BERLUSCONI EN DIFICULTADES
Lenta y paulatinamente la situación política italiana se ha venido degradando desde los meses de marzo y abril del presente año. Con un telón de fondo de crisis económica, que recién ahora comienza a dar la (quizás engañosa) impresión que un escenario económico catastrófico a nivel mundial es evitable, la opinión pública internacional tiende a vincular el ambiente de crisis política que reina en Italia en la actualidad con las excentricidades eróticas de Silvio Berlusconi.
Abordar la coyuntura política de la península desde esta óptica sería mirarla desde una perspectiva muy parcial, por no decir que sería francamente miope.
En el momento actual están jugando, en la difícil situación que enfrenta el gobierno, y particularmente el primer ministro, muchos factores. Además de los escandaletes con jovenzuelas, “belinas” y prostitutas protagonizados por el primer ministro, que ocuparon durante meses los titulares de la prensa, existen conflictos jurídicos, financieros y políticos que han ido menguando la fuerte popularidad de un personaje que, a pesar de todo, parecía conservar, hasta hace muy poco, todavía una popularidad de aproximadamente el 50% de la opinión pública de su país.
Una parte del conflicto que enfrenta a Berlusconi con algunos sectores de la sociedad italiana tiene raíces que vienen de lejos. Y se presentan en el mundo empresarial. En la década de los años 80, Silvio Berlusconi, todavía limitado a su papel de gran empresario, comenzó a adquirir importantes porcentajes del paquete accionario de la editorial Mondadori, hasta lograr obtener posiciones decisivas en el manejo del gigante italiano de los medios. Los herederos de Arnoldo Mondadori y otro gran empresario, Carlo De Benedetti, intentaron oponerse a la toma de control del grupo por Berlusconi pero, a último momento y por razones no demasiado claras, los herederos de Mondadori se plegaron a los deseos de Berlusconi, vendieron su parte y De Benedetti quedó en minoría mientras Berlusconi ascendía al puesto de Presidente del grupo.
Benedetti entabla una demanda judicial que, primero le da la razón, pero luego restablece a Berlusconi en la Presidencia, y se inicia un entrevero judicial del que sólo se sale, parcialmente, mediante un acuerdo de transacción por el cual Benedetti conserva el diario “La Repubblica”, “L´Expresso” y varios diarios locales mientras que Berlusconi obtiene, por su parte, “Panorama”, “Epoca”, la casa editorial Mondadori y más de 365 millardos de liras.
El “statu quo” se mantendrá durante unos años pero Benedetti logra obtener y presentar ante la justicia, a mediados de 1995, un testimonio según el cual, la compañía Fininvest, propiedad de Berlusconi, habría sobornado un importante número de jueces para que las aspiraciones de Benedetti fuesen, sino rechazadas, al menos fuertemente contenidas.
Desde el año 2000 a la fecha, la judicatura italiana procesó ese testimonio y las investigaciones que éste puso en marcha y, el sábado pasado, el Tribunal Civil de Milán condenó a Fininvest (Berlusconi) a pagar 750 millones de euros y declaró al primer ministro “corresponsable” de soborno mientras da la razón a la demanda civil de Benedetti.
Sin embargo, la situación del primer ministro es todavía más complicada. De acuerdo a lo que en Italia es conocido como “el Laudo Alfano”, los cuatro principales y más altos cargos del Estado usufructúan de una inmunidad especial ante las demandas que pudiesen enfrentar de parte de la Justicia, incluidas las de carácter penal. Este peculiar laudo llegó ya a la Corte Constitucional y ésta acaba de pronunciarse positivamente, justo ayer, sobre la efectiva inconstitucionalidad de una decisión de la Justicia que, oportunamente, protegiese al primer ministro de viejas y variadas acusaciones de soborno, intimidación, etc.. Con ello cae el estatuto de inmunidad especial y Berlusconi será seguramente llamado a juicio.
