sábado, 15 de noviembre de 2014

Ha muerto Tulio Halperin Donghi


Tulio Halperin Donghi (FoTo 114!) - SIGO SIN INTERNET! <BR>POSTEO PARA NO DEJARLO MEDIO MUERTO! <BR>IGUAL ESTOY CONSIGIENDO FOTOS PARA POSTEAR CUANDO TENGA INTERNET! <BR>LOS KIERO! <BR>SALUDOS! - Fotolog


Ha muerto Tulio Halperin Donghi. Es un hito fundamental dentro de la Historia y dentro de la disciplina histórica de la Argentina. Como uruguayos tuvimos poco acceso directo a él (unas pocas y efímeras clases en París, en la vieja École Pratique, Boulevard Raspail) pero creo que la enorme mayoria de los uruguayos, aun los no historiadores, ni sociólogos ni economistas, siempre nos referimos a su obra como un punto nodal de cualquier intento serio de entender la historia latinoamericana y rioplatense. Eso no es casual. No es cierto, como se afirma más abajo, en esta publicación de “Página 12” (¡¡¡modelo de ecuanimidad ideológica!!!), que su definición de antiperonista fuese “casi como un destino”. Fue un acto de inteligencia, clarividencia y fuerte convicción democrática, liberal y republicana. Fue el historiador de la democracia argentina que nunca pudo ser y que él nunca pudo ver. Los uruguayos, probablemente en su enorme mayoria, le rendimos tributo por no haber nunca conciliado con el pensamiento conservador de las patotas intelectuales rosistas, revisionistas y peronistas. Hasta siempre Profesor. (JBS)



“Se fue una parte de la Historia”


Por Silvina Friera

Fue uno de los historiadores argentinos más destacados de las últimas cuatro décadas. Renunció a su cátedra por su oposición a la dictadura de Juan Carlos Onganía y se exilió en Estados Unidos. “Fui antiperonista casi como un destino; no es que lo eligiera”, se definió él mismo.
       
El caballero de la historia argentina, menudo como un soplo, supo que la faena del historiador es inexorablemente política. Que nadie puede estudiar la Revolución Francesa o la Revolución Rusa como si estuviera investigando la vida de las hormigas o de las abejas. “Toda mi vida fue afectada por la política. Fui antiperonista casi como un destino; no es que lo eligiera, ahí caí y afronté las consecuencias. Nunca se me ocurrió hacer otra cosa. Pero en algún momento eso empezó a aburrirme, y afuera se hacía incomprensible que todos, peronistas y antiperonistas, se calentaran tanto por cosas que desde el exterior no se veía por qué eran tan importantes.” Tulio Halperin Donghi, uno de los historiadores argentinos más destacados de las últimas cuatro décadas, murió ayer a los 88 años, informaron desde la editorial Siglo XXI. “No sólo perdemos al autor de una obra excepcional, dueño de un pensamiento sagaz, irónico e imposible de reducir a cualquier tipo de esquematismo, inspirador de tantos autores más jóvenes, sino también a una persona que acompañó desde sus inicios nuestro proyecto editorial, tanto en México como en la Argentina –afirmó el editor Carlos Díaz a través de un comunicado–. En 1957, Arnaldo Orfila Reynal, fundador de Siglo XXI y gran amigo de Tulio, le encargó un libro, que terminó siendo nada menos que Revolución y guerra, una de sus obras fundamentales, publicada por primera vez en 1972.”

En la antología Discutir Halperin (El cielo por asalto, 1997), en la que un grupo de historiadores e intelectuales reflexionan acerca de las contribuciones del autor de Una nación para el desierto argentino (1982) a la historia argentina, Ignacio Lewckowicz intentaba definir su complejo objeto de estudio. “¿Quién es Halperin? El agudo historiador que supo penetrar en habitaciones secretas del archivo. El emigrado que en la distancia alcanza una lucidez triste y serena. El elegante animador de veladas selectas. El tenaz antihéroe moderno, convertido por ello en héroe posmoderno. El oráculo que –en irónico enigma– enuncia la verdad para quien sepa la cifra [...] El delicado equilibrio entre dandismo y nihilismo. El viejo gorila.” Halperin Donghi nació en Buenos Aires el 27 de octubre de 1926. Aunque empezó estudiando química, pronto abandonó sus estudios por la historia. Cursó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en Buenos Aires (1950) y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre 1952 y 1954. Se graduó de abogado (en 1952), profesor en Historia (1954) y doctor en Filosofía y Letras (1955).

