jueves, 30 de abril de 2009

“CHAVEZ, GALEANO Y LA HEMORRAGIA PERPETUA DE AMÉRICA LATINA”

“C´est dans le nom du père qu´il nous faut reconnaître le support de la fonction symbolique qui…identifie sa personne á la figure de la loi. Cette conception nous permet de distinguer clairement dans l´analyse d´un cas les effets inconscients de cette fonction d´avec les relations narcissiques,...”
Jacques Lacan
"Écrits"1

Durante la reciente Cumbre Iberoamericana llevada a cabo en Trinidad Tobago, el Presidente Hugo Chávez, en un gesto más de su histrionismo compulsivo, llevó a cabo el “amable” gesto de regalarle, al Presidente Barack Obama, un ejemplar de “Las Venas Abiertas de América Latina”.

Las preferencias literarias del presidente de Venezuela no nos interesan ya que albergamos más de alguna duda sobre sus criterios de selección relativos a la producción intelectual. Por otra parte tampoco conocemos, ni cabe hacerse "a priori" demasiadas ilusiones, sobre cuáles han de ser los títulos preferidos de la biblioteca de Obama. Pero lo que interesa aquí son esencialmente dos cosas que están indisolublemente unidas: el acto del obsequio y las características del libro obsequiado.

-En la mayoría de los encuentros diplomáticos entre autoridades políticas de cierto rango, es una costumbre aceptada que presidentes, ministros, embajadores o funcionarios políticos relevantes intercambien obsequios que, la mayoría de las veces hacen referencia a algún aspecto de la cultura, la historia, las peculiaridades de las costumbres nacionales o, sencillamente, los atractivos naturales del país de origen de cada funcionario. Es un pequeño ritual de simpatía y “aproximación” que tiene siglos de antigüedad y que utilizaron tanto los emperadores chinos con los mogoles o Moctezuma y Cortés y que hoy utiliza cualquier funcionario de alto rango cuando visita o se reúne con algún colega de similar jerarquía.

El obsequio de Chávez no reúne ninguna de estas características. No fue ni amable, ni buscó manifestar simpatía o aproximación alguna con el Presidente Obama. Lo que buscó el presidente de Venezuela fue poner en ridículo al Presidente de los EE. UU. en la primera ocasión que éste se reunía con los presidentes iberoamericanos, obligándolo a agradecer en público y ante las cámaras de TV de todo el mundo, un libro, para él desconocido, que contiene, además de flagrantes falsedades históricas, los mas incalificables epítetos para con los EE.UU. En otros términos: el “regalo” de Chávez es una típica “viveza” de sargento cuartelero que, hijo al fin de un mundo caudillesco y autoritario, entiende la política como práctica “ventajera” donde, tomarle al pelo al interlocutor, constituye, más allá de toda lógica, un recurso supuestamente eficaz.

-La artimaña descansa, en última instancia, en las características del libro regalado porque si el tan bolivariano Chávez le hubiese obsequiado a Obama un libro sobre la vida de Bolívar, una réplica de su espada o cualquier objeto ateniente a las peculiaridades de epopeya del prócer o de la propia Venezuela, nadie habría reparado en el gesto. Es más, seguramente, en ese caso, el obsequio no hubiese sido entregado en público. Por ser el libro que es, resulta que el gesto adquiere toda su connotación despectiva y grotesca.

Editado en 1970, seguramente no son muchos los jóvenes latinoamericanos que lo han realmente leído a pesar de sus ocho ediciones y de que constituye un texto de referencia para todo el pensamiento de la “izquierda” jurásica de América Latina.

Su tesis, y el planteo retórico que la sustenta, son muy sencillos ya que está concebido como un panfleto truculento. Los países latinoamericanos han sido “una presa” constante de la malevolencia intrínseca de las “grandes potencias”: “…América Latina…se especializó en perder desde los tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta…”. “Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones”. ”La región continúa trabajando de sirvienta”2

A lo largo de las más de 4oo páginas siguientes, el Sr. Galeano se activa, mediante un prosa fluida y elegante, a denigrar, simultáneamente, dos historias: la historia de los países latinoamericanos y la de países como España, Inglaterra, Portugal, Francia, Países Bajos y, especialmente, los EE.UU.

La primera historia, la de los países latinoamericanos simplemente no existe. Cumpliendo con su inexorable papel de “sirvienta” en la historia universal todos sus avatares, sus problemas, sus fracasos y hasta sus avances y éxitos (que, naturalmente, son casi inexistente para el autor) no son sino el resultado de decisiones tomadas esencialmente por sus “patrones”. El libro, que “ingeniosamente” fue regalado a Obama, es el compendio perfecto del fracaso y la justificación de la inviabilidad absoluta de los países latinoamericanos para erigirse en sujetos de su propia historia por limitada o cuestionable que ésta fuere. Es el Libro de la Derrota Latinoamericana.

Este ejercicio de autodenigración masoquista tendría al menos algún sentido si desembocase en el análisis de las razones internas por las cuales nuestro fracaso histórico sería de tal magnitud. Nada de eso hay en el libro.

La segunda historia, la de los países “patrones” es esencialmente la culpable de la primera. Esos países son omnipotentes e implacables en el robo, el pillaje, la matanza, la “vampirización” y la expoliación. Indignos agentes de una historia universal concebida como una inacabable conspiración, ellos, y particularmente los EE.UU., son los responsables de esta “Historia Universal de la Infamia”.

Ese fue el libro que Chávez le obsequió a Obama. Una historia que hace culpables a los EE.UU., y a otros países, de nuestros propios derroteros y que realiza el “tour de force” de una argumentación donde América Latina es un mero “objeto- juguete” incapaz de hacerse cargo ni de las dichas ni de las desventuras de su historia.