Para el observador externo resulta al menos llamativo que, tantas acusaciones y cuestionamientos de la figura del primer ministro se concentren en tan escaso período de tiempo teniendo en cuenta que, prácticamente desde la primavera, Berlusconi ha estado bajo fuego cruzado. Que desde las prostitutas de lujo, hasta los grandes empresarios, pasando por sectores de la judicatura y buena parte de los medios y la intelectualidad, todos aparezcan cuestionando las conductas, pasadas y actuales, del primer ministro, ello tiene el aspecto de una campaña concertada, más allá de los claros apartamientos a los que nos tiene acostumbrados el folklórico Berlusconi.
Es más, en realidad, acaban de abrirle un nuevo frente que quizás sea, desde el punto de vista político, el más importante. El sábado pasado miles de personas se congregaron en la “Piazza del Popolo” de Roma para reclamar contra el gobierno acusándolo de cercenar la libertad de prensa. Al día siguiente, similar concentración se llevó a cabo en Milán. La acusación principal de estas manifestaciones apunta a denunciar al primer ministro como responsable de innumerables intervenciones y persecuciones contra periodistas y medios de prensa que le son adversos.
Lo que torna más peculiares estas manifestaciones es que no aparecen claramente promovidas desde la oposición política a Berlusconi. Es más, incluyen “slogans”, pancartas y declaraciones abiertamente opuestas al Partido Demócrata y a Massimo D´Alema. Como si el sistema político estuviese paralizado, gran parte de la agitación contra el primer ministro no surge de su oposición política sino que, por el contrario, surge de una suerte de nuevo espacio de “los sin partido”. ¿Quienes integran este nuevo actor? “El movimiento de las 5 estrellas”, encabezado por el actor cómico Beppe Grillo, “La Italia de los valores”, dirigido por el ex-juez Antonio di Pietro, intelectuales independientes, empresarios afines a Benedetti, actores, artistas, periodistas perseguidos por Berlusconi, personalidades de los medios, periódicos como “La Repubblica”, etc. Todos ellos configuran una suerte de coalición relativamente espontánea, claramente anti-Berlusconi, y al mismo tiempo, manifiestan posturas abiertamente críticas a la debilidad del partido de centro-izquierda que, entre las disputas internas y una sorprendente dosis de incapacidad política, ha sido incapaz de enfrentar los desbordes del primer ministro y su entorno.
Por ello es que, la coincidencia de los ataques contra el gobierno, en tan diferentes frentes, se torna más difícil de explicar. No estamos en modo alguno ante una operación política concebida y orientada desde lo que sería, en el viejo lenguaje político, “la izquierda”. El fenómeno de este “movimiento” (a la vez anti-Berlusconi y anti-partido Demócrata) resulta ser, a la vez, altamente interesante desde el punto de vista del análisis y, al mismo tiempo, políticamente alarmante.
El sistema de partidos italiano aparece como desbordado por una suerte de “movimiento” (que no carece de ribetes claramente populistas) que se enfrenta a la coalición de derecha que encabeza el primer ministro y al partido de oposición de centro izquierda que es acusado de la más total incapacidad. Y lo que resulta llamativo es que de esta “rebelión de los sin partido”, es el centro izquierda el partido que resulta más castigado en las encuestas de opinión. Todo indica, entonces, que alguien está jugando con fuego aprovechando las estupideces (y bastante más) del Cavalieri.
El fallo de la Corte Constitucional que declara la inconstitucionalidad del “Laudo Alfano” y la caída el estatuto de inmunidad del primer ministro, configura el escenario de una crisis y caída gubernamental que está a un paso. Esto, seguramente, no tendría nada de novedoso en Italia. Pero si alguno cree que la caída del gobierno Berlusconi va a debilitar a la derecha, es casi seguro que se equivoca totalmente. Discretamente, Umberto Bossi, el líder de la francamente derechista “Lega Nord”, e integrante de la coalición de gobierno, declaró firmemente: “L´unica maggioranza esce dalle urne. Se si va al voto siamo pronti”