Britain NATO Summit
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//EDITORIAL//
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UNA "ALIANZA" POCO CONVINCENTE |
“Vamos a debilitar e, in fine a destruir al Estado Islámico (…) como lo hicimos con Al-Qaeda”
dijo un no muy entusiasta Obama en su conferencia de prensa de cierre
de la reunión el viernes pasado. El esfuerzo de los EE.UU. y el de
algunos otros aliados europeos relativamente entusiastas había
finalmente logrado con algunas dificultades que se aprobase, en la
reunión que se llevó a cabo los días 4 y 5 de la semana pasada en la
ciudad de Newport, Gales, la conformación de una “Alianza básica” (core coalition)
destinada a enfrentar el vertiginoso desafío que está construyendo el
llamado “Estado Islámico” o “Califato” (EI o ISIS por sus siglas en
inglés) en Medio Oriente entre Siria e Irak.
Desde una perspectiva
mediática, el anuncio del nacimiento de esta “Alianza” que reúne por
ahora a los EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia,
Dinamarca, Canadá, Australia y a Turquía no dejó de preocupar a algunos.
Y ello al menos por dos razones.
En primer lugar, es
imposible que el anuncio no haga recordar a los analistas a aquella otra
“Alianza” anunciada en el año 2003 por Georges W. Bush para acompañar
su desastrosa invasión a Irak al frente de una “multitudinaria
coalición” que prometía varias decenas de países participantes de los
cuales, finalmente, muy pocos se hicieron efectivamente presentes en el
campo de batalla.
En segundo lugar, el
anuncio preocupó a muchos porque tuvo algo de improvisado y de “borrador
de proyecto” a realizarse en un futuro cuyo “timing” de concreción es
aún una incógnita. Esta “Alianza” anunciada tiene sólo un objetivo
claro: enfrentar el creciente accionar del Estado Islámico. Pero, en
buena medida, como requisito previo tiene que decidir cual será su
modalidad de intervención. Aunque se insistió hasta el cansancio que los
10 primeros países integrantes de la Alianza son la “base” de la
coalición y no pondrían directamente tropas en tierra (lo que es
sobretodo una definición de lo que la “Alianza” NO va a hacer en su
definición actual), al mismo tiempo se afirmó que la intervención
política, la de inteligencia, la de entrenamiento y pertrechamiento
militar, la de cobertura aérea y la humanitaria eran totalmente
insuficientes para detener la ofensiva yihadista. Algún presidente
perspicaz señaló que, por otra parte, la intervención de una coalición
exclusivamente occidental para combatir al yihadismo islámico, era casi “una gaffe” particularmente caricatural.
Por ello es que para
resolver el problema de las tropas en tierra, y dada la debilidad
endémica del ejército iraquí, en buena medida lo que será y hará esta
“Alianza” depende esencialmente de cuantos y cuales de los
países de la región se muestren realmente interesados en enfrentar al
Ejército Islámico. En los hechos los únicos combatientes realmente
operacionales en el terreno hasta ahora (y todavía queda por verse
hasta) son los sectores kurdos más combativos que, por ahora, defienden su
territorio. Pero cabe perfectamente hacer la hipótesis de que no
forzosamente irán mucho más lejos de las que ellos consideran sus
fronteras naturales. Como veremos, ese tema de quienes serán los
soldados en tierra es un capítulo todavía más que impreciso aunque,
paradójicamente, todos los involucrados están contestes en que el
problema del tiempo es algo determinante.
Sucede que la cuestión de
los plazos de tiempo en los que la coalición tendrá andadura también son
totalmente indeterminados. Aunque es obvio que todo tipo de operación
ya en marcha en ningún caso hubiese sido divulgada, nadie espera un
verdadero “despliegue” inmediato de envergadura, en especial cuando el
propio Obama anunció que el Secretario de Estado John Kerry emprenderá
un viaje por Medio Oriente para entablar conversaciones con los “aliados
regionales”.
