Las sanciones a Rusia y la crisis llevan a Putin a subir impuestos
Por PILAR BONET, Moscú
Para ”EL PAIS” de Madrid
El impacto negativo de las sanciones occidentales sobre Rusia
se suma a las consecuencias de la crisis económica y al precio de las
aventuras políticas del presidente Vladímir Putin. El tercer paquete de medidas impuestas por la Unión Europea,
en vigor desde el 1 de agosto, se dejará sentir de forma paulatina,
según prevén los expertos locales, que debaten sobre las formas y los
ritmos de la destrucción, capilar a capilar, de una labor de décadas
cuyo objeto era la integración de la economía rusa en un mundo global.
En este complejo proceso de “desgarramiento”, coinciden, sufrirán tanto
los que sancionan como los sancionados, involucrados ya todos ellos en
una espiral de acción y reacción cuyo fin es difícil de apuntar.
La UE intenta castigar la política rusa de “desestabilización” en
Ucrania con unas sanciones frente a las cuales el Kremlin trata de
activar los reflejos que forman parte del inconsciente colectivo ruso,
tales como la movilización en torno al líder o la capacidad sobrehumana
para crecerse ante situaciones críticas. La nueva guerra económica pone a
prueba las posiciones ideológicas oficiales, en el caso de Bruselas, la
perseverancia en el rumbo emprendido pese a su efecto bumerán y en el
caso de Moscú, la habilidad de los rusos de este siglo (contagiados del
virus del consumo) y de sus líderes (proclives a la retórica verbal)
para aprovechar el reto en aras de la diversificación de su propia
economía.
El factor político predomina. “Si las autoridades rusas quisieran
revisar hoy su política, les sería difícil cambiar de posición, porque
son ya rehenes de la opinión publica para la que trabajaron hasta lograr
un apoyo del 80% al 85%. ¿Cómo rectificar cuando la gente grita que
Crimea nos pertenece?”, comentaba a esta corresponsal el economista Igor
Nikoláyev, director del Instituto de Análisis Estratégico. Este experto
indica que el coste anual de los planes para integrar Crimea en la Federación Rusa (640.000 millones de rublos en tres años, 13.389 millones de euros) equivale a la mitad del presupuesto federal de sanidad.
Con gran probabilidad, Rusia rebasará el déficit presupuestario
planeado para 2014 (390.000 millones de rublos o más de 8.155 millones
de euros). El Gobierno tiene enormes dificultades para elaborar el
presupuesto de 2015 debido a los gastos imprevistos (Crimea y guerra en
Ucrania), combinados con la disminución de los ingresos, entre otras
cosas por la crisis económica y la fuga de capitales, así como con las
previsiones negativas sobre los precios de los hidrocarburos. Por
primera vez desde que llegó al poder en 2000, Putin ha dado luz verde
para impopulares subidas de impuestos, que el Parlamento deberá aprobar
para entrar en vigor. Las opciones que se manejan son la subida del IVA
del 18% al 20%, la introducción de un impuesto sobre las ventas (un 3%) o
bien un incremento de uno a dos puntos o bien escala progresiva sobre
el IRPF, ahora situado en un 13% para todos. El impuesto sobre las
ventas existió en el pasado y tenía carácter regional, pero fue abolido
por su poca eficacia y los problemas de recaudación que planteaba.
La última ronda de sanciones europeas, a las que se suman las de Estados Unidos,
afectan a cinco bancos rusos (Sberbank, el VTV, Gazprombank,
Vneshekonombank y Rosseljosbank), que han visto restringido su acceso al
capital internacional por cuanto se prohíbe a los ciudadanos y
compañías de la UE comprar o vender nuevas obligaciones, acciones o
instrumentos financieros de estas instituciones con vencimientos
superiores a 90 días. Los bancos rusos, sin embargo, pueden pedir
préstamos sindicados y sus filiales en la UE quedan al margen de las
sanciones. Entre todos los bancos afectados, el Sberbank es el más
importante, ya que prácticamente todos los ciudadanos rusos mayores de
14 años son clientes de esta institución, donde 24 millones de jubilados
reciben sus pensiones. Las sanciones “destruyen las bases de
funcionamiento del sistema financiero global y no contribuyen a resolver
la crisis europea en relación con la situación en Ucrania”, señala un
comunicado del banco.
Rusia tiene unas holgadas reservas de divisas (del orden de 478.000
millones de dólares, unos 355.000 millones de euros, a fines de junio) y
el Banco Central puede mantener el rublo, pero la fuga de capitales
obliga ya a ir consumiendo los fondos creados para casos de crisis. En
el primer semestre de 2014, la fuga de capitales ascendió a casi 75.000
millones de dólares (48.800 millones en el primer trimestre frente a los
33.700 millones del mismo periodo del año pasado).
La economía rusa se estancó en junio y el PIB puede descender este
año hasta un 1% con respecto a 2013, señala Nikoláyev, quien apunta un
ulterior descenso del 3% al 4% para 2015. La inflación, sin embargo, se
mantendrá este año por debajo del 10%, afirma. “Todo va de mal en peor”,
pero “de momento no hay motivos para el pánico” y, por lo tanto, no hay
razón para correr al banco a sacar los depósitos, afirmaba el
economista, quien junto con otros expertos daba consejos a sus
conciudadanos en un debate organizado por la agencia Rosbalt bajo el
título “¿Cómo proteger sus ahorros en el apogeo de las conmociones
económicas?”.
Mientras tanto, Rusia ha sacado ya a concurso la creación de un
sistema nacional de tarjetas de crédito nacionales, alternativo a Visa y
Mastercard.
Adiós a las manzanas polacas
Alegando razones fitosanitarias, Rusia ha prohibido las importaciones de frutas y verduras
procedentes de Ucrania y también de Polonia, pero el país no está
preparado para sustituir estas importaciones por sus propios productos.
El enclave ruso de Kaliningrado, situado entre Polonia y Lituania, se
ve duramente afectado por el veto a los productos agrícolas polacos,
mientras que Crimea tiene dificultades para subsistir sin los productos
ucranianos. Los precios de las frutas y de lasverduras se incrementarán
entre un 20% y un 30%, afirma el economista Igor Nikoláyev, director del
Instituto de Análisis Estratégico.
Las sanciones revalorizarán una fruta tan popular como las manzanas,
pues las que Rusia produce son en su mayoría estacionales y el 45% del
mercado de este producto se abastece por la importación. De los 1,24
millones de toneladas de manzanas importadas en 2013, el 54% eran
polacas. “No podemos sustituir totalmente las importaciones y, si la
demanda se mantiene y la oferta baja, subirán los precios. No podemos
sustituir toda la carne española, todas las manzanas polacas”, recalca
Nikoláyev.
Si las sanciones se mantienen, Rusia puede verse en una situación
parecida a la de Irán, “solo que Irán aguantó desde 1982 hasta 2014 y
Rusia no puede aguantar tanto tiempo”, concluye este economista.
LINK ORIGINAL: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/03/actualidad/1407097380_129294.html
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