jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Piketty o el salvataje del capitalismo?





Thomas Piketty
Thomas Piketty (Photo: Emmanuelle Marchadour)



“Piketty, para salvar al Capital de sí mismo”

 

por Gabriel Quadri, para El Economista, México, D.F.


Thomas Piketty (Capital in the Twenty First Century. Belknap/Harvard) está destinado a ser un clásico. Ofrece un análisis preclaro sobre la evolución y rumbo del capitalismo, basado no en especulaciones ideológicas, sino en estadísticas y conceptos  duros. De hecho abre un riquísimo espacio de debate académico y político entre las izquierdas serias y el liberalismo moderno. Toma de Marx y de Milton Friedman. Del primero, una perspectiva histórica y de Economía Política, así como la agudeza de identificar  contradicciones capaces de interrumpir y hacer colapsar al capitalismo (sugerentes, pero erróneas en Marx). Del segundo, la construcción y estudio de bases de datos colosales (A Monetary History of the United States) en dónde descubrir relaciones de causalidad para proponer  decisiones de política. El interpelado es Simon Kuznets (Premio Nobel de Economía en 1971), quien planteó que la desigualdad social sería mitigada y revertida conforme avanzara el proceso de crecimiento económico (de ahí su célebre “U” invertida o Curva de Kuznets). Estaba equivocado.

Aunque  no prevé la revolución mundial, Piketty anticipa inestabilidades y tensiones inmanejables para sociedades democráticas. La contradicción descubierta por Piketty es la tendencia inherente a una concentración cada vez mayor de capital y  riqueza (bienes inmuebles, bienes de capital, capital accionario, inversiones, etcétera), que poco o nada tiene que ver con una verdadera meritocracia. Esta se deriva del hecho  esencialmente inmutable de que la tasa de rentabilidad del capital (entre 4 y 10%) es mayor a la tasa de crecimiento en el ingreso  (es decir, r > g). La sola preferencia temporal y las características físicas de muchos activos lo determinan. Ante un aumento en la productividad de 1-1.5% y un crecimiento demográfico que pierde fuelle, el ingreso global no podrá expandirse por encima del 2% anual. La relación entre el valor del acervo total de capital y el ingreso anual (600%) también crece, y con ello la participación del capital en el ingreso total, en detrimento de la masa salarial. 

Piketty observa que la desigualdad máxima se alcanzó en la Europa de la Belle Époque al principio del siglo XX. Sólo el cataclismo de dos guerras mundiales, más la introducción de fuertes impuestos al ingreso  que permitieron el financiamiento al gasto militar y después la reconstrucción y el estado de bienestar, hicieron que se contrajera la desigualdad  entre los años 50 y 80  del siglo XX junto con la  importancia relativa del capital con respecto al ingreso. A partir de ahí, se retoman las tendencias previas. Aproximadamente, y en promedio en el mundo, el 10%  de la población con los más altos ingresos concentra entre el 80 y el 90% de la riqueza; el 1% concentra el 50% de la riqueza; y la milésima parte de la población, el 20% de la riqueza. Todo lo explica r > g, más la reciente propensión a pagar remuneraciones astronómicas a altos ejecutivos de empresas; rendimientos más altos de las mayores inversiones; el peso creciente de las herencias en la adquisición y acumulación de riqueza dado el bajo crecimiento económico y demográfico (pesa menos el mérito personal que los  linajes familiares); y una estructura fiscal regresiva a escala de las grandes fortunas (pagan pocos  impuestos los ingresos asociados al capital).

La solución de Piketty es un impuesto progresivo al capital y a la riqueza (ojo, no al ingreso, lo que ya existe) concertado globalmente, que atemperaría una excesiva y peligrosa concentración, aliviaría el endeudamiento público, ayudaría a financiar un indispensable estado de bienestar y  políticas contra el cambio climático, y transparentaría la distribución de la riqueza fortaleciendo una gobernanza democrática sin socavar los incentivos que le dan dinamismo y vitalidad al sistema capitalista. En pocas palabras, salvaría al capitalismo.