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”POLIFONÍA”
Ópera para tiempos modernos
¿Es vigente la ópera? La idea de sentarse más de dos horas a
presenciar este género resulta poco atractivo para un gran número de
audiencias. Si la música clásica es difícil, la ópera definitivamente es
un gusto adquirido. Las transmisiones televisadas y traducidas llegan
tarde; sin embargo, los versos de la ópera aún reflejan, en estos
tiempos modernos, una buena parte de nuestra problemática condición.
Frecuentemente
vulgarizadas en comerciales o algunas películas, la música clásica y la
ópera se han convertido en ruido blanco. Cuando el público en general
quiere tomar este género de música “en serio”, hace una descripción
cursi que raya en lo ridículo. Recuerdo esa línea de Cortázar en “Las
ménades”: “Parece que en vez de una orquesta son como susurros de voces
de duendes”.
Los medios de comunicación masiva, a menudo con buena
intención, tratan de tomar el papel de intermediario entre la ópera y
el usuario. Hay ejemplos maravillosos de un acercamiento bien logrado:
Elmer Fudd cantó “Kill da wabbit, kill da wabbit” con la música de “La
cabalgata de las valquirias” de Wagner y Bugs Bunny bajó disfrazado de
Brunilda en el maravilloso cortometraje “What’s opera, doc?” (1957).
En “The Longest Daycare”, Maggie Simpson lamenta la muerte de una mariposa con la música de fondo de “Vesti la giubba” de Pagliacci, recurrente en Los Simpsons. Sin duda, el clímax del corto se disfruta mucho más con el verso de Leoncavallo en la mente. Pagliacci narra
la tragedia de Canio, dueño de una pequeña compañía teatral ambulante,
que descubre la infidelidad de su joven esposa. A pesar del gran dolor,
Canio debe salir a interpretar su papel de payaso, y es consciente de
que su rol no sólo lo despoja de su hombría sino que además lo obliga a
reír de su desgracia. “Ríe, payaso, sobre tu amor destrozado, ríe del
dolor que te envenena el corazón” es quizá la línea más cautivadora de
toda la obra y es a través de ella que se inmortaliza el dolor del
desengaño.
El uso de Bizet y Donizetti en la película Matchpoint
de Woody Allen es sumamente afortunado porque Allen comprende la
intención de los versos en "Mi par d'udir ancora” y en “Una furtiva
lágrima”: más que amor, se habla de la obsesión que hay en la conquista
del deseado. Cuando Chris Wilton recorre el Tate Modern en busca de la
ausente Nola, podemos sentir también nuestro corazón palpitar con el
piano y la voz de Caruso: “i palpiti, i palpiti sentir, confondere i miei coi suoi sospir”. En “Agitata da due venti”, el aria de Constanza en la ópera seria Griselda
de Vivaldi, la hija del rey de Sicilia se debate entre contraer un
matrimonio impuesto o elegir al hombre que ama: “por el deber y por el
amor está invadido este corazón, no resiste y parece rendirse”.
Constanza también se compara con una embarcación agitada por “dos
vientos” que se prepara para el naufragio, definitivamente, no es un
dilema divino sino humano.
Actualmente, un aria sirve para
representar dos polos completamente diferentes: lo divino y lo absurdo.
Entre los abusos se encuentran los comerciales de comida italiana que
parecen estar obligados a tener de fondo “La donna è mobile”, vinculando
de por vida Rigoletto de Verdi al proceso de cocción de una
pizza. También está el clásico uso de “O mio babbino caro” para
describir momentos llenos de gloria o romanticismo al más puro estilo
Hallmark, los cuales quiero suponer, ignoran aquella posibilidad trágica
de aventarse al río Arno desde el Puente Viejo.
Si a la música
clásica se le dedican pocos “gigas” en el iPod, la ópera está perdida.
Siendo un placer que se cultiva, siempre he pensado que hay que superar
varias barreras, desde la disposición del cuerpo a escuchar y permanecer
atento, pasando por su poca difusión (al menos en nuestro país) y
finalmente, el cerco del idioma. Al igual que las posibilidades que
mueren con las lenguas que se extinguen, no son sólo versos y melodías
lo que se pierde con el olvido de la ópera, sino formas de concebir la
vida: ¿qué sería del amor sin la Dalila de Saint-Saëns o de la ira sin
la Reina de la Noche de Mozart?
Afortunadamente, hay esfuerzos
notables por parte de las casas discográficas y las productoras para
resaltar la vigencia de este arte: la escenografía moderna de La Traviata que
interpretaron Rolando Villazón y Anna Netrebko robó miradas en el
Festival de Salzburgo, mientras que la portada del último disco de
Cecilia Bartoli, “Norma”, asemeja la portada de un cómic de Frank
Miller. La cultura hipster podrá identificarse con el vestuario de la
representación de La Bohéme con Piotr Beczala, también en el Festival de Salzburgo en el 2012.
En
la ópera está preservado el sentir humano, es un retrato nuestro en
espera de ser redescubierto, cada oído joven que se conmueve con la
desgracia de Canio o de la ninfa es una afirmación del pensamiento de
Píndaro: “Cuando la ciudad que celebro haya muerto, cuando los hombres a
quienes canto se hayan desvanecido en el olvido, mis palabras
perdurarán”.
Link Original: http://www.letraslibres.com/blogs/polifonia