En 1960 Halperin fue becado por la Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y viajó a Londres para estudiar las relaciones económicas entre Argentina e Inglaterra en el siglo XIX. También estudió en la Universidad de Turín y en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de París. José Luis Romero y el francés Fernand Braudel fueron figuras decisivas en su formación. “En cuanto a historia argentina, mi primer maestro es uno considerado muy malo: Vicente Fidel López, cuya historia leí, como si fuera una novela, en las vacaciones antes de entrar en el colegio secundario”, recordaba el historiador. Ya su primer libro publicado, El pensamiento de Echeverría (1951), abrió una línea novedosa de reflexión sobre la figura del intelectual y el trabajo historiográfico en América latina. Ejerció la docencia en la Universidad de La Plata y en la de Buenos Aires hasta 1966. Ese año renunció a su cátedra por su oposición a la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) y se exilió en los Estados Unidos, donde desde 1971 fue profesor en la Universidad de California, Berkeley.

La vuelta de la democracia implicó el regreso de Halperin Donghi a la docencia en las universidades argentinas. Recibió el Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Luján (1992) y de la Universidad Nacional de Córdoba (1993) y dos Premio Konex de Platino a las Letras en la disciplina Historia en 1994 y 2004, por mencionar un par de reconocimientos. Entre sus principales libros se destacan El revisionismo histórico argentino (1970), El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica (1978), Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino (1791-1850) (1982), José Hernández y sus mundos (1985), De la revolución de la independencia a la confederación rosista (1987), La democracia de masas (1991), La larga agonía de la Argentina peronista (1994), La república imposible (2004), El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional (2005) y Son memorias (2008) y el último libro que publicó este año, El enigma Belgrano. Un héroe para nuestro tiempo, un trabajo en el que postula una serie de claroscuros que retratan al prócer más venerado por la historiografía como un hombre escindido entre las expectativas depositadas en él y su capacidad para estar a la altura de las circunstancias. Una semblanza no exenta de polémica, que se lee a contrapelo de la versión que presenta a Belgrano como un emblema de virtudes cívicas. “En la memoria argentina Belgrano es el único entre los personajes venerados como Padres de la Patria cuyo derecho a ser tenido por tal no ha sido impugnado por una comunidad historiadora que, lejos de pasar por alto los reveses, que en su breve carrera abundaron más que los éxitos, ha venido explicándolos a partir de limitaciones de las que ha levantado un cada vez más minucioso inventario”, planteaba el historiador.

“Un gran maestro”

           Por Sergio Wischñevsky

Con 88 años recién cumplidos falleció ayer el historiador Tulio Halperín Donghi. Varias generaciones de historiadores y de entusiastas lectores nos formamos leyendo sus ensayos, discutiendo con sus escritos, enojándonos con su gramática y aprendiendo con su singularísimo estilo. Discutir a Halperin fue parte de un gesto que se tornó folklórico. Doctorado en Historia y Derecho en la Universidad de Buenos Aires ejerció la docencia en la Facultad de Filosofía y Letras (entre 1955 y 1966) y en la Universidad Nacional del Litoral, de la que fue decano, fue profesor en Oxford y desde 1972 enseñaba en la Universidad de California, Berkeley. Nunca dejó de venir a la Argentina, nunca dejó de pensarla y de participar en sus debates. La lógica clasificatoria que quiere ver en el mundo de los historiadores a mitristas vs. revisionistas, o alguna fórmula binaria por el estilo, fracasa si intenta enlazarlo en una clasificación rígida y perdurable. Sus análisis históricos penetran los procesos sociales, los protagonismos biográficos y los desenlaces de los acontecimientos imbuidos de una complejidad de la que su prosa es testimonio. Entre sus numerosas publicaciones figuran Historia contemporánea de América latina (1967), El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional (1970), El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica, Una nación para el desierto argentino (1982), Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino 1791-1850, José Hernández y sus mundos (1985), La democracia de masas (1991), La larga agonía de la Argentina peronista (1994) y La República imposible (1994), dicho esto en una selección arbitraria y desordenada. Su último libro fue publicado hace apenas un mes: El enigma Belgrano. Reconocido por su agudeza y punzante ironía, era el patriarca de la escuela histórica que desde 1983 pregona la profesionalización del trabajo del historiador y el encorsetamiento de sus prácticas a las duras reglas del credo academicista. Sin embargo, a Halperin le gustaba escribir ensayos y arriesgaba hipótesis mucho más cerca de un polemista que se divertía lanzando provocaciones y sugiriendo caminos a recorrer que del lado del riguroso citador de fuentes que se quiere pensar neutral y apolítico. Su libro La larga agonía de la Argentina peronista, escrito hace 30 años, arriesga un vaticinio que a esta altura de nuestra historia parece un modo de ser. Como todo discurso, la dilatadísima obra de Halperin tiene sin duda silencios, omisiones, tretas, desbalances, cinismos y baches argumentales. ¿Quién no los tiene? Pero es muy difícil no ver la enorme iluminación que recorrer su obra produce. Incluso para estar en contra es un enorme punto de referencia. Una de esas intensidades de sus textos es el incesante esfuerzo por no aprisionar la historia en preconceptos que hacen de los actores simples marionetas de un recorrido del que ya se sabe a priori a dónde conducen. Sabía Halperin que los protagonistas de cualquier historia, imbuidos en sus pasiones y voluntades, se dirigen a rumbos que desconocen, que están inmersos en fuerzas que los superan y que apenas pueden percibir. Por eso meterse en ese universo complejo que es la prosa halperiniana requiere de paciencia, de saber que a toda oración le seguirá una derivada, que a veces una idea se perderá en un oscuro rincón y reaparecerá mucho después o no lo hará nunca. Muchos somos los que sentimos el desgarro de saber que se fue un gran maestro, no porque estuviéramos en todo de acuerdo con él. Bibliografía obligada de todas la universidades de Latinoamérica y de muchos otros lugares del mundo, su presencia seguirá sin duda vigente en una vorágine de congresos, escritos, homenajes y jornadas que es muy fácil prever, empiezan a gestarse desde hoy. Chau, maestro.