Otro punto que permanece totalmente indefinido es la determinación de cuales habrán de ser los lugares
en los que intervendrá esta nueva coalición. La información de la que
se dispone es que los EE.UU. ya han realizado más de un centenar de
operaciones de apoyo aéreo, fundamentalmente en el Este y Norte del
territorio iraquí, y en la reunión se manejó el espinoso tema de que
toda operación limitada al territorio de Irak no tendría verdadera
efectividad si no se intervenía simultáneamente en Siria.
Lamentablemente, como es
sabido, el EI logró la capacidad operacional que ahora tiene porque hubo
de replegarse de Irak a Siria para fortalecerse calladamente en medio
del caos causado por Bashar al-Asad cuando vio cuestionado su poder
hereditario. Y si Bashar al-Asad está todavía en su silla, es porque
Rusia se opuso sistemáticamente a todo tipo de ayuda occidental a la
oposición “democrática”. Durante el año largo de enfrentamiento entre
esta oposición y el régimen alauita, los yihadistas, sin presentar
batallas significativas y protegidos indirectamente por el veto ruso,
lograron acumular fuerzas como para desplegarse, como lo han hecho
ahora, por parte de Siria e Irak. Nuevamente, en esta cuestión la
“Alianza” definió más lo que NO haría que lo que pensaba llevar
adelante. Quedó claro no habría apoyo alguno a Bashar al-Asad pero no se
dijo quien iba a combatir efectivamente a los yihadistas del EI
presentes en Siria. Y este tema, como vimos, no parece encontrar
solución fácil.
Como si el papel de aliado objetivo de la barbarie
que ha elegido Rusia no fuese suficiente problema, es ineludible
plantear el desafío que significa el ineludible rol de Irán. Durante la
reunión no se hizo mención pública alguna al tema iraní aunque nadie que
conozca elementalmente la geografía puede dejar de advertir que de
todos esos “países de la región” que la “Alianza” menciona como
candidatos a sumarse a la guerra, y en el particularmente sacrificado
papel de combatiente en el terreno, el único verdaderamente
significativo es Irán.
Por más que se mencione a
Jordania (de escaso poderío militar), a Turquía (con funciones más de
defensa de sus fronteras y serios contenciosos con los kurdos) o a
Arabia Saudita (geográficamente algo lejana y con más recursos
financieros que militares), el país con capacidad operacional en tierra
es fundamentalmente Irán.
Como era de prever, el
vertiginoso desbordamiento del EI desde Siria sobre Irak en los últimos
meses no podía dejar de ser percibido como una amenaza por los iraníes.
Campeones mundiales del chiísmo, la situación iraquí le está obligando a
considerar la posibilidad de salir en defensa de su vecino y aliado: el
enclenque estado chiíta iraquí que se está viendo arrasado por la
bestialidad descarnada del fundamentalismo sunita.
Según la BBC, Irán estaría
dispuesto a colaborar con la estrategia de los EE.UU. para detener a
los fundamentalistas sunitas que, de hecho, debe admitirse al pasar que
constituyen un peligro cierto prácticamente para todo país mínimamente
decente del mundo actual.
Aunque Teherán negase
categóricamente nada parecido a lo divulgado por la BBC, cabe
preguntarse si los líderes políticos iraníes no se han fatigado ya de
lapidar mujeres y comienzan a advertir que su enfrentamiento sectario
con Occidente y con los sunitas conducen directamente a un retorno a la
Pre-historia. A pesar de las reiteradas negativas de las autoridades
iraníes (y de que evidentemente la idea contraría toda la política
exterior del régimen teocrático iraní desde 1979), la BBC insiste en que
el General Soleimani, Comandante de los Guardianes de la Revolución, ya
habría comenzado a trabajar en coordinación con los responsables de las
fuerzas kurdas, iraquíes y estadounidenses. Es más, BBC sostiene que la
liberación de la ciudad de Amerli, cercada por los yihadistas por más
de un mes, se logró una semana atrás mediante la intervención combinada
de la cobertura aérea norteamericana, de los “peshmergas” y de las tropas iraquíes chiítas encuadradas por oficiales iraníes.
