WIKILEAKS: Del “Vedettismo” a las Libertades
(1era. Parte)
El “affaire” de “Wikileaks” se ha transformado en un acontecimiento central de la actualidad política internacional. A medida que pasan los días la opinión pública va accediendo a nuevas “informaciones” y, paulatinamente, el asunto va tomando nuevas, o más grandes, dimensiones que las visualizables en sus inicios. A diferencia de otras “grandes revelaciones” del pasado (“Los papeles del Pentágono”, y su consecuencia posterior, “Watergate”), que fueron esencialmente manejadas por periodistas, políticos y profesionales de la información empeñados en un objetivo claro y concreto, en este caso estamos ante una empresa cuya intencionalidad y cuyo profesionalismo no resultan para nada claros. Esta indefinición y/o ambigüedad de la operación torna su análisis por demás complejo y hay por lo menos X abordajes de la cuestión que parecen relevantes. Desde los ribetes exhibicionistas del responsable de la operación hasta las más legítimas preguntas sobre el uso y la protección de las libertades en una sociedad democrática, hay un sinnúmero de cuestiones que merecen ser examinadas.
El Personaje. El director de “Wikileaks”, que ha cultivado cuidadosamente una imagen personal y pública que resultase conveniente para sus todavía ambiguos objetivos profesionales, acaba de lograr un éxito importante: gran parte de la prensa internacional habla del “enigmático Assange”. La caracterización de “enigmático” es, sin lugar a dudas, uno de los adjetivos más marketineros a los que personalidad alguna pueda aspirar ya que garantiza la sistemática y permanente curiosidad del público sobre el personaje, por lo menos por un buen período de tiempo.
No sabemos si este señor tiene un “asesor de imagen” pero, por la manera en que ha pasado de ser un obscuro “hacker” perdido en Oceanía (con alguna que otra acusación bastante más desagradable en Suecia, que resta por probar), a figurar como el personaje más citado, criticado o halagado de la prensa internacional desde hace más de una semana, merecería tenerlo. El carácter “enigmático” y seguramente exhibicionista de Assange interesa fundamentalmente aquí porque reenvía a una personalidad de “justiciero solitario”, de corte adolescente, empantanado en el conflicto paterno que tiñe todos los perfiles de su conducta. Al contrario de lo que recitan los manuales escolares de historia, los aspectos esenciales de la política en general, y en particular de la política internacional, nunca han pasado por las personalidades (brillantes u oscuras) que pretenden “manipular” o el escenario principal o las bambalinas traseras de la historia. Lo tuvieron que aprender grandes líderes populares como Napoleón, Hitler, Roosevelt, Stalin y también operadores sombríos como Fouché, Rasputín y unos cuantos más. Pasado un poco de tiempo, la verdadera historia vuelve por sus fueros, pronto se advierte el alto grado de complejidad que encierran sus acontecimientos y los personajes retornan a su escala meramente humana. En el caso de este muchacho, por más que trabaje incansablemente para alimentar su “vedettismo” compulsivo, cultivando un perfil de perseguido universal, siempre inubicable pero, al mismo tiempo, siempre dispuesto a la entrevista diaria oportuna (acaba de declarar a “El País” de Madrid que su vida peligra), cabe apostar que el tiempo se encargará de él bastante rápidamente.
Una épica populista. Por ahora Assange se ha posicionado en el papel del defensor de “la libertad de expresión”, o de “la libertad de información” si se prefiere. Para ello, como es sabido, ha publicado en internet un mamotreto de más de 250.000 reportes (y, a través de cinco de los principales periódicos internacionales, algunos extractos del mamotreto) diplomáticos norteamericanos emitidos desde todas partes del mundo, prometiendo, desde luego, nuevas publicaciones. En otros términos: como los diplomáticos informan datos reservados, confidenciales o secretos a sus capitales -(y eso es así por lo menos desde que Venecia comenzase a enviar embajadores residentes en las grandes cortes europeas en el siglo XV)- Assange ha decidido terminar con esa insoportable conspiración. Gracias a su habilidad técnica, clarividencia política e impoluta honestidad, el mundo entero conocerá, finalmente, las “sucias” intrigas de los diplomáticos. Conviene señalar al pasar que este paladín de la verdad diplomática se concentra, seguramente por mera casualidad, en exhibir muy particularmente las comunicaciones de los diplomáticos norteamericanos y muy poco en las de los de otros países. Aunque, “noblesse oblige”, ya prometió en el día de ayer que pronto será el turno de otras cancillerías e, incluso, de organizaciones de otro tipo.
El único atributo que parece requerirse para ser “hackeado” e investigado, y excitar suficientemente el interés de Assange como para tener el privilegio de ser publicitado en el assangesite, es el de poder aparecer ante la mirada popular como una organización poderosa, malevolente y de intenciones poco claras. Lo demás será automático: los materiales de “Wikileaks” los retomarán los medios, más o menos prudentemente, y el gran público que, por sí mismo, siempre está pronto para imaginar cualquier improbable conspiración que le permita ”confirmar”, una vez más, su convicción de que “El Poder” es constitutivamente “malo”, hará el resto. Y, decimos constitutivamente malo porque desde siempre sabemos que, en la más vulgar construcción del más vulgar imaginario populista, sólo se requieren dos cosas: una masa de público dispuesta a autocompadecerse sistemáticamente de sí misma y un “Otro”, gobierno, considerado indigno, distinto, insensible a las demandas “populares” y, si es posible, omnipotente. El primero es “el pueblo” y es bueno, y el segundo es “el poder”, y es malo. Entre otros muchos requisitos del imaginario populista vulgar, destaca el de que es necesario que “el poder” tenga entre los atributos fundamentales de su maldad el de esconder sistemáticamente “la verdad” al “pueblo”. Todo esto funcionó así desde el fondo de los tiempos hasta que apareció Julian Assange y nos trajo la luz.
Las “revelaciones” A parte de retroalimentar el imaginario populista: ¿en qué medida la información contenida en el mamotreto ilustrará en algo concreto a la opinión pública? ¿Cómo es que el público podrá, efectivamente, acceder a los 250.000 mensajes y a los que, según promete Assange, seguirán apareciendo? ¿En cuántos idiomas y dialectos habrán de ser traducidas revelaciones trascendentes tales como las relativas a la psique de Cristina Fernández, a la nariz de Evo Morales, a la corrupción del gobierno afgano, al autoritarismo de Putin, a las profundas divisiones entre Irán y los países del Golfo, al pro-americanismo de Sarkozy, a la intrascendencia de Rajoy, etc., para que, efectivamente, TODO el público del mundo esté REALMENTE informado? ¿Cómo quedará finalmente esclarecido el infame papel de esos diplomáticos norteamericanos que osan enviar informes al Departamento de Estado en Washington sin comunicar puntillosamente al público cada apreciación y cada opinión sobre los gobiernos extranjeros? ¿Cuán radicalmente habrá de cambiar el mundo cuando, finalmente, y en el futuro inmediato, el Sr. Assange logre instalar La Transparencia definitiva y total en la política internacional? Estas son sólo algunas de las preguntas cuyas respuestas todavía nadie atina a encontrar pero que, estamos seguros, no faltarán candidatos a seguir insistiendo en su búsqueda. (Sigue)
Información biográfica sobre Julian Assange: http://www.bbc.co.uk/news/world-11047811