¿ CUMBRES IRRELEVANTES ?
El
fin de semana pasado se realizó la VIa. Cumbre de las Américas, esta
vez en Cartagena de Indias, con la asistencia de 33 jefes de estado y de
gobierno. Aunque una presencia significativa del presidente Obama
estaba asegurada (una asistencia de buena duración del presidente de los
EE.UU. es una condición para que adquieran relieve estos volátiles
eventos), desde el inicio no cabía albergar mucho entusiasmo sobre la
obtención de resultados sustantivos porque este Obama llegaba a la
Cumbre empantanado en una crisis económica de gran envergadura y,
políticamente, muy maniatado en vísperas de una elección que tiene
posibilidades de ganar sólo si es capaz de mantener una línea retórica
electoral muy “clásica”.
De
este estricto apego a la ortodoxia y al statu quo que cabía esperar de
los EE.UU., ya había habido algunos síntomas previos. El presidente
colombiano, Juan Manuel Santos, que viene llevando a cabo una
interesante gestión que le ha permitido mantener el diálogo abierto y
fluído tanto con los EE.UU. como con los más extremistas
“anti-imperialistas” que inundan el continente, intentó incorporar
(presumiblemente con la complicidad del presidente mexicano Calderón y
el apoyo de otros ex presidentes) a nuestros "totalitarios tropicales",
los cubanos, a la Cumbre. La pragmática gestión de Santos le viene dando
un protagonismo que utilizó inteligentemente en la Cumbre.
Reconociendo las profundas diferencias ideológicas que separan a los
países latinoamericanos, el presidente colombiano dijo a sus colegas: “Respetemos
nuestras diferencias pero mantengámonos unidos. ¿Quién hubiese
imaginado a Venezuela y Colombia trabajando juntos hace un par de
años?”
Pero el tema Cuba,
tanto a nivel de la agenda futura algo remota, como a nivel de la
presencia real de una delegación cubana en una Cumbre, trasciende estas
posibilidades de compatibilización. Previsiblemente, la negativa
norteamericana (y probablemente canadiense) para autorizar semejante
presencia, fue rotunda.
En
realidad, todo indicaba que lo que primaría sería no permitir que la
Cumbre generase el menor evento que pudiese repercutir negativamente en
la “electoralizada“ interna norteamericana. No solamente Castro no va a
la(s) Cumbre(s) sino que Obama pasará especialmente por Florida antes de
dirigirse a Colombia. Las cosas, sin embargo, no se desarrollaron tan
previsiblemente en todos los temas ya que desde la Cumbre de 2009 en
Trinidad Tobago, poco se han ocupado los EE.UU. de la región y hay una
serie de cuestiones que requerían de algún tipo de discusión ya desde la
Cumbre anterior.
En el tema de Cuba, en honor a la verdad, ni había razón particular alguna para que Cuba participase (está fuera de toda norma democrática y, en una muestra más de su incapacidad total para escapar del ideologismo más dogmático, acaba de reprimir indignamente a algunas mujeres opositoras que quisieron manifestarse durante la reciente visita del Papa) ni había tampoco argumento realista y sustantivo alguno para que no lo hiciese. La irrelevancia del régimen de la gerontocracia castrista es casi total, porque, en verdad, es un objeto de museo. La Cuba castrista sólo interesa a los vetustos lobbies cubanos de Miami, a los nostálgicos que lucen camisetas del Che Guevara en los estadios y a algunos grupos hoteleros europeos que hospedan militantes de todas las tendencias (incluso “verdes“, “socialistas”, “revolucionarios” de corte diverso) que en sus países votan y apoyan políticas democráticas y liberales, pero que, en vacaciones, se permiten altas dosis de una tropical combinación de comunismo y turismo sexual desde hace décadas.
