jueves, 15 de diciembre de 2011

EL MINISTERIO KIRCHNERISTA DE LA HISTORIA


ISSN: 1688 - 4302
MANUEL DORREGO



EL MINISTERIO KIRCHNERISTA DE LA HISTORIA

"EL OBJETO ES REVISAR LA CONCEPCIÓN LIBERAL…"

Pacho O´Donnell, 3/12/2011.



En condiciones ”normales”, un editorial sobre la Argentina, publicado en la semana en la que la presidente presta el juramento inaugural de un mandato presidencial, debería razonablemente referirse primordialmente a ese acontecimiento. Pero lo que sucede en este caso es que Cristina Kirchner va por su segundo mandato, que en realidad es el tercero de los Kirchner, (porque hay que contar el primero del finado marido) y, antes, hay que recordar los períodos de Duhalde, Menem, etc. O sea que, con la excepción del efímero micro período de de la Rúa que llega escasamente a 2 años, el peronismo está en el poder desde el final del período de Alfonsín por lo que hay realmente que ser muy corto de entendederas para no darse cuenta que el peronismo controla la Argentina desde hace más de 2 décadas. Estamos entonces ante el mismo ritual que se repite, con pequeñísimas variaciones desde 1989 en adelante. Sólo el PRI mexicano batía ese récord hasta que fue derrotado y, ahora, serán los Chávez, los Correa, etc. lo que aspirarán a estos deplorables desempeños de los regímenes latinoamericanos. 
Es más, conviene hacer memoria y recordar que, desde 1945 a la fecha, en contadísimas excepciones y por muy breves períodos, la Argentina no ha estado gobernada fundamentalmente por regímenes peronistas y, cuando no lo eran de ese signo político, se trataba de dictaduras militares más o menos atroces. Por lo tanto, el inenarrable deterioro relativo de la situación económica, social y cultural de la Argentina en el ámbito internacional durante la segunda mitad del siglo XX, frente a países como Brasil, México, Chile, y aún Colombia (para quedarnos nada más que en América Latina), tiene una primera autoría esencialmente peronista y, una segunda, claramente militar. Lo demás es retórica para ingenuos.
Más interesante que editorializar sobre un pasado más que obvio, parece ser adelantar algunos comentarios sobre la permanente insistencia en “cultivar” la arbitrariedad y el autoritarismo desde el relato peronista. La novedad es la embestida que la presidencia argentina acaba de desatar contra la historia y los historiadores de nuestro vecino país.
Hace escasos días, la presidente argentina, conjuntamente con el Ministerio de Educación, creó por un repentino decreto el “Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego“. El interés de la presidente por la historia sorprendió, en realidad a tirios y troyanos porque, hasta la fecha, sus temas e intereses favoritos conocidos habían sido, el poder, la acumulación del capital y los peinados.
Pero las sorpresas no acaban allí. El decreto, en realidad, es portador de, por lo menos, tres cosas sorprendentes.
La primera es que el Instituto creado se autodenomina ”iberoamericano”. Nos parece que los gobiernos peronistas están en su derecho de pretender estudiar todo lo que se les ocurra su historia y la de Iberoamérica pero desde ya deben tener claro que, en este vasto continente, desde México a Chile y Uruguay, y pasando por España y Portugal, hay legiones y legiones de historiadores que en modo alguno van a comulgar con un Instituto cuyo director designado inicia, en sus primeras intervenciones en la prensa, declarando que el  ”Objetivo (del Instituto) es revisar la concepción liberal”. El Sr. O´Donnell no especifica cual habrá de ser ”la concepción” no liberal que habrá de impulsar en los estudios a realizarse en su nuevo organismo presidencialmente creado, pero cabe apostar, sin mucho riesgo, que la concepción habrá de ser ”revisionista” y, más precisamente “perono-kirchnerista“.
La segunda sorpresa es que el nombre del Instituto exhiba, con todas las letras, el nombre de una corriente historiográfica específica como ”el revisionismo”. Es como si ”l´École des Annales” hubiese nacido con la consigna de alinearse en determinada postura ideológica y hubiese sido bautizada l´”École des Annales Jacobins”. Quien conoce la seriedad de la historia académica francesa sabe de la mezcla de imposibilidad y ridiculez de semejante engendro.
Este “modus operandi“ para instrumentalizar la tarea académica (en este caso de la historia) tiene antecedentes realmente extraordinarios. Desde los más remotos, que pertenecen al más patético de los anecdotarios de los comunistas húngaros sovietizados que, con el delicioso ”aval” que le extendiesen el ”marxismo-leninismo” y el ”materialismo histórico”, decidieron implementar el proyecto de “Los Naranjos del lago Balatón” cuyos resultados Maurice Duverger, entre otros, inmortalizase en un libro con ese mismo nombre a principio de los años 80, hasta los innumerables ”descubrimientos” de los científicos cubanos relativos a enfermedades terminales que regularmente se propagandean para desplumar sin misericordia seres humanos “capitalistas” desahuciados, en realidad todas estas empresas son meras manipulaciones del conocimiento destinadas a legitimar al poder político autoritario o abiertamente totalitario.
La tercera sorpresa radica en que no solamente el Instituto tiene que ser “revisionista”, porque así lo dice su nombre. El decreto fundador de este engendro es portador de un regaño, una crítica e, incluso, una velada amenaza contra los historiadores profesionales argentinos. La presidente de la República y el Ministro de Educación (ahora emergidos como autoridades en materia de saber histórico, al igual que los integrantes del Comité Central del Partido Comunista Húngaro que un día devinieron en sabios agrónomos especializadas en cítricos) manifiestan que el conjunto de los historiadores de ese país están equivocados, por décadas no destacaron suficientemente ”las luchas populares” ni la importancia de personajes políticos tan edificantes como Rosas, Perón o Evita. O sea que el Instituto es explícitamente creado para contradecir la historia que, durante muchas décadas, los historiadores argentinos han generado y que es declarada inválida e inapropiada por un decreto, ese sí que ”oficial”. Ravignani, Levene, J.L.Romero, Halperin Donghi, y tantos otros, no han sido más que simples repetidores de las patrañas de la malevolencia imperialista. Y “Pacho” O´Donnell es el encargado de llevar a cabo esta histórica rectificación.
En realidad, hacía algunas décadas que no oíamos hablar del ”revisionismo histórico”, y en general, a nivel de la historia de otros países su escasa influencia se ha disuelto. En su momento tuvo algunos representantes que hicieron aportes valiosos en aspectos que habían quedado ”en penumbra” y, ahora, por ejemplo, nos vienen a la memoria algunos textos de Ibarguren o de Rosa que nos resultaron, en aquella ocasión, de interés. Así como no es posible dejar pasar verdaderos engendros panfletarios como los textos de Abelardo Ramos. Pero allá el revisionismo con su, más bien opaco, destino. Si mañana resucita con vigor, originalidad, y realmente explica nuevas perspectivas de la historia argentina, será seguramente un aporte que todos los historiadores argentinos valorarán. Pero tiene que ser historia, no “autobombo peronista”, utilizando un Dorrego “nacional y popular”, inventado para sacar réditos en las próximas elecciones.