EL MINISTERIO KIRCHNERISTA DE LA HISTORIA
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"EL OBJETO ES REVISAR LA CONCEPCIÓN LIBERAL…" Pacho O´Donnell, 3/12/2011.
En condiciones
”normales”, un editorial sobre la Argentina, publicado en la semana en
la que la presidente presta el juramento inaugural de un mandato
presidencial, debería razonablemente referirse primordialmente a ese
acontecimiento. Pero lo que sucede en este caso es que Cristina
Kirchner va por su segundo mandato, que en realidad es el tercero de
los Kirchner, (porque hay que contar el primero del finado marido) y,
antes, hay que recordar los períodos de Duhalde, Menem, etc. O sea que,
con la excepción del efímero micro período de de la Rúa que llega
escasamente a 2 años, el peronismo está en el poder desde el final del
período de Alfonsín por lo que hay realmente que ser muy corto de
entendederas para no darse cuenta que el peronismo controla la
Argentina desde hace más de 2 décadas. Estamos entonces ante el mismo
ritual que se repite, con pequeñísimas variaciones desde 1989 en
adelante. Sólo el PRI mexicano batía ese récord hasta que fue derrotado
y, ahora, serán los Chávez, los Correa, etc. lo que aspirarán a estos
deplorables desempeños de los regímenes latinoamericanos.
Es más, conviene hacer
memoria y recordar que, desde 1945 a la fecha, en contadísimas
excepciones y por muy breves períodos, la Argentina no ha estado
gobernada fundamentalmente por regímenes peronistas y, cuando no lo
eran de ese signo político, se trataba de dictaduras militares más o
menos atroces. Por lo tanto, el inenarrable deterioro relativo de la
situación económica, social y cultural de la Argentina en el ámbito
internacional durante la segunda mitad del siglo XX, frente a países
como Brasil, México, Chile, y aún Colombia (para quedarnos nada más que
en América Latina), tiene una primera autoría esencialmente peronista
y, una segunda, claramente militar. Lo demás es retórica para ingenuos.
Más interesante que
editorializar sobre un pasado más que obvio, parece ser adelantar
algunos comentarios sobre la permanente insistencia en “cultivar” la
arbitrariedad y el autoritarismo desde el relato peronista. La novedad
es la embestida que la presidencia argentina acaba de desatar contra la
historia y los historiadores de nuestro vecino país.
Hace escasos días, la presidente argentina, conjuntamente con el Ministerio de Educación, creó por un repentino decreto el “Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego“.
El interés de la presidente por la historia sorprendió, en realidad a
tirios y troyanos porque, hasta la fecha, sus temas e intereses
favoritos conocidos habían sido, el poder, la acumulación del capital y
los peinados.
Pero las sorpresas no acaban allí. El decreto, en realidad, es portador de, por lo menos, tres cosas sorprendentes.
La primera es que el Instituto creado se autodenomina ”iberoamericano”.
Nos parece que los gobiernos peronistas están en su derecho de
pretender estudiar todo lo que se les ocurra su historia y la de
Iberoamérica pero desde ya deben tener claro que, en este vasto
continente, desde México a Chile y Uruguay, y pasando por España y
Portugal, hay legiones y legiones de historiadores que en modo alguno
van a comulgar con un Instituto cuyo director designado inicia, en sus
primeras intervenciones en la prensa, declarando que el ”Objetivo (del Instituto) es revisar la concepción liberal”. El Sr. O´Donnell no especifica cual habrá de ser ”la concepción”
no liberal que habrá de impulsar en los estudios a realizarse en su
nuevo organismo presidencialmente creado, pero cabe apostar, sin mucho
riesgo, que la concepción habrá de ser ”revisionista” y, más
precisamente “perono-kirchnerista“.
La segunda sorpresa es
que el nombre del Instituto exhiba, con todas las letras, el nombre de
una corriente historiográfica específica como ”el revisionismo”. Es como si ”l´École des Annales” hubiese nacido con la consigna de alinearse en determinada postura ideológica y hubiese sido bautizada l´”École des Annales Jacobins”.
Quien conoce la seriedad de la historia académica francesa sabe de la
mezcla de imposibilidad y ridiculez de semejante engendro.
Este “modus operandi“
para instrumentalizar la tarea académica (en este caso de la historia)
tiene antecedentes realmente extraordinarios. Desde los más remotos,
que pertenecen al más patético de los anecdotarios de los comunistas
húngaros sovietizados que, con el delicioso ”aval” que le extendiesen
el ”marxismo-leninismo” y el ”materialismo histórico”, decidieron
implementar el proyecto de “Los Naranjos del lago Balatón”
cuyos resultados Maurice Duverger, entre otros, inmortalizase en un
libro con ese mismo nombre a principio de los años 80, hasta los
innumerables ”descubrimientos” de los científicos cubanos relativos a
enfermedades terminales que regularmente se propagandean para desplumar
sin misericordia seres humanos “capitalistas” desahuciados, en realidad
todas estas empresas son meras manipulaciones del conocimiento
destinadas a legitimar al poder político autoritario o abiertamente
totalitario.
La tercera sorpresa radica en que no solamente el Instituto tiene que ser “revisionista”,
porque así lo dice su nombre. El decreto fundador de este engendro es
portador de un regaño, una crítica e, incluso, una velada amenaza
contra los historiadores profesionales argentinos. La presidente de la
República y el Ministro de Educación (ahora emergidos como autoridades
en materia de saber histórico, al igual que los integrantes del Comité
Central del Partido Comunista Húngaro que un día devinieron en sabios
agrónomos especializadas en cítricos) manifiestan que el conjunto de
los historiadores de ese país están equivocados, por décadas no
destacaron suficientemente ”las luchas populares” ni la
importancia de personajes políticos tan edificantes como Rosas, Perón o
Evita. O sea que el Instituto es explícitamente creado para
contradecir la historia que, durante muchas décadas, los historiadores
argentinos han generado y que es declarada inválida e inapropiada por
un decreto, ese sí que ”oficial”. Ravignani, Levene, J.L.Romero,
Halperin Donghi, y tantos otros, no han sido más que simples repetidores
de las patrañas de la malevolencia imperialista. Y “Pacho” O´Donnell
es el encargado de llevar a cabo esta histórica rectificación.
En realidad, hacía
algunas décadas que no oíamos hablar del ”revisionismo histórico”, y en
general, a nivel de la historia de otros países su escasa influencia
se ha disuelto. En su momento tuvo algunos representantes que hicieron
aportes valiosos en aspectos que habían quedado ”en penumbra” y, ahora, por ejemplo, nos vienen a la memoria algunos textos de Ibarguren o de Rosa que
nos resultaron, en aquella ocasión, de interés. Así como no es posible dejar
pasar verdaderos engendros panfletarios como los textos de Abelardo
Ramos. Pero allá el revisionismo con su, más bien opaco, destino. Si
mañana resucita con vigor, originalidad, y realmente explica nuevas
perspectivas de la historia argentina, será seguramente un aporte que
todos los historiadores argentinos valorarán. Pero tiene que ser historia,
no “autobombo peronista”, utilizando un Dorrego “nacional y popular”,
inventado para sacar réditos en las próximas elecciones.
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