Imprescindible acabar con el pago por mérito a los académicos.
Hace
unas semanas, Manuel Gil publicó un artículo donde cuestionaba el
perverso sistema de pago por mérito al que nos hemos sometido miles de
académicos que trabajamos de tiempo completo en las universidades
públicas mexicanas desde hace más de veinte años. La propia Asociación
Nacional de Universidades e Instituciones de Educación superior, la
ANUIES, como ya hemos hecho referencia en una entrega anterior, en su
documento “Inclusión con Responsabilidad Social”, hace hincapié en la
importancia del cambio de política al respecto.
El
sistema de pago por mérito opera a través de los programas
institucionales de becas y estímulos, los cuales surgieron como una
medida que a la vez que pretendía evitar la fuga de académicos de las
universidades, dados los bajos salarios que percibían, procuraba
deshomologar los ingresos en función del desempeño de los mismos, pues
había quienes en el mejor de los casos sólo cumplían con sus labores
docentes, sin realizar investigación o difusión de la cultura, y otros
que cumplían plenamente con las funciones para las cuales fueron
contratados, pero todos recibían el mismo salario.
El
problema con el paso de los años, es que los ingresos económicos
percibidos por lo que teóricamente se consideraba un pago adicional,
extra, por el desempeño sobresaliente de los académicos de carrera, se
convirtió en los hechos en parte del salario regular y ahora es parte
fundamental de sus ingresos económicos, ya que más de la mitad de los
recursos mensuales que devengan proviene de esos programas.
Para
que un académico de carrera logre obtener esos pagos “extraordinarios”,
es preciso mostrar cada año, o cada dos, tres, cuatro, o cada cinco
años, que en efecto trabaja como docente dando clases en licenciatura y
posgrado, así como dirigiendo tesis. Pero más importante es mostrar la
publicación de artículos especializados en revistas indexadas,
traducciones, reseñas, libros coeditados con empresas editoriales de
prestigio, asistir a congresos, coloquios, impartir conferencias,
etcétera.
Se
trata de un sistema de pago al trabajo regular de los académicos que ha
generado efectos no deseados, pues la dinámica de buena parte de la
labor académica que se realiza en las universidades públicas tiene como
lógica central publicar por publicar, sin importar la calidad e impacto
de lo escrito, aunque las bodegas estén repletas de publicaciones que a
nadie le interesa distribuir; incluso, se sabe de acuerdos que toman
algunos académicos para publicar en colectivo aunque no todos participen
de la investigación y redacción del trabajo reportado. Los llamados
refritos de los trabajos publicados están del mismo modo a la orden del
día. Se trata también de acudir a muchos congresos, independientemente
de quien convoque, aunque se hable diez minutos y cueste miles de pesos a
la institución sufragarlos para acudir a los mismos.
Es
preciso, así mismo, titular a varios alumnos al año de licenciatura y
posgrado con tesis de dudosa calidad y hechura. Lo importante es
acumular puntos y más puntos que se establecen en los tabuladores para
conseguir aspirar a percibir un ingreso económico decoroso, no importa
la estrategia que se siga. Y en ese camino es importante para muchos
académicos tener “contactos” con las comisiones de pares que evalúan y
dictaminan lo realizado para que les “echen la mano” si es necesario.
Y
aunque diversos especialistas han investigado y mostrado lo pernicioso
del sistema, las autoridades federales e institucionales no parecen
tener en la mira una reforma que lo modifique de fondo, ya que en buena
medida consideran que sólo mediante ese sistema los académicos se
responsabilizan con su trabajo regular. ¿Acaso cientos de académicos que
han mostrado con creces su compromiso durante 25 años necesitan seguir
probándolo cada año, aunque tengan 35 años de antigüedad y una edad de
65 años o más? Lamentablemente sí. Y peor aún, si el académico decide
jubilarse se va a su casa sin percibir los ingresos económicos que le
proporciona el sistema. El largo tiempo entregado en ser un profesional
de la docencia y la investigación, la difusión de la cultura y la
gestión administrativa queda en el olvido. No hay recompensa por lo
realizado, se retiran con la paupérrima pensión del ISSSTE.
Sometidos
a un trabajo a destajo, agobiante, desgastante e individualista, la
planta académica de las universidades públicas envejece rápidamente sin
existir hasta la fecha una iniciativa gubernamental nacional que atienda
seriamente la problemática. ¿Cuánto tiempo más tendrá que transcurrir
para que se modifiquen los actuales sistemas de estímulos y becas?
Es
deseable que existan sistemas de pago al mérito, sin duda, pero debe
ser un pago extraordinario y excepcional a lo realizado, para lo cual
buena parte de los ingresos que hoy perciben los académicos debería
formar parte de su salario regular. Y aquellos que no cumplan con su
trabajo simplemente deberían abandonar las instituciones.
En
el contexto de la consulta que el Gobierno Federal está llevando a cabo
para la formulación del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, es
imprescindible que forme parte de la agenda pública la necesidad de
evaluar y reformar el conjunto de los sistemas de pago por becas y
estímulos al desempeño de los académicos de carrera de las instituciones
de educación superior públicas.
Link original: http://educacionadebate.org/43592/imprescindible-acabar-con-el-actual-sistema-de-pago-por-merito-a-los-academicos/
Link original: http://educacionadebate.org/43592/imprescindible-acabar-con-el-actual-sistema-de-pago-por-merito-a-los-academicos/