CRIMEA Y TEJAS
Columna
Aquelarre Económico
José Manuel Suárez Mier[1]
Excelsior, México, D.F.
13 de marzo de 2014
Un perceptivo lector me dijo que mi columna
del viernes pasado parecía el preámbulo para ahondar sobre el tema, en lo
que no se equivocó. Conforme se ha ido aclarando la estrategia rusa respecto a
Ucrania, que consiste en por lo pronto recuperar Crimea, brotan paralelismos
históricos interesantes.
El secretario de Estado de EU, John Kerry, le dijo a Vladimir Putin con notable candidez:
“ustedes no se pueden comportar en el siglo XXI de la manera que se hacía en el
siglo XIX, invadiendo otra nación con un pretexto completamente falso,” lo que
me llevó a cavilar si estaría pensando en la forma como su país nos arrebató
Tejas.
Las semejanzas históricas entre lo que Rusia
está haciendo en Ucrania y lo que Estados Unidos hizo con México, son notables.
Al igual que en Crimea dónde la mayoría de la población es de origen ruso, la
república mexicana inició su soberanía invitando inmigrantes de EU para que
colonizaran el noreste de Coahuila y para 1835 ya eran la mayoría, a razón de
diez “texians” por cada mexicano.
Por supuesto que el gobierno de México había
puesto condiciones a los inmigrantes: tenían que ser católicos, jurar lealtad a
su nuevo país, aprender español y dejar a sus esclavos atrás pues esa siniestra
institución se había abolido en nuestro territorio, desde 1829, pero esos ordenamientos
jamás se cumplieron ni siquiera en apariencia.
Al igual que Putin ofrece su apoyo a los habitantes de origen étnico ruso en
Ucrania y promueve activamente la secesión de Crimea, el gobierno del
Presidente Andrew Jackson apoyó la
causa de la independencia de Texas, aunque lo hizo con sigilo, más para evitar
una reacción política desfavorable en los estados del norte de su país,
acendradamente antiesclavistas, que para no ofender a México.
En el caso de Crimea, y quizá atendiendo a
las sensibilidades del siglo XXI a las que aludió Kerry, habrá un referéndum este fin de semana, en el que previsiblemente
la mayoría votará a favor de la secesión de ese territorio que ha pertenecido a
Ucrania sólo 60 años y por un capricho del dictador soviético en turno, Nikita Kruschev.
Ese manto democrático por espurio que sea, no
se intentó en el caso de la secesión de Tejas, dónde el general Santa Anna fue derrotado, hecho
prisionero y enviado a la ciudad de Washington, a pesar de que EU
ostensiblemente había mantenido su neutralidad en el conflicto.
La estancia de Santa Anna en EU está rodeada de misterio, como ocurre con la del
depuesto líder ucraniano Víctor Yanukovych
en Rusia, aunque se sabe que se reunió con el Presidente Jackson y que EU habría de rescatarlo
del exilio justo a tiempo para que su fallido liderazgo los ayudara en la
guerra con México de 1846.
A diferencia de Santa Anna, Yanukovych
no es un líder militar y carismático pero falta ver qué papel jugará en el
proyecto expansionista ruso en el este de Ucrania, como ocurrió con la
conquista de nuestro territorio desde Nuevo México hasta California, para
rematar el “Destino Manifiesto” como potencia continental de EU.
Una diferencia importante en este paralelismo
histórico, es la reacción internacional frente a los actos de la potencia
agresora. La secesión de Tejas de México no causó una denuncia como la que
estamos viendo en Crimea. Los países europeos bien pronto reconocieron a la
república de Texas y enviaron representación diplomática.
Se sabe que Inglaterra trató de persuadir a
los líderes de Texas de no anexarse a EU no porque esta potencia tuviera
ambiciones imperiales sobre su territorio sino porque querían impedir la
expansión de EU al oeste. Los ingleses inclusive convencieron a México de reconocer
la independencia de Texas con tal de impedir la anexión
En contraste, la reacción mundial
condenatoria de Rusia ha sido estridente aunque no haya un acuerdo generalizado
de las sanciones que se aplicarán, pues los discursos que proclaman firmes castigos,
suavizan su tono cuando se reconoce la aguda dependencia de Europa del petróleo
y gas de Rusia.
La otra diferencia entre Texas y Crimea es en
el comportamiento de los mercados bursátiles: en EU reaccionaron muy
favorablemente a la anexión texana y sucesiva invasión y derrota de México. En
Rusia hubo una caída abrupta y profunda al inicio del conflicto pero se han
recuperado conforme se redujo el volumen retórico.
Habrá que ver si las instituciones y
actitudes del siglo XXI han cambiado tanto como presumen algunos respecto a las
del siglo XIX en la aventura rusa en Crimea.
[1] El autor es Economista
Residente y Catedrático de la Escuela de Servicio Internacional y Director del
Centro de Estudios para Norteamérica de American University en la ciudad
de Washington D.C. Correo: aquelarre.economico@gmail.com