P.S. Al tiempo de cerrar este editorial, la Embajada de México en Uruguay y Editorial Sudamericana presentan un excelente pequeño libro de Fanny del Río, escritora mexicana de nacimiento pero terca y estoica residente en el Uruguay, titulado: "La verdadera historia de Malinche". Si alguien quiere enterarse, gracias a la seriedad y ecuanimidad de esta suerte de novela histórica, de cómo fue la tragedia de la Conquista de México Tenotchitlán, -(que es el epítome del proceso de gestación de esta América Latina, radicalmente mestiza, pero no “indígena”, oportunamente analizada por Edmundo O´Gorman en su “Invención de América”)- habrá de referirse a este magnífico texto que da por tierra con todos los simplismos maniqueos de la “leyenda negra” de la Conquista que acaban de asestarle al Presidente Barack Obama.

1 Nota: Extracto de: Op.cit. p. 278, Ed. du Seuil, Paris, 1966.

2 Op. cit. p. 13. Ed. del Chanchito, Montevideo, 2006

jueves, 2 de abril de 2009

OBAMA ANTE EL G 20

 OBAMA ANTE EL G 20
 
 
 
 

Hoy comienza, en Londres, la reunión cumbre del Grupo de los 20. Fruto de una idea de los presidentes de Alemania y Francia propuesta el 23 de septiembre del 2008, en las Naciones Unidas, ante la multiplicación de signos de agravamiento de la crisis, la reunión ha cambiado en algo sus objetivos originales y las posibilidades de que de ella surgan resultados de importancia son escasas.
Un primer elemento novedoso es que la fuerte emergencia mediática de la figura de Barack Obama no era previsible en aquel momento. Hoy la “vedette” indiscutible de este evento será la figura del nuevo Presidente norteamericano que, aunque todavía no parece hacer pie en sus políticas anti-crisis, estará llevando a cabo su primera gira internacional. En ese sentido, es previsible que ésta sea “una cumbre Obama”
Obama continúa ejercitando un fuerte dinamismo político con un aluvión de propuestas, particularmente en el ámbito nacional, sin que los resultados aparezcan claramente. En una acelerada (si no es que algo frenética) gimnasia de redefinición de políticas públicas, el nuevo presidente ha ido acertando en algunos temas (energías renovables, liberación de la investigación sobre las células madre, control relativo de las remuneraciones de los ejecutivos del sector financiero) y, también pegando palos de ciego en otros (“buy american”, libre comercio “ma non troppo”, errores en la selección de altos funcionarios y un mal manejo político del tema de las remuneraciones en bonos de los ejecutivos de AIG). En cualquier caso, nadie podrá negar que todavía haya, en el debe, más de una cuestión que el público norteamericano espera con ansiedad.
Pero es en el ámbito internacional donde la proyección de Obama, y particularmente la imagen de renovación que acompañó su elección, están aún lejos de visualizarse claramente. Son muy pocos los temas en los que la nueva Administración ha podido marcar diferencias claras y sustantivas con la polémica (por decirlo elegantemente) gestión de su antecesor.
Esta reunión del G 20 era la ocasión soñada (tanto por el “timing” como por el marco que convoca a un grupo tan importante de países) para que Obama “makes the difference” e iniciase la proyección de una nueva postura de los EEUU ante el mundo. Desgraciadamente, todo indica que vamos a escuchar más de lo mismo aunque, esta vez, dicho en mejor inglés, con alguna sonrisa prescindente y trajes notoriamente mejor cortados que los de Bush.
Hasta ahora al menos, la trama del relato internacional de Obama parece reducirse a “un cambio de modales”. Considerando la exultante torpeza internacional de Bush, el cambio no puede ser mas que bienvenido pero, más allá del estilo, el mundo y particularmente los países allí reunidos (que representan mas del 85% del PIB del mundo) esperan algo más que el redescubrimiento de formas protocolares que la diplomacia de muchos países practica hace siglos.
Pedirá, seguramente con firmeza y elegancia, más presencia en Afganistán y Pakistán, insistiendo que ésta tenga el mayor “multilateralismo” posible. Insistirá en que es importante retirarse de Irak generando, en el mismo movimiento, un gobierno con capacidad de gestionar razonablemente lo que queda de ese país. Volverá a advertirnos contra el terrorismo pero, esta vez, sin referirse a Satán.
En lo que hace a los temas vinculados a la crisis económica global (tema que fuese la razón inicial de la reunión), cabe esperar que Obama vuelva con una versión edulcorada del discurso tradicional de los EEUU.
Pedirá (¡una vez mas!) un refortalecimiento billonario del FMI pero sin admitir la menor revisión de su funcionamiento y de sus “constituencies”. Acentuará el “touch” social reclamando ayuda para los países en desarrollo pero sin hablar del eternamente postergado saneamiento de las relaciones desastrosas entre los EEUU y el sistema de las NN.UU. Impulsará, acompañado a regañadientes por la UE, una vigorosa invocación a la creación de empleos y al crecimiento económico con ideas tan novedosas como ayudas financieras del estado, reducción de impuestos y algo parecido a una tímida regulación del mundo financiero, sancionando los “paraísos fiscales” y toda práctica que pueda incrementar el riesgo y la desconfianza que campean en la economía mundial. En materia comercial, también acompañado por la UE, ensalzará el libre comercio y condenará las tendencias proteccionistas sin ensayar el menor movimiento para destrabar la ronda de Doha.
En definitiva, será interesante observar, además de lo anteriormente descrito, si existe y cuan lejos ha de llegar la llamada "agenda de cambio" de Obama en política internacional. Ojalá los hechos nos desdigan pero todo indica que sus perfiles son más que difusos.