En cualquier caso la
opacidad sistemática del totalitarismo teocrático iraní no permite
avanzar con certeza en ningún tipo de análisis racional pero no deja de
ser indicativo de la posibilidad de un cambio que, cuando los yihadistas
ocuparon Mosul y el territorio kurdo en el noreste de Irak, en realidad
se acercaron bastante más de la frontera iraní que lo que los
ayatollahs estaban dispuestos a tolerar. Además, todo indica que la
difusión de las atrocidades cometidas contra las poblaciones chiítas y
la destrucción sistemática de las mezquitas y lugares sagrados del
Chiísmo parece haber tenido un impacto significativo en Irán.
Como se puede apreciar, la
iniciativa esbozada en Newport, parece dejar abiertas más interrogantes
que afirmar algún tipo de certeza. Si la “core coalition”
recientemente forjada debe contar con la concurrencia de las fuerzas
militares de Irán en el terreno para combatir al EI, la disyuntiva
política que la coalición enfrenta es una del tipo de aquella que
consiste en hacer una alianza con Jack el Destripador para combatir a
Hannibal Lecter. En última instancia, es necesario concluir que, en el
contexto global contemporáneo actual, Occidente se está viendo obligado a
elegir con qué estado terrorista se alía para combatir a los
terroristas sin estado. Para peor, todo ello bajo la desenfadada y
divertida mirada del micro Zar moscovita.
Sin embargo, no todo es
negativo en lo que se ha esbozado en Gales. Debe reconocerse que, desde
el punto de vista diplomático y más allá de sus limitaciones, el logro
de conformar esta “Alianza” no es algo menor. Conviene recordar que,
desde el punto de vista formal, la reunión de Newport era una reunión de
la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) y ella constituía una instancia
que tenía como tema específico y central de su agenda la compleja
situación de la disputa en Ucrania. El enfrentamiento del gobierno de
este país con los grupos pro-rusos del Este y las inadmisibles
intromisiones rusas en territorio ucraniano eran teóricamente el “plato
fuerte” del encuentro en Gales.
Entre otras cosas porque
la OTAN, como su nombre lo indica, es una Alianza que nuclea al
“Atlántico Norte”, es decir a Europa y a Norteamérica por lo que, lo que
suceda en el Medio Oriente difícilmente puede caer con naturalidad
dentro de sus “competencias”. Por ello es que fue necesario hacer más de
un equilibrismo para separar el conflicto ucraniano (donde la
competencia de la OTAN se entiende como relativamente “natural”) y el
conflicto causado por la explosión del extremismo yihadista en Siria,
Irak y demás ramificaciones hoy difíciles de cuantificar y dimensionar.
Los efectos de estas aparentes sutilezas diplomático-institucionales no
son menores: todo indica que al menos una de las razones por las cuales
España no se sumó a la nueva “Alianza” es porque esta no operará como
OTAN y Rajoy ha entendido que ello no era adecuado para la política
exterior española que ha tenido ya suficiente desgaste por su
participación en la anterior guerra de Irak.
En gran medida a causa de
este problema relativamente “formal” de competencias, es que hubo de
anunciarse la fundación de esta nueva “Alianza” en la cual la OTAN se
mostró protocolarmente reacia a participar de manera institucional por
más que el anuncio de la conformación de esta “Alianza” fue, a la
postre, la noticia más importante de la Cumbre de Newport.
Anders Rasmussen,
Secretario General de la OTAN, señaló su acuerdo con que 10 de los
integrantes de su organización decidiesen comenzar a intervenir
coordinadamente contra el EI en Siria e Irak: “Celebro esas decisiones porque la comunidad internacional debe hacer todo lo que pueda para parar al llamado Estado Islámico”,
dijo Rasmussen afirmando que la OTAN podría apoyar la iniciativa
ejerciendo a la vez un papel político y de coordinación entre todos los
países que decidan sumarse en la naciente “Alianza”.
Ahora, o mejor dicho desde
hace un cierto tiempo, la palabra la tienen la capacidad política y
militar de Occidente y de los estados no occidentales “decentes” (para
retomar la consagrada terminología de John Rawls) para detener los
diversos tipos de barbarie que se han desplegado impunemente por el
planeta. Hay momentos para trazar líneas rojas en la arena y otros para
trazarlas en la piedra.
J.B.S.
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