Mauricio Macri
superó la prueba electoral previa a las legislativas de octubre y
Cristina Fernández demostró que sostiene un caudal propio respetable,
aunque está muy lejos por el momento de representar una opción electoral
competitiva en las presidenciales de 2019.
Una nueva era política acaba de nacer en la Argentina, aunque «lo
viejo» se resiste a morir. Con resultados positivos concluyentes en la
mayor parte del país, el frente Cambiemos que sostiene al presidente
Mauricio Macri superó con creces el test electoral que significaron las
primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), previas a las
elecciones legislativas de octubre. Y sentó las bases para que su
proyecto político se extienda más allá del recambio presidencial, en
2019.
Aunque los resultados obtenidos (con triunfos en grandes distritos
como Córdoba, Mendoza y la ciudad de Buenos Aires) suponen un
espaldarazo mayúsculo para su política de reformas, el 35 % de los votos
logrados por la expresidenta Cristina Kirchner en la provincia de
Buenos Aires (comicios cuyo resultado final se conocerá recién en quince
días) habla a las claras de una figura política que, aunque eclipsada,
aún conserva su poder de fuego y la posibilidad latente de intentar
retornar al poder en 2019.
Sin crecimiento económico palpable ni llegada masiva de inversiones,
el Gobierno atravesó de todos modos airoso esta cita electoral, éxito
que necesitaba como el agua para asegurar la gobernabilidad del país y
encarar una batería de reformas pendientes, en lo político, tributario,
laboral y previsional, entre otros planes gubernamentales.
El Frente Cambiemos, que integran Pro, el radicalismo y la Coalición
Cívica-ARI obtuvo un 35,9 % de los votos totales en el país, quince más
que el peronismo oficial, y se benefició de la dispersión justicialista,
que fue representado por tres opciones en la provincia de Buenos Aires:
además de Cristina y el kirchnerismo ortodoxo, que prefirieron ir con
el sello Unidad Ciudadana, jugaron con candidaturas propias su
exministro de Transporte Florencio Randazzo y el también peronista
Sergio Massa, ya consolidado desde hace más de dos años como cabeza de
la tercera fuerza de la política nacional.
El triunfo electoral y la dispersión peronista son dos datos de la
realidad que el Gobierno pretende aprovechar en su favor. Los
mercados-con la pronunciada baja del dólar y la renovación de bonos en
pesos efectuada el martes-le dieron un aval que la Casa Rosada pretende
extender más allá del 22 de octubre, fecha de las elecciones
legislativas en que se renovarán un tercio de los senadores y la mitad
de la Cámara de Diputados.
De repetirse los resultados del domingo 13 de agosto —aún está
pendiente saber quién ganó en la provincia de Buenos Aires— el Gobierno
tendría mayor capacidad de negociación para encarar reformas que traerán
polémica, como un recorte masivo en los gastos del Estado o una reforma
laboral que baje los costos para la inversión local y extranjera.
Será ese un escenario a todas luces conflictivo, que se sumará a los
altos índices de pobreza e indigencia que evidencian las propias cifras
oficiales. Pero un triunfo en octubre que convalide los resultados del
domingo dará al Gobierno la posibilidad de pensar un horizonte más
largo, con reelección de Macri (o la aparición de un sucesor surgido de
su entorno) y continuidad hasta 2023.
En el oficialismo se fortalecieron no solo el presidente, sino
también la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia
Vidal, figura excluyente de la campaña bonaerense, y Elisa Carrió, cuyo
abrumador triunfo en la capital la posiciona de forma inmejorable
excluyente en el distrito donde nació el Pro, la fuerza política del
presidente.
Con buenos resultados en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, y
debacles estrepitosas en otros distritos como la de su cuñada Alicia
Kirchner en Santa Cruz (provincia donde nació el kirchnerismo), la
expresidenta demostró que sostiene un caudal propio respetable, aunque
está muy lejos por el momento de representar una opción electoral
competitiva en las presidenciales de 2019, dado que la mayoría de los
gobernadores peronistas no reconocen su liderazgo. En esa tarea están
líderes peronistas como Massa, Randazzo (ambos quedaron debilitados y
necesitarán reinventarse) o el salteño Juan Manuel Urtubey, otro de los
ganadores de una jornada en la que el gobierno de Mauricio Macri
consolidó su poder de cara al futuro.
Jaime Rosemberg
Sección «Política», diario La Nación, Buenos Aires
Sección «Política», diario La Nación, Buenos Aires