  

“Un temible polemista”


José Carlos Chiaramonte

“Fue uno de los más destacados historiadores latinoamericanistas de los últimos años”, afirmó el historiador José Carlos Chiaramonte en diálogo con Página/12. “Si quisiera resumirlo en una sola expresión, podría decirse que era uno de los mayores talentos que ha tenido la cultura argentina en los últimos tiempos. Era un temible polemista. Era todo un espectáculo verlo discutir con alguien”, destacó el historiador. En esa misma línea, también subrayó el “humor incisivo” de Halperin Donghi. Para Chiaramonte, el autor de Historia de América latina resaltaba “por su capacidad de investigar y descubrir con una mirada sorprendentemente aguda cosas que en los documentos a veces se les pasaban por alto a otros y por combatir los prejuicios”. En ese sentido, aseguró que la propuesta del historiador conformaba “todo un programa historiográfico, no marcos teóricos ni modelos ni esquemas preconcebidos sino una indagación de lo realmente sucedido para poder encontrar las raíces de eso”.
 

“Aprendimos a respetarlo”

Pacho O´Donnell

“Halperin Donghi fue un intelectual de fuste que tuvo gran influencia en el campo historiográfico nacional, fundando escuela”, sostuvo ayer el historiador Pacho O’Donnell tras conocerse la noticia del fallecimiento. Para él, los mejores libros de Halperin Donghi son Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla y Democracia de masas. En tanto, los más polémicos, consideró O’Donnell, son La larga agonía de la Argentina peronista y El revisionismo histórico, en los que para él “dejó clara su sincera antipatía por el peronismo y por el revisionismo”. “Quienes disentimos con algunos de sus ejes temáticos e ideológicos aprendimos a respetar su capacidad intelectual, su formación académica y su virtuosismo polémico”, aseguró.

La unanimidad es el sueño de los autoritarios camuflados de demócratas. Halperin Donghi ponía el cuerpo en la polémica y podía ser –y muchas veces lo fue– políticamente incorrecto. Norberto Galasso lo criticó porque en La democracia de masas relativizó los bombardeos a la Plaza de Mayo en junio de 1955. Su profusa obra seguirá siendo leída en el sentido de que toda lectura es un acto de interpretación intensa, no exenta de entreveros y equívocos. Una anécdota que contaba tal vez pueda sintetizar los problemas que enfrentan aquellos que andan con las manos en la masa de la historia: “Una vez le oí decir a Juan Carlos Garavaglia que escribir historia es como andar en bicicleta, en cuanto a que apenas uno se pregunta cómo puede avanzar en un mundo de tres dimensiones sostenido en ese ridículo aparato bidimensional lo primero que descubre es que ya no puede”.
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