SECRETARÍA EJECUTIVA DE LA CEPAL: Necesitamos una economía más basada en el conocimiento
Santiago,
14 de noviembre de 2014 (DW).- En entrevista exclusiva con DW, Alicia
Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, analiza los retos económicos a
los que se va a enfrentar América Latina durante la próxima década.
DW:
Hace poco más de un mes, el FMI redujo considerablemente las
perspectivas de crecimiento de América Latina y el Caribe y proyectó que
en 2014 la región se expandirá un 1,3 por ciento, la tasa más baja
desde 2009 y 1,2 puntos porcentuales por debajo de las previsiones de
abril. En su informe, el FMI explicó como causa la "ralentización tanto
de la demanda externa como una demanda interna más débil" que está
sufriendo la región. La CEPAL, por su parte, pronosticó en agosto un
crecimiento 0,5 puntos inferior al que predijo en abril. ¿Qué le ocurre a
la economía de Latinoamérica?
Alicia
Bárcena: Nosotros inclusive en 2013, en el balance preliminar hicimos
una prospectiva para este año del 2,2 %, que después tuvimos que reducir
al 1,8% y que seguramente tengamos que reducir aún más, hasta el 1,3%
antes de final de año. Estamos sólo una décima por encima del FMI. Lo
que le ocurre a la región es que hay tres economías que están creciendo
mucho menos de lo esperado en este período. Brasil, por encima del
resto, ha pasado de crecer un 1,4% a hacerlo un 0,4%. Chile, por su
parte, pasa de un 3% a un 1,3%; y Ecuador, que aunque es una
desaceleración menor –de 5% a 4,5%-, también cae en esta tendencia. Sin
duda también Argentina y Venezuela, dos economías con cierta
incertidumbre que van a tener crecimiento negativo. En el resto de la
región, Centroamérica y México tienen un mejor desempeño que el resto de
economías sudamericanas. El ciclo se revierte. Aunque en México se
esperaba un mayor crecimiento, en Centroamérica estaremos en torno al
3,5-4%.
Las
causas de esta desaceleración son, por un lado, una caída importante de
las exportaciones. En 2011, teníamos un ritmo de exportaciones del 23%.
Este año, solamente del 0,8%. ¿Por qué sucede esto? En gran parte
porque los mercados de destino de América Latina, Europa sobre todo, han
tenido problemas. También China, que no es que tenga problemas, pero
también su economía se está desacelerando. Estábamos acostumbrados a que
China creciese en dos dígitos, y ahora está haciéndolo al 7,3-7,5%.
Aunque, como he dicho, Europa es el gran problema. Aunque su peso en la
economía mundial es similar al de EE.UU., ambas con alrededor de un 12%,
Europa juega un papel muy importante en la demanda de importaciones
procedentes de Latinoamérica (30% frente al 12% de EE.UU.). Europa es un
motor de crecimiento mundial y está pasando por un mal momento.
Por
otra parte, el menor crecimiento y el descenso de los ingresos están
provocando una caída del consumo en América Latina que, unido al
descenso de financiamiento barato procedente de EE.UU. hace que la
región se contraiga.
Por
último, las tasas de inversión son insuficientes para mover la
economía. Las economías que mejor desempeño tienen en América Latina
(Colombia, Bolivia y Ecuador) son aquellas que lograron apuntalar la
inversión pública como una política anti cíclica.
Durante
su discurso en la Conferencia Regional Datos Abiertos celebrada en
México D.F. hace poco más de un mes, usted utilizó tres dimensiones para
plantear la centralidad de la igualdad en el desarrollo. La primera
dimensión es la que tiene que ver con la abolición de privilegios y la
igualdad de derechos. La segunda, la necesidad de lograr una igualdad
real en lo que a la distribución de recursos en la sociedad se refiere.
Por último, planteó equidad en lo que se refiere a “la extracción y uso
de los recursos naturales (…) con costos que se avecinan en el ámbito
del cambio climático, el hacinamiento urbano y el deterioro ecológico
planetario”. ¿Cómo es posible que haya países que utilicen un modelo de
economía extractivista sin pensar en las consecuencias que esto supondrá
para las futuras generaciones?
Creo
que la humanidad en su conjunto está viviendo una época de conversión
entre un sistema de privilegios a una cultura de la igualdad. Por eso
nosotros hablamos de un cambio de época, y no de una época de cambio. En
Latinoamérica vemos este cambio en mayor medida, porque somos la región
más desigual del planeta. La segunda tensión, la que se refiere a la
distribución de las rentas, ha creado grandes brechas distributivas.
A
la que usted se refiere, al extractivismo versus un uso sostenible de
los recursos naturales, ese es uno de los cambios paradigmáticos más
profundos hacia donde tiene que ir la humanidad. Nosotros, en América
Latina, nos hemos concentrado en extraer recursos, sobre todo no
renovables –hidrocarburos, minerales, gasíferos- y no hemos procesado
esos recursos, si no que los hemos exportado directamente. Asimismo,
tampoco hemos logrado que esas ganancias se redistribuyan mejor hacia el
interior de la región, o bien se reinviertan en otros sectores
productivos. Esto es algo totalmente insostenible. La economía que
viene, la futura, va a ser una economía descarbonizada y circular.
