sino indignados.