LA HEREJÍA DE OCTAVIO PAZ
Fotografía: Antonio Gálvez
Fotografía: Antonio Gálvez
“El incomprensible divorcio entre Octavio Paz y la izquierda mexicana, pese a su renuncia a la Embajada en la India como protesta por la matanza de Tlatelolco, gravitó en todo el debate intelectual de México durante los años setenta y ochenta. Encerrada en su ideología redentorista, la izquierda no quiso ni supo ver en Paz -a pesar de su obra- a su mejor y más claro interlocutor: el lúcido poeta que les proponía la unión entre la libertad y la solidaridad y el camino que tanta falta le hacía, y hace, a nuestro atribulado país.“
Éstas son las palabras con las que Enrique Krause presenta, en ”Letras Libres”, la tormentosa y conflictiva relación de Octavio Paz con la izquierda mexicana en el capítulo titulado ”El poeta y la Revolución” de su reciente publicación ”Redentores” (Ed. Debate 2011).
http://www.letraslibres.com/revista/dossier/la-herejia-de-octavio-paz?page=full
reenvía al lector a un largo artículo, que lleva el título de esta entrada, donde Krauze ofrece un cuidadoso y pormenorizado “racconto“ de las dificultades de Paz con sus compatriotas intelectuales ”de izquierda” basado en parte del capitulo y publicación mencionados más arriba.
El artículo es del más alto interés pero padece de una cierta falta de perspectiva y, si se quiere, de esa inevitable dosis de autorreferencia compulsiva que padecen los intelectuales de los grandes países. El ”divorcio” de Paz, no fue con ”la izquierda mexicana” como Krauze pretende. El divorcio de Paz fue y es con TODA la izquierda intelectual latinoamericana. Es más, hasta hoy, Octavio Paz no es conocido ni reconocido en otro país latinoamericano que no sea México. Mientras que grandes escritores y poetas “de izquierda“ como García Marquez, Neruda o el primer Vargas Llosa fueron y son ampliamente leídos y venerados, Octavio Paz no pasa de ser una necesaria referencia ”culta” pero en realidad su obra es desconocida para la enorme mayoría de los intelectuales centro y sudamericanos. Paz es abundantemente leído en Europa, y particularmente en los EE.UU, pero en el resto de América su obra es cuidadosamente evitada (algo relativamente parecido sucede con la de Jorge Luis Borges, por cierto). Es una obra portadora de una concepción del mundo que no consigue vincularse con la tradición de autoctonías “folkloristas“, “nacionalistas“ ”americanistas” y ”antiimperialistas” que las izquierdas latinoamericanas veneran en escritores mas o menos prescindibles como Benedetti, Galeano, Arlt, Arguedas, Bolaño, Donoso, etc. Porque Paz es un poeta y ensayista intuitiva y visceralmente universal al que las miserias de México le dolían tanto como las de la URSS, el Brasil, SudAfrica o los EE.UU. Pero la poesía de Paz no tiene otro compromiso que consigo misma y, textos como el de Sor Juana Inés de la Cruz o “El laberinto de la Soledad“, son desafíos de autoanálisis cultural e histórico que se conciben siempre ”fuera” y ”antes” de toda preocupación política. Y cuando ésta aparece, como en ”El Ogro Filantrópico”, o en el menos rotundo ”Tiempo Nublado”, ella se despliega en su propio terreno y con sus propias reglas de manera de no contaminar el esfuerzo creador del autor en otras vertientes.