Hoy
en día se están haciendo progresos en nuevas tecnologías, sobre todo en
los países desarrollados, que promueven la creación de estas economías
circulares haciendo un mejor uso de los recursos naturales. En nuestro
caso, creo que vamos a tener poca capacidad porque hemos sacado todo de
la región: el oro, el cobre, la plata… todo se exporta. Nos estamos
quedando sin el recurso natural, sin haber invertido en otros sectores y
sin la capacidad de crear una economía circular.
Viendo
el precio del petróleo hoy en día... Creo que ese el otro punto.
Nosotros venimos de un boom del precio de las materias primas muy alto,
en gran medida por la alta demanda china. Aunque creo que los precios no
van a caer a niveles anteriores a la década de los noventa, esa
dependencia de los recursos naturales tiene que terminar. Tenemos que
pasar a una economía más diversificada, más basada en conocimiento,
aprovechando por otro lado el bono demográfico.
Hoy
en día, la población de que predomina en América Latina - entre 15 y 60
años- tiene la posibilidad de mejorar sus capacidades, absorber el
progreso técnico y tiene la opción de provocar este cambio de
orientación. Ojalá podamos tomar esa ventaja.
¿Observa la CEPAL una mayor tendencia extractivista en ciertos países, dependiendo que quién gobierne en ellos?
Sí,
definitivamente. Vemos que hay países que están comprometidos a
realizar una diversificación de su matriz productiva. Uno de ellos es
Ecuador, que ha tomado el toro por los cuernos y ha logrado diversificar
su economía. De esa forma, nos han invitado a observar cómo se
comportan las cadenas de valor en 14 sectores. Estamos haciendo estudios
específicos de esos sectores para ver cuáles son aquellos que tienen
mayor capacidad de diversificación. Ecuador también hizo una
renegociación de los acuerdos petroleros con esas empresas de manera que
las regalías pudiesen revertir en mayores ganancias para el país. ¡Las
empresas seguirán ganando mucho, pero no tanto!
Hay
países que podrían hacer una renegociación de esta naturaleza, aunque
lo ideal sería que todos los países del entorno lo hiciesen al mismo
tiempo para lograr establecer un marco más homogéneo de trato en el que
las empresas ganen –la inversión directa extranjera y la inversión
nacional-, pero en el que al mismo tiempo se produzcan regalías que se
puedan distribuir mejor.
Otro
país que pondría como ejemplo es Bolivia. Aunque ellos hicieron una
nacionalización del gas, con las ganancias empezaron a invertir en
infraestructura, lo que ha permitido una revalorización de los bienes
públicos: vivienda, transporte, hospitales. El salto que Bolivia tiene
que dar ahora es invertir en nuevos sectores productivos para poder
diversificar esa capacidad. Esos dos países son bastante ejemplares.
Los
otros dos que tienen esa capacidad son Argentina y Brasil. Brasil sobre
todo, porque tiene una gran demanda interna, muy interesante para
industria automotriz o la metal-mecánica. Aunque es un mercado
atractivo, en los últimos años ha prevalecido el extractivismo. México
también, porque está mucho más diversificado. Las causas son, claro, la
cercanía a EE.UU. y por su inserción en algunas cadenas de valor de la
economía estadounidense, aunque a niveles muy bajos tecnológicamente
hablando.
El
cultivo de bienes negociables (soja, trigo, caña) se está extendiendo
en numerosos países latinoamericanos, como por ejemplo Argentina.
¿Es un problema a ojos de la CEPAL?
Depende.
Argentina es un país bastante diversificado, que ha sido muy exitoso
sobre todo en el ámbito agrícola. Posicionarse como un productor de
alimentos hoy en día en el mundo es muy importante, sobre todo si se
hace de una forma tecnificada. Lo ideal sería que se pudieran hacer
cadenas de valor más profundas los países de la alianza MERCOSUR:
Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. Está empezando a suceder, aunque
todavía de manera muy incipiente. No lo veo como un problema.
Y
que esos bienes se exporten sin procesar, en vez de promover un tejido
industrial que sea capaz de producir bienes de consumo, ¿no es un
problema?
Sí
claro, por supuesto. Eso es lo que hoy estamos proponiendo, que el
valor agregado se quede en los países. El problema son los mercados. El
acceso a la soja, por ejemplo, no tiene arancel. El problema es que la
importación de soja tiene unos aranceles del 30-40%. Entonces eso es lo
que nuestra región está tratando de explicar. Es un baile de dos lados.
Si quieren que abramos nuestro mercado y seamos menos proteccionistas,
el resto de mercados también tienen que serlo. Latinoamérica necesita
acceso pleno para sus productos elaborados.