En el tema de Cuba, en honor a la verdad, ni había razón particular alguna para que Cuba participase (está fuera de toda norma democrática y, en una muestra más de su incapacidad total para escapar del ideologismo más dogmático, acaba de reprimir indignamente a algunas mujeres opositoras que quisieron manifestarse durante la reciente visita del Papa) ni había tampoco argumento realista y sustantivo alguno para que no lo hiciese. La irrelevancia del régimen de la gerontocracia castrista es casi total, porque, en verdad, es un objeto de museo. La Cuba castrista sólo interesa a los vetustos lobbies cubanos de Miami, a los nostálgicos que lucen camisetas del Che Guevara en los estadios y a algunos grupos hoteleros europeos que hospedan militantes de todas las tendencias (incluso “verdes“, “socialistas”, “revolucionarios” de corte diverso) que en sus países votan y apoyan políticas democráticas y liberales, pero que, en vacaciones, se permiten altas dosis de una tropical combinación de comunismo y turismo sexual desde hace décadas.
Para
los gobiernos tradicionalmente escandalosos, la cuestión de Cuba en la
Cumbre no les proporcionó las dosis acostumbradas de exposición
mediática y el tradicional circo “populista” y “progresista” latinoamericano perdió inevitablemente algún brillo y glamour.
Enfermo gravemente Chávez, atrapada Cristina Kirchner en uno de los
peores escándalos de corrupción de toda la historia de los regímenes K
por la imprudencia, rayana en la estupidez, del ”golden boy” del
vice-presidente, sólo el presidente Rafael Correa, el especialista en
perseguir prensa y periodistas ecuatorianos, se indignó abiertamente por
la ausencia de Castro. Sin embargo, prudentemente, se quedó “ofendido”
en su oficina en Quito ante la posibilidad de que le pusiesen más de un
revolcón en Cartagena. En realidad, al final quien puso algún toque
auténtico de color local fue Cristina K. Menos prudente que sus
colegas, hacia el final de la Cumbre, la presidente de Argentina, le
reprochó en público al anfitrión, presidente Santos, el no haber hecho
mención al conflicto argentino con Gran Bretaña por las Malvinas en su
discurso. Luego del exabrupto, la presidente "se retiró" de la Cumbre en
un gesto que parecía reflejar su indignación ante el hecho que el
tema que interesaba a Argentina no se había casi mencionado. Sin
embargo, la nacionalización de YPF por su gobierno, en las primeras horas
de la mañana de hoy, hace pensar en la posibilidad de Cristina K haya
salido corriendo hacia Buenos Aires, más por la inminencia del tema YPF,
que por la falta de atención al tema Malvinas en la Cumbre de
Cartagena.
Descartadas Malvinas y desinflado el globo de la presencia cubana en la Cumbre, particularmente para la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, el tema fue planteado, por parte de algunos, desde una perspectiva menos directa: intentaron plantear la cuestión del “aislamiento de Cuba“. Más que justificadamente los EE.UU. tuvieron que sufrir la crítica del insostenible mantenimiento de la Base de Guantánamo como prisión totalmente ilegal y violatoria de todos los principios del derecho internacional. Pero, en el tema del “acercamiento de Cuba”, la supresión del bloqueo, etc. la cuestión ya habia sido claramente despejada en la una destacable entrevista que Obama diese para los medios de América horas antes de viajar. La Carta Democrática Interamericana de 2001 era y es el criterio que regula las posibilidades de que Cuba sea tratada como las otras naciones latinoamericanas. Y, como sabemos, Cuba no sólo no respeta las libertades allí establecidas sino que, además, se jacta de no respetarlas y hace cuestión de principios de oponerse a ellas. En esas condiciones el tema de Cuba no podrá avanzar.
En la mencionada entrevista previa de Obama, se ingresaba en un terreno en el que, en realidad, las cosas si “se movieron” algo: el tema de la drogas y del combate a todo el entorno delictivo que las rodea. En la Cumbre fue cuestión, efectivamente, de este tema que presentaba al un interés sustantivo para países como México o Guatemala o Perú donde la cuestión del combate al tráfico de drogas es en realidad un problema creciente. Pero lo que constituye realmente algo muy parecido a una novedad es que el presidente de los EE.UU. acepte discutir, por primera vez en una cumbre, nuevos métodos de combatir el tráfico de drogas.
