ISSN: 1688 - 4302
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//EDITORIAL//
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EL CALIFATO DE LA BARBARIE
El
“Estado Islámico en Irak y en el Levante”, bautizado ahora como “Califato” en
un acto bautismal que de por sí indica la clase de mentalidad que lo propulsa, es
el sub-producto más terrible de la guerra de Irak. Fundado en una primera
instancia en el año 2004 durante la ocupación norteamericana y bajo
circunstancias que esta nota editorial intenta explicar, este movimiento yihadista
de profesión sunita sufrió un paulatino e intenso movimiento de radicalización
que lo llevó, incluso, a separarse de la representación de Al-Qaeda en el país.
Desde
entonces a la fecha, después de un corto período de debilitamiento en los
desiertos del sur-oeste iraquí, su
importancia militar ha ido en aumento, alimentado, sobre todo, por la ceguera y
el dogmatismo del gobierno chiíta de Nuri Al Maliki en Bagdad y ello a pesar de
la permanente insistencia de las autoridades norteamericanas en el sentido de
que el nuevo gobierno iraquí debía tomar en cuenta los intereses de la
población sunnita.
El
diez de junio de 2014, los combatientes del entonces llamado “Estado Islámico
en Irak y en el Levante”, tomaron Mosul, la segunda ciudad más importante de
Irak, antes de lanzar una ofensiva hacia Bagdad y el oeste del país. A la
amenaza de la implosión del Estado iraquí se agrega ahora la amenaza del
establecimiento de diversos “corredores de conexión” con las diversas zonas
sirias, donde la guerra hace estragos desde hace tres años, que han sido controladas por yihadistas
de todo pelo y señal, incluyendo los del “Estado Islámico. Este vasto, pero a su vez extrañamente desestructurado
territorio podría ser la base para el inicio de una gran transformación
política en toda la región. Esta nota editorial no tiene otra intención que la
de intentar tornar inteligible un proceso de enorme complejidad, sobre el que
existe poca información y, la que es proporcionada por la prensa internacional,
resulta de difícil interpretación.
1.-
La pregunta que pretendemos responder aquí tiene por lo menos dos facetas. En
primer lugar queremos intentar dar cuenta de cómo es posible explicar este
vertiginoso ascenso del “Estado Islámico de Irak y del Levante”. En segundo
lugar es necesario explicar también que estamos ante una empresa terrorista y
totalitaria que puede, en cualquier momento, adquirir las características del
nazismo, del estalinismo, del maoísmo o del pol-potismo camboyano. En nombre de
una idea, en este caso “religiosa” y de un primitivismo medioeval, se utiliza
el terror como un arma de acoso a las poblaciones civiles -(esencialmente musulmanas por otra parte)- para
establecer un régimen político que no solamente pertenece a otro siglo:
pertenece a otra Era y que es absolutamente incompatible con el mundo
contemporáneo.
2.-
Es el jordano Abu Musab al Zarqaui quien
funda en 2004 la rama de Al-Qaeda en Mesopotamia: el primer germen del “Estado Islámico
en Irak y el Levante” (EIIL), acaba de nacer. Muy violento y sectario, Zarqaui
es repetidamente rechazado por las poblaciones sunitas e incluso por todo el
movimiento yihadista que orbita entorno a Al Qaeda. En el 2006 muere por bajo
las bombas norteamericanas. A partir del 2007 el movimiento renace bajo el nombre
de Estado Islámico en Irak pero bajo la presión de las fuerzas americanas, del
ejercito iraquí y de las milicias sunitas los militantes de este nuevo “Estado
Islámico en Irak” son empujados lejos de la rica Mesopotamia y terminan
aislados en los desiertos de las provincias de Anbar y Nínive. Marginalizados de sus tierras natales, los
integrantes del “Estado Islámico
en Irak” aprovechan para infiltrarse en Siria. Este país se encuentra sacudido, como es sabido, por una
guerra civil entre el gobierno controlado por la familia Assad de confesión
alauita y los grupos rebeldes de orientación sunita. Yihadistas iraquíes y extranjeros, (egipcios, jordanos, sunitas
de toda la región, a los que finalmente vienen a agregarse incluso militantes
de origen europeo) aprovechan de la cuasi desaparición de la frontera sur-este
de Siria para infiltrarse en este país y sumarse a los nuevos rebeldes iraquíes
ahora establecidos en Siria.
Después
de haber sostenido durante un tiempo a un grupo yihadista sirio de nombre
Jabhat Al Nosra, el estado islamista en Irak continúa enviando hombres a Siria
pero ahora bajo una nueva denominación: “Estado Islámico en Irak y el Levante”.
El movimiento yihadista se impone en Siria como el más violento y radical en el
país y es inmediatamente rechazado por el ejercito sirio libre, que los acusa
de “haberles robado” la revolución, así como por muchos otros movimientos yihadistas
locales que no admiten sus métodos terroristas.
A
pesar de ello el EIIL logra implantarse sólidamente en algunas ciudades de
Siria, principalmente en la ciudad de Rakka. Entre tanto, del otro lado de la
frontera, el gobierno iraquí de Nuri Al Maliki continúa con su política suicida
de marginalizar a las poblaciones sunnitas. Durante el año 2013 son muchos los grupos de obediencia
sunita que inician un proceso de levantamiento contra el gobierno chiita de
Bagdad: es el momento perfecto para que el EIIL retorne a Irak desde sus bases
sirias.