Para
luchar contra la pobreza y promover un mayor desarrollo social en
Latinoamérica, usted plantea la necesidad de realizar un salto
tecnológico que promueva un cambio de la producción y el consumo, y que
redefina la ecuación Estado-mercado-sociedad.
A efectos prácticos, ¿qué hay que hacer para lograr esta revolución técnica?
Ese
es el gran problema. Creo que hay varias cosas aquí. Lo primero que hay
que impulsar es una educación técnica que garantice una inserción mayor
en los niveles intermedios de productividad. Eso se tiene que hacer de
la mano de las empresas, de ahí el acuerdo Estado-mercado-sociedad.
Tiene que haber pactos entre empresas, universidades y la gente en
general para ir articulando mejor el mercado de trabajo con la educación
por un lado, y con la productividad, por el otro. Sentimos que las
empresas multilatinas tienen que convertirse en las grandes impulsoras
de la articulación de las cadenas de valor. Para ello, se requieren
planes industriales. La región tiene que industrializarse.
Diez
países ya han implantado este tipo de planes que tienen como principal
objetivo mejorar la productividad a través de una mejora tecnológica,
evitando un descenso de los salarios. Aumentar la productividad requiere
estrategias políticas nacionales. El desarrollo de nuevos sectores y la
diversificación de las estructuras productivas requieren el apoyo de
inversores privados y necesitan de una regulación propicia. La economía
circular en todos sus sentidos y el cambio de la matriz energética son
los temas centrales de esta revolución. Somos una región muy ineficiente
energéticamente hablando. Ahí vamos a necesitar grandes proyectos. En
la década de los setenta, una de las industrias que provocaron el cambio
de la matriz productiva en América Latina fue la automotriz, y sobre
todo la alemana. Necesitamos una segunda ola de industrialización en
América Latina, y para ello hace falta la ayuda de la inversión
extranjera, como la alemana, por ejemplo.
¿En
lo que se refiere a la sostenibilidad: A qué desafíos sociales,
económicos y medioambientales se van a enfrentar Latinoamérica y el
Caribe durante la próxima década?
En
cuanto a los desafíos sociales, creo que porque estamos llegando a una
meseta en la parte de poder sacar a más gente de la pobreza, sólo por
programas sociales, por transferencias públicas, vamos a tener que pasar
a una nueva generación de política social en la que se tiene que
combinar la salida de la pobreza con transferencias condicionadas o no
contributivas, y con programas productivos. Es decir, analizar cómo se
pueden articular las economías agrícolas familiares con programas como
los que está realizando la FAO, por ejemplo. Ese es un problema: cómo
nos movemos de transferencias a empleo. El empleo con derechos es la
llave de salida de la pobreza.
La
época en la que vivimos nos empuja a lograr una mayor tecnificación, a
costa de desplazar el empleo. Creo que va a haber necesidad de crear
nuevos sectores (cultivo de tierras, reciclaje…) que requieren mucha
mano de obra en parcelas como la del desarrollo sostenible.
Nuestra
región tiene una urgencia en lo referente al desarrollo sostenible. El
80% de América Latina está urbanizada, y estas ciudades anteponen los
bienes privados a los públicos. Mientras en América Latina no paguemos
más impuestos, no lograremos generar bienes públicos. Para ello
necesitaremos de Estados que sean capaces de administrar esos impuestos.
Esa dimensión virtuosa Estado-mercado-sociedad, en la que la sociedad
paga impuestos, el Estado los distribuye adecuadamente y el sector
privado participa virtuosamente, forma una cadena que es la que hace más
falta en este momento.
En los últimos tiempos se está hablando mucho del levantamiento del embargo a Cuba. ¿Qué opina la CEPAL acerca de ello?
Estamos
totalmente a favor de que se levante el bloqueo. Llevamos 52 años de
bloqueo en Cuba. En 2011 se hizo un cálculo acerca de lo que le ha
costado a Cuba este bloqueo, y se estimaba en 120.000 millones de
dólares. Es el momento de hacerlo. ¿Qué está pasando en Cuba? He llegado
a la conclusión de que, en este momento, el bloqueo puede perjudicar
más a EE.UU. que a Cuba. Cuba se está abriendo y está cambiando su
modelo de actualización económica.
Acaban
de hacer una feria de inversión directa extranjera, abriendo nuevos
sectores, están esperando una inversión de alrededor de 8.900 millones
de dólares y, por el bloqueo, empresas norteamericanas no van a poder
participar. Aunque hay condiciones para esta apertura, me parece muy
interesante que Cuba se abra a una actualización de su modelo económico
desde la igualdad. Mientras que el resto de América Latina tiene que
actualizar su modelo económico para lograr la igualdad, en Cuba la
igualdad es un principio y una realidad social. Cuba tiene que modificar
su modelo económico, y eso es lo que está haciendo.
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