jueves, 10 de noviembre de 2011

LA WEB Y LA INQUISICIÓN

LA WEB Y LA INQUISICIÓN 




La Inquisición fue responsable de crímenes atroces, particularmente a lo largo y a lo ancho del Imperio español. Más radicalmente la Inquisición fue una institución especializada en perseguir toda forma de “pensamiento”  relativamente autónomo  y, muy particularmente, se ensañó contra el espíritu científico que comenzaría a ponerse en marcha, lentamente, a partir del Renacimiento, el humanismo y, posteriormente, el racionalismo.

En febrero de 1600, Giordano Bruno fue quemado vivo en Roma, por orden de un Tribunal de la Inquisición, por “blasfemia”, “herejía” e “inmoralidad”, en razón de su teoría sobre la infinitud del universo y la existencia de múltiples sistemas solares.

Esta triste y oscura historia pre-moderna, arcaica y lejana, parece contrastar radicalmente con el mundo en el cual vivimos y, muy en particular, con la avasallante expansión de Internet que se nos presenta -(y muchas veces así lo vemos nosotros mismos cuando descuidamos el uso de nuestro espíritu crítico)- como la más moderna y sofisticada forma de la libertad de expresión.

Para una mirada desatenta, la Web es la contracara de La Inquisición: de acceso tendencialmente universal, cada individuo dispone no solamente de una manera de pensar absolutamente libre. Ofrece, además, la posibilidad de comunicarlo abiertamente para que, quien quiera, lo lea o no lo lea.

El reciente incidente, que culminó en el incendio del semanario francés “Charlie Hebdo” permite señalar que, de 1600 hasta hoy, hemos avanzado poco y que las admiradas TIC´s pueden ser tan eficientes como el Arzobispo Roberto Bellarmino, santificado, beatificado y Doctor de la Iglesia, Presidente del Tribunal de la Inquisición que puso en la hoguera a Giordano Bruno a causa de “la inmoralidad” de las órbitas celestes.

El lector ha de saber que “Charlie-Hebdo”, es una publicación satírica cuya línea consiste en  no tomar ningún tema en serio. Aunque más bien perteneciente al espacio cultural “de izquierda”, esta designación es más que relativa. No hay personaje destacado de derecha, centro o izquierda francesa, europea o del mundo, que no haya sido vapuleado por “Charlie Hebdo”, empezando por Charles de Gaulle, Mitterrand, Zinedine Zidane o Coco Chanel. En materia religiosa, Jesucristo ha sido su víctima preferida pero Buda, Mahoma y Moisés se han llevado sus diatribas. En otros términos “Charlie Hebdo” no es en serio, nunca lo fue y nunca lo será. Lo compra un puñado de originales que, en lugar de juntar sellos o construir barquitos dentro de botellas, lee “Charlie Hebdo”.

Los fundamentalistas islámicos no lo entienden. Son como Belarmino para quien las galaxias de Giordano Bruno eran inmorales. En la noche del 2 de noviembre pasado incendiaron el diario porque sabían que el día siguiente, en tapa, salía un dibujo referido a Mahoma, o a la Charia, no lo sabemos exactamente, vinculado al triunfo del partido islamista en Túnez.

Hasta aquí, nada nuevo dentro del horror cotidiano que describimos múltiples veces en este espacio. Fundamentalismo e integrismo, “provienen” de la religión, pero son pura y simplemente mecanismos totalitarios que usan el terror para conseguir poder político. (Ver “Letras Internacionales” Nos. 99 y 100 de 12 y 19 de agosto 2010).