Atentados
suicidas, asaltos a establecimientos militares, ataques las prisiones,
particularmente contra la prisión de Abu Graib donde están recluidos decenas de
miles de sunitas, comienzan a sucederse en Bagdad. A principios de este año de
2014 el EIIL toma el control de dos ciudades iraquíes claves, Ramadi y la
totalidad Falluja a 60 km de
Bagdad. A partir de junio de este año caen en manos de este nuevo grupo, Mosul
y vastas zonas del norte y el oeste comprendiendo ciudades como Tarbil, Baiji y
Tall-Afar y sus zonas de influencia.
El
riesgo de “explosión política”, tanto de Siria como de Irak, en base a un
proceso de feudalización comunitario crece y se fortalece vertiginosamente. En
ambos países en vías de desarticulación política, el poder del EIIL se basa fundamentalmente
en el profundo resentimiento de las comunidades sunitas contra el tratamiento
segregacionista impuesto por las minorías chiítas en Irak y las alauitas en
Siria. Conviene reiterar que durante todo su proceso de repliegue de sus tropas
en Irak, las autoridades norteamericanas en Irak insistieron hasta el
cansancio, que el gobierno de Nuri Al Maliki debía integrar a los sunitas y
tener en consideración sus demandas. La obstinación sectaria del poder chiíta
en Bagdad tiene una altísima parte de responsabilidad en el catastrófico
desarrollo de los acontecimientos posteriores. Es igualmente necesario señalar
que la ceguera histórica de Al Maliki no se explica solamente por su particular
necedad personal: no es necesario hilar muy fino para descubrir la incesante
presión de Irán detrás de esta negativa de considerar a la población sunnita
iraquí.
En
particular Irak se desliza rápidamente hacia una verdadera guerra de religión.
Ante el avance incontenible del EIIL, las poblaciones chiítas han comenzado un
proceso de organización militar prácticamente espontáneo y de autodefensa que
se encuentra prácticamente fuera de control. Al final del mes de junio del 2014
el “Estado Islámico de Irak y el Levante” vuelve a cambiar de nombre para tomar
el de “Estado Islámico” y proclama la instauración de un “Califato” sobre los
territorios por él controlados, desde Alep en Siria hasta Diyala en Irak. Su
jefe, Abu Bakr al Baghdadi, se transforma en el “Imán” y el “Califa” de todos
los musulmanes del mundo, ahora bajo el nombre de Califa Ibrahim, un título
desaparecido desde la caída del alicaído Imperio Otomano en 1923 y que
significa que el “Califa” es nada mas ni nada menos que el sucesor de Mahoma.
En
este caos, los kurdos que representan algo menos del 20 % de la población
iraquí intentaron, desde el principio, separarse del conflicto entre sunitas y
chiítas y reafirmaron su antiquísima voluntad de independencia frente a Irak,
Siria, Turquía y otros países de la región que también poseen poblaciones
kurdas. Tienen ya bajo su control un
“territorio autónomo”, el Kurdistán iraquí, que ocupa todo el extremo noreste
de un Irak en disolución. Casi naturalmente el debilitamiento de todas las
capitales de la región los incitó reafirmar su vocación autonomista y a
acelerar las acciones para organizar su propio proceso de secesión.
El
fenómeno es perfectamente constatable en Siria donde los kurdos hace ya tiempo
que combaten, simultáneamente, contra las tropas alauitas de Bachar Al Assad y
contra los yihadistas sunitas de todas las fracciones. A pesar de que en los últimos días los
combatientes “pesmerghas” han debido ceder posiciones ante el empuje de los yihadistas
del Califato, de concretarse la consolidación de un territorio autónomo kurdo,
es evidente que con ello colapsaría totalmente la conformación de un mapa de la
región que los poderes coloniales dibujaron hace más de un siglo. En el fondo
es la herencia de los acuerdos secretos firmados entre Sir Mike Sykes y Georges-Picot en 1916, lo que está
caducando ante los fuertes conflictos religiosos, étnicos y político, Aquellos
acuerdos, que estuvieron concebidos para que adquiriesen validez después de la Primera Guerra Mundial y
sólo en caso de que el final de dicha guerra consagrara la derrota del Imperio
Otomano, sancionaron una repartición anglo-francesa de la región que ya hace
muchas décadas que ha desaparecido. En buena medida lo que está sucediendo parece
indicar que los “viejos mapas” comunitarios y religiosos no escritos, previos a
la intervención colonial occidental,
quieren volver a resurgir. La prudencia indica que, sería más razonable
mirar hacia el futuro que hacia el pasado. Eso es, justamente, lo que “El
Califato” no puede comprender.
LinkOriginal: http://www.ort.edu.uy/facs/boletininternacionales/contenidos/186/editorialjavierbonillasaus.html
LinkOriginal: http://www.ort.edu.uy/facs/boletininternacionales/contenidos/186/editorialjavierbonillasaus.html