El hecho en sí mismo es políticamente significativo (y puede entrañar algún efecto electoral en los EE.UU.) pero la creciente tendencia de los países latinoamericanos a presionar para que se avance en el sentido de la liberalización de las drogas, parece haber obligado a Obama a ceder algún terreno. Acepta, así, por primera vez, que los EE.UU. tienen algo que ver con el problema (sólo Hillary Clinton había admitido eso hace aproximadamente hace un año), despliega una resplandeciente panoplia de posibilidades de cooperación en materia de represión a los grupos narcotraficantes y afines (del tipo la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe), pero se atrinchera en la negativa a toda legalización o despenalización de las drogas aunque, al mismo tiempo, hace declarar a su portavoz que se trata de “un debate legítimo”. En realidad todo esto tiene algo de “mise en scène”: cuesta imaginar, a pesar de muchas declaraciones, quienes serían los presidentes latinoamericanos dispuestos a aprobar una real despenalización de las drogas significativas en sus respectivos países. En realidad el problema es muy complejo y requiere de una acercamiento ideológico y operativo que no parece estar cerca de lograrse entre la mayoría de los países del continente. La decisión de generar en la OEA "una comisión" para el estudio de tema, suena terriblemente burocrática. Y lo es, pero también es cierto que nunca se había hablado del combate al narcotráfico en una Cumbre con la franqueza y apertura que se habló en ésta.
Un tercer tema significativo en la cumbre fue la aparición de un nuevo abordaje del tema del comercio. En efecto, por primera vez los EE.UU. parecen genuinamente preocupados por ver en el conjunto de América Latina como un ”cliente privilegiado” para sus exportaciones. El cambio es, efectivamente, un signo de los tiempos. Con una Europa económicamente deprimida y muy poco dispuesta a incrementar sus compras Made in Usa, y una China que está inundando los mercados latinoamericanos con productos a precios relativamente bajos para calidades razonables, los EE.UU. parecen haberse dado cuenta (en particular ante la evidencia del fenomenal crecimiento de economías como la brasileña, la chilena, la peruana o la colombiana) que América Latina se merece algo parecido a un “servicio al cliente” que, hasta ahora, nuestros desatentos vecinos del Norte prodigaban a otros compradores. Aunque han procedido a una descomunal devaluación de su moneda para reactivar la economía y ganar mercados, es obvio que todavía les queda mucho por hacer. No solamente la China los desafía sino que, aun la propia Alemania, en una Europa en crisis, se muestra más eficiente en diversos rubros del mercado latinoamericano. Incluso, en el propio continente, aparecen países con vocación exportadora con quienes no va a ser muy sencillo de lidiar en los temas significativos del comercio internacional.
El balance es evidentemente escueto. Ni siquiera pudo acordarse, ni menos redactarse, una declaración final, por diluída, insulsa y general que ésta fuese. Obama logró que la Cumbre no le complicase su agenda electoral pero no logró en absoluto que el evento le reportase ningún tipo de rédito. Además del show de la partida extemporánea de la presidente argentina, quizás esta Cumbre quede en la historia como aquella en la que los discursos fueron de los más breves. La ausencia de Chávez y la de Correa, ayudaron mucho en ese sentido.....
Descartadas Malvinas y desinflado el globo de la presencia cubana en la Cumbre, particularmente para la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, el tema fue planteado, por parte de algunos, desde una perspectiva menos directa: intentaron plantear la cuestión del “aislamiento de Cuba“. Más que justificadamente los EE.UU. tuvieron que sufrir la crítica del insostenible mantenimiento de la Base de Guantánamo como prisión totalmente ilegal y violatoria de todos los principios del derecho internacional. Pero, en el tema del “acercamiento de Cuba”, la supresión del bloqueo, etc. la cuestión ya habia sido claramente despejada en la una destacable entrevista que Obama diese para los medios de América horas antes de viajar. La Carta Democrática Interamericana de 2001 era y es el criterio que regula las posibilidades de que Cuba sea tratada como las otras naciones latinoamericanas. Y, como sabemos, Cuba no sólo no respeta las libertades allí establecidas sino que, además, se jacta de no respetarlas y hace cuestión de principios de oponerse a ellas. En esas condiciones el tema de Cuba no podrá avanzar.
