RUPERT MURDOCH OTROS ENEMIGOS DE LA LIBERTAD DE PRENSA |
Los enemigos de la libertad de prensa suelen ser aquellos individuos, grupos sociales, sindicatos, partidos o regímenes políticos que aspiran a controlar la libertad de expresión de los ciudadanos. Por lo general pretenden usar los medios de expresión para sus propios fines políticos y no quieren que los ciudadanos opinen de manera diferente que ellos o, en otros casos prefieren, directamente, que no opinen. Pero como la ”opinión de los ciudadanos”, más allá del acto eleccionario (cuando lo hay), no resulta fácil de auscultar, precisar e interpretar, hace ya unos cuantos siglos que nuestras sociedades han organizado esas formas de comunicación social que hemos bautizado ”prensa”. Desde tiempo ha se han utilizado procedimientos diversos para informar a la población. Las ”Acta Diurna“ romanas quizás sean el primer ejemplo de forma de información pública sistemática. Julio César las empleó para informar sobre actos de gobierno, campañas militares, juicios, ejecuciones, etc.. Con la invención de la prensa, a mediados del siglo XV, las posibilidades de comunicación masiva se multiplicaron y, a principios del siglo XVII, aparecieron las primeras ”gacetas” en Alemania, Francia, Gran Bretaña o Bélgica. Pero ahora, a diferencia de sus publicaciones antecesoras, no solamente informaban lo que decidía el gobernante de turno: ahora aspiraban a expresar la opinión de la población. Para coartar la libertad de expresión de la población, en consecuencia, el mejor método es limitar la libertad de prensa. En Latinoamérica los casos son múltiples y conocidos: los Castro, los Chávez, los Correa, los Morales, los Kirchner, y muchos etc. más que no es del caso especificar. En el resto del mundo, son directamente innumerables. En Gran Bretaña, sin embargo, acaba de plantearse un caso bastante peculiar de ataque a la libertad de prensa. Sus especificidades son esencialmente dos. 1.- La primera peculiaridad proviene de que el ataque no se gesta desde el poder político, ni a partir de la institución militar, ni del seno de las mafias sindicalistas corporativas ni en lugar alguno externo a la misma prensa. El ataque a la libertad de prensa que se configuró en Gran Bretaña fue ejecutado por un grupo importante de personas, una verdadera ”banda” al frente de la que operan Rupert Murdoch, James Murdoch y Rebekah Brooks, todos ellos vinculados a un grupo de prensa amarillista integrado por las publicaciones ‘‘News of the World”, ‘‘The Sun”, “The Times” y ‘‘The Sunday Times”, que, a su vez, forman parte de un conglomerado de prensa más amplio, ‘‘News Corporation”. Lo que salió a la luz es que por lo menos muchos periodistas del primero de los tabloides, con pleno conocimiento de la dirección de la publicación y del grupo, fueron denunciados por haber interceptado en la última década los teléfonos de más de cuatro mil personas, políticos, empresarios, celebridades y gente común incluyendo a los padres de una menor asesinada y a familiares de varias víctimas de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres. No toda la prensa que integra el conglomerado “News Corporation” podía ser considerada como “amarillista”. Sin embargo, la notoria irresponsabilidad ética de la dirección del grupo, arrastra día tras día nuevas víctimas. Hasta hace unos días el “The Wall Street Journal" podía ser considerado una publicación digna y honesta -(a pesar de que el mundo de la prensa norteamericana sabe perfectamente que cuando Murdock adquirió ese periódico, los periodistas que consolidaron su prestigio renunciaron en su casi totalidad)-. Pero cuando estalló el escándalo de la rama amarillista británica del grupo, el director de “Dow Jones“, Les Hinton, y por ende, editor responsable de “The Wall Street Journal“, renunció casi al mismo tiempo que Brooks ya que se hizo público que él era uno de los 5 altos ejecutivos que conocían un informe del año 2006 en el que se informaba que los periodistas de los tabloides británicos del grupo utilizaban sistemáticamente la intercepción de teléfonos, el soborno, el chantaje y todo tipo de métodos corruptos para la obtención de información. El escándalo acaba, además, de forzar la renuncia del actual Director Ejecutivo del “The New York Times”, Bill Keller, (por haber dirigido hace años atrás y con esas prácticas, el “The Wall Street Journal“), y la de los responsables de la policía metropolitana de Scotland Yard de Londres, Sir Paul Stephenson y John Yates, por existir abundante evidencia de las relaciones irregulares entre la dirección policial y el accionar de la prensa corrupta. (Ver las repercusiones en la policía británica en http://www.bbc.co.uk/news/uk-14183281) Increíblemente, este domingo 17 de julio, “The Wall Street Journal“ salió editorializando en defensa de Murdoch, de Brooks, de Hinton y de la sistemática inmoralidad de sus diarios amarillistas asociados británicos con argumentos éticamente repugnantes y racionalmente insostenibles (Ver: http://www.guardian.co.uk/world/richard-adams-blog/2011/jul/18/wall-street-journal-hacking-editorial) en el marco de una campaña de ”disculpas” organizada por la agencia de prensa contratada para ”lavar la cara” del grupo Murdoch. 2.- La segunda característica de este peculiar ataque a la prensa reside en que el ataque no tiene la forma de una prohibición, de un límite, de una persecución o de un impedimento. Por el contrario, su segunda modalidad es que opera sorteando impunemente todo límite o impedimento legal. En los hechos es un ejercicio de una libertad de prensa llevada adelante sin tener en cuenta los derechos inalienables de individuos, grupos o sectores de la sociedad británica. Por lo general, los violadores de la libertad de la prensa y perseguidores de periodistas son políticos, gobernantes autócratas, burócratas indignos o delincuentes organizados en bandas de narcos, traficantes de personas, etc.: en este caso son poderosos administradores de empresas periodísticas, noteros y periodistas seguramente inmorales (porque “delincuentes“ todavía la justicia no los ha declarado) que han decidido, desde decenas de años, violar la ley y, además, los más elementales derechos de miles de personas que resultaron acosadas y públicamente expuestas para que estos personajes se enriqueciesen. En Londres, la Cámara de los Comunes está convocando a Murdoch a declarar este martes: en los EE.UU., el FBI acaba de iniciar una investigación y, en última instancia, habrá de ser la justicia quien declare la magnitud de los crímenes cometidos. Pero la inmoralidad de todos ellos está a la vista del público y el juicio ético es competencia de cada ciudadano. La falta más grave que han cometido estos supuestos periodistas es que han expuesto a la verdadera prensa (que por cierto ha cumplido, como ‘‘The Guardian” un papel importante en la denuncia y publicitación de esta cloaca) a los argumentos de los enemigos tradicionales de la libertad de prensa. ¿Con qué fundamento moral la cadena Fox News, sólo por poner un ejemplo, podrá oponerse a una eventual medida de prohibición del gobierno venezolano o del argentino, si la misma cadena televisiva forma parte de ”la banda” de Murdoch? Podrá, desde luego, hacerlo desde una defensa jurídica de los derechos custodiados por las respectivas constituciones pero no se percibe demasiado claramente que los ‘‘modus operandi“ de Murdoch sean muy diferentes de los de Chávez, de los de Cristina Kirchner o de los de cualquier tiranuelo africano. Lo más grave es que, ahora, la ciudadanía lo sabe… y de la misma manera que desconfía de los gobernantes autoritarios y corruptos, comenzará a desconfiar de la prensa corrupta y autoritaria. |