Lo nuevo de este incidente es que, incluso desde antes de que el diario fuese incendiado, el sitio web de “Charlie Hebdo” estaba siendo víctima de 2 ataques informáticos y, por muchas horas, lo único que pudo verse en dicho sitio fue la foto de una peregrinación a la Meca acompañada de un slogan que decía ”No hay otro Dios que Alá”. Uno de esos ataques provino de Turquía, de un grupo autodenominado Akincilar, que reivindicó su acción. Como la prensa, la política y la sociedad francesas en su conjunto, incluídas las más altas autoridades musulmanas del país, se solidarizaron inmediatamente con “Charlie Hebdo”  (la reacción había sido bastante menos monolítica cuando fundamentalistas católicos incendiaron un cine, en 1988, en el que se exhibía “La última tentación de Cristo” de Martín Scorsese), se acordó que el semanario seguiría saliendo desde la redacción del diario “Libération”. Luego, dos hechos se sucedieron inmediatamente.

1.- Desde Facebook, en cuanto se supo, el 3 de noviembre, de la mencionada decisión, millares y millares de mensajes insultantes contra “Charlie Hebdo” se desataron mientras, otro tanto, se dirigía hacia Facebook para exigir que la compañía cancelara oficialmente el sitio del semanario. Es muy importante destacar que la empresa Facebook, hasta donde sabemos, no rechazó los petitorios de los integristas y respondió que “Charlie Hebdo”…no era una persona…”, que la compañía tenía competencia para suspender al acceso a su red a quien “…atacase una religión…”. En otros términos Facebook está pensando en transformarse en el Bellarmino de la Web: se adjudica el poder de decidir sobre la moralidad o la inmoralidad de una publicación. Y parece dispuesta a adjudicarse el derecho a tomar represalias contra aquel cliente que ella considera “inmoral”. Como la Inquisición en 1600.

2.- El 5 de noviembre, apenas 2 días después de los primeros atentados,  el corresponsal en Estambul del “Journal du Dimanche” de París fue abordado por un joven que dijo llamarse Ekber, ser futuro ingeniero informático y, a cara descubierta, le hizo saber al corresponsal que el próximo objetivo de Akincilar sería “Libération” si “Charlie Hebdo” seguía publicándose en sus locales. Es necesario señalar, también, que la empresa Bleuvision, que es la que proporciona el hosting al sitio de ”Charlie Hebdo”, decidió no proporcionar más el servicio ante “…las amenazas de muerte recibidas…”

A la fecha en que escribimos este editorial, no hemos tenido más información de los ataques contra “Charlie Hebdo”. Pero sí hemos tenido noticias de Facebook que, además de querer imitar a Bellarmino, parece también aspirar a hacer realidad la distopía de Orwell ,“1984”, y transformarse en el Big Brother original (no el televisivo).

En Alemania, Johannes Caspar, el funcionario encargado de “ la protección de datos y de la libertad de información” conminó a Facebook a respetar el derecho alemán y europeo sobre el reconocimiento de fotos. Facebook no puede, según el ordenamiento jurídico vigente, “…desarrollar un banco de datos destinado a reconocer la cara de millones de usuarios…”. El gobierno alemán estima que Facebook tiene guardadas 75.000 millones de fotos en un archivo dentro del cual ya ha identificado más de 450 millones de personas y el proceso de identificación avanza al ritmo de 60.000 nombres por minuto. Según Caspar “…los riesgos que significa semejante acumulación de datos son inmensos…”. Ante la queja oficial del funcionario, Facebook hizo oídos sordos por lo que se prepara una demanda jurídica contra la sede europea de la compañía en Irlanda. Simultáneamente, en el lander de Schleswig-Holstein, las autoridades acompañan el uso oficial eventual que hagan de Facebook con el siguiente texto: ”La Autoridad responsable de la protección de datos advierte que Facebook viola la legislación alemana sobre protección de datos” .

Aunque el Ministerio del Interior todavía no se ha pronunciado, el encargado del tema a nivel federal entiende que “…es deber del estado garantizar el derecho de los ciudadanos a determinar por sí mismos el uso que de sus datos personales hacen las empresas…”.

Nuestros lectores, cuya gran mayoría seguramente utiliza Facebook, está ahora al tanto de sus políticas y de algunos de los riesgos que la herramienta puede comportar.