En la mencionada entrevista previa de Obama, se ingresaba en un terreno en el que, en realidad, las cosas si “se movieron” algo: el tema de la drogas y del combate a todo el entorno delictivo que las rodea. En la Cumbre fue cuestión, efectivamente, de este tema que presentaba al un interés sustantivo para países como México o Guatemala o Perú donde la cuestión del combate al tráfico de drogas es en realidad un problema creciente. Pero lo que constituye realmente algo muy parecido a una novedad es que el presidente de los EE.UU. acepte discutir, por primera vez en una cumbre, nuevos métodos de combatir el tráfico de drogas.
El hecho en sí mismo es políticamente significativo (y puede entrañar algún efecto electoral en los EE.UU.) pero la creciente tendencia de los países latinoamericanos a presionar para que se avance en el sentido de la liberalización de las drogas, parece haber obligado a Obama a ceder algún terreno. Acepta, así, por primera vez, que los EE.UU. tienen algo que ver con el problema (sólo Hillary Clinton había admitido eso hace aproximadamente hace un año), despliega una resplandeciente panoplia de posibilidades de cooperación en materia de represión a los grupos narcotraficantes y afines (del tipo la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe), pero se atrinchera en la negativa a toda legalización o despenalización de las drogas aunque, al mismo tiempo, hace declarar a su portavoz que se trata de “un debate legítimo”. En realidad todo esto tiene algo de “mise en scène”: cuesta imaginar, a pesar de muchas declaraciones, quienes serían los presidentes latinoamericanos dispuestos a aprobar una real despenalización de las drogas significativas en sus respectivos países. En realidad el problema es muy complejo y requiere de una acercamiento ideológico y operativo que no parece estar cerca de lograrse entre la mayoría de los países del continente. La decisión de generar en la OEA "una comisión" para el estudio de tema, suena terriblemente burocrática. Y lo es, pero también es cierto que nunca se había hablado del combate al narcotráfico en una Cumbre con la franqueza y apertura que se habló en ésta.
Un tercer tema significativo en la cumbre fue la aparición de un nuevo abordaje del tema del comercio. En efecto, por primera vez los EE.UU. parecen genuinamente preocupados por ver en el conjunto de América Latina como un ”cliente privilegiado” para sus exportaciones. El cambio es, efectivamente, un signo de los tiempos. Con una Europa económicamente deprimida y muy poco dispuesta a incrementar sus compras Made in Usa, y una China que está inundando los mercados latinoamericanos con productos a precios relativamente bajos para calidades razonables, los EE.UU. parecen haberse dado cuenta (en particular ante la evidencia del fenomenal crecimiento de economías como la brasileña, la chilena, la peruana o la colombiana) que América Latina se merece algo parecido a un “servicio al cliente” que, hasta ahora, nuestros desatentos vecinos del Norte prodigaban a otros compradores. Aunque han procedido a una descomunal devaluación de su moneda para reactivar la economía y ganar mercados, es obvio que todavía les queda mucho por hacer. No solamente la China los desafía sino que, aun la propia Alemania, en una Europa en crisis, se muestra más eficiente en diversos rubros del mercado latinoamericano. Incluso, en el propio continente, aparecen países con vocación exportadora con quienes no va a ser muy sencillo de lidiar en los temas significativos del comercio internacional.
El balance es evidentemente escueto. Ni siquiera pudo acordarse, ni menos redactarse, una declaración final, por diluída, insulsa y general que ésta fuese. Obama logró que la Cumbre no le complicase su agenda electoral pero no logró en absoluto que el evento le reportase ningún tipo de rédito. Además del show de la partida extemporánea de la presidente argentina, quizás esta Cumbre quede en la historia como aquella en la que los discursos fueron de los más breves. La ausencia de Chávez y la de Correa, ayudaron mucho en ese sentido.....