jueves, 7 de marzo de 2019

AQUELARRE ECONOMICO






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Destroza la Política Monetaria Moderna (PMM)


José Manuel Suárez Mier
Para su publicación
En Excélsior, 7 de marzo de 2019.


En una columna reciente (¡Sin Restricción Presupuestal!, febrero 22) critiqué como absurdas las propuestas de quienes inventaron la PMM, los nuevos alquimistas que creen haber hallado la forma para que los gobiernos gasten sin límite mediante la impresión de dinero. 

Censuré, de paso, a “economistas que solían ser serios como Larry Summers… que sin llegar al extremo de adoptar la PMM, sustentan que no sólo es posible, sino deseable que el gobierno de EU gaste lo que se requiere para reconstruir su caduca infraestructura con más endeudamiento barato.” 

Resulta que Summers acaba de publicar un artículo en el que se deslinda de los autores de la PMM, y afirma que hay que evitar la “teoría del almuerzo gratis,” citando la frase de mi maestro Milton Friedman en la que advierte que las políticas públicas dadivosas siempre las paga alguien.

Compara a los nuevos alquimistas monetarios con los postulantes extremos de la “economía del lado de la oferta” que ganaron fama en los 1980s afirmando que bajar impuestos era una política que siempre generaba un crecimiento más acelerado, lo que hacía tal política autofinanciable. 

Yo conocí bien a quienes formulaban esa visión, Arthur Laffer, quien asesoró al Presidente Ronald Reagan, y Jude Wanniski, editor del Wall Street Journal convertido en influyente predicador del nuevo culto de abatir impuestos, lo que el Presidente George Bush (padre) llamó Voodoo Economics.
Summers afirma que ambas teorías extremas se basaban en ideas válidas. En el caso de la PMM, en que hay que revisar los prejuicios sobre política fiscal, igual que tasas impositivas altas llevan a abatir la recaudación en ciertos rangos, por lo que reducirlas la elevaría, como lo acredita la Curva de Laffer. 

Cita las principales falacias de la PMM: 

* Que mediante la impresión ilimitada de dinero, el gobierno puede financiar sus déficit a un costo cero, cuando en el mundo real el gobierno paga intereses en cualquier moneda que emita, que pronto se convierte en reservas que los bancos comerciales depositan en el banco central que les
paga intereses, por lo que la cantidad de dinero líquido en circulación no la controla el gobierno sino el público, que siempre puede llevarlo al banco. 

* A diferencia de lo que afirma la PMM, los gobiernos no pueden emitir dinero nuevo para pagar sus gastos y deudas sin que ello termine en la ruina, como lo respalda amplísima evidencia empírica de muchos países emergentes en los que tales prácticas llevaron siempre a la hiperinflación, como lo ilustra el trágico caso actual de Venezuela ilustra. 

* Quienes proponen la PMM creen en un modelo de economía cerrada, pero una política monetaria en esteroides como la que ofrecen, lleva a un colapso de la paridad, lo que a su vez retroalimenta la inflación, mayores tasas de interés de largo plazo, más altas primas de riesgo y el éxodo de capitales.
En México ya sufrimos una propuesta similar a la de los vocingleros de la PMM. Al final del sexenio de José López Portillo (1976-82) con el colapso del precio del petróleo, única exportación entonces, y de su cantidad al no querer ajustar los precios a la baja, el pésimo economista que era su hijo, asesorado por “académicos” de la Universidad Cambridge, propuso un plan de choque. 

Se trataba de subir el enorme gasto deficitario aún más, emitiendo dinero para alentar el crecimiento, cerrar la economía con un férreo control de cambios y expropiar los bancos para evitar su supuesta complicidad en la fuga de capital. La debacle resultante fue colosal y costó al país una década de estancamiento, de elevada inflación y de gravosas renegociaciones con acreedores externos. 

En su incultura económica absoluta, es obvio que los nuevos alquimistas de la PMM ignoran todo esto. ¿Cuánto tardarán estas gansadas en llegar a México?