BRASIL OTRA VEZ EN EL ABISMO
La posibilidad de un nuevo impeachment, esta vez contra Michel Temer,
es cada vez mayor. Las previsiones de una renuncia voluntaria, tras la
filtración de una grabación comprometedora contra el presidente, fueron
rápidamente frustradas por la rotunda negación del directamente
implicado. A nadie se le escapa, comenzando por los mercados, la
gravedad del momento y sus consecuencias letales sobre el futuro del
Brasil, especialmente cuando comenzaban a aparecer los primeros, pero
sólidos, indicios de una recuperación económica.
La sensación de hecatombe que se vive en Brasilia y en el resto del
país se ha visto agravada por las acusaciones contra el senador Aécio
Neves, ex candidato presidencial del PSDB (Partido de la
SocialDemocracia Brasileña), y la circulación el pasado mes de abril de
la famosa “Lista Fachin” donde aparecen implicados 108
políticos brasileños en relación al escándalo de Odebrecht. Entre ellos
24 senadores y 39 diputados de prácticamente todos los partidos del
espectro político nacional.
Como se especulaba tras su toma de posesión en agosto de 2016, Temer nunca pudo contar con la legitimidad suficiente
como para gobernar con comodidad. Las sospechas de golpe, difundidas
por los seguidores de Dilma Rousseff y Lula da Silva, junto con las
acusaciones de corrupción contra algunos de los miembros de su gabinete,
hicieron mucho más vulnerable a un gobierno nacido débil y corroído por
los enfrentamientos internos. La ausencia de una actitud clara en la
investigación de los escándalos de corrupción lo debilitó aún más.
A un año largo de las próximas elecciones presidenciales (octubre de
2018) las opciones a disposición del sistema son escasas. A esto se
agrega el desprestigio generalizado de los políticos,
de los partidos y del Parlamento. Sólo la justicia se salva de la quema
y esto complica la búsqueda de una salida, ya que si se cesa a Temer
por un juicio político, o éste finalmente renuncia, correspondería al
Congreso elegir al nuevo presidente. ¿Cuál sería entonces la legitimidad
de un nuevo mandatario elegido por parlamentarios sospechosos de
corrupción? Por otra parte, ¿qué hará el Supremo Tribunal Federal, que
contemplaba imputar al presidente por obstrucción a la justicia?
Salvo reforma constitucional, difícil en este momento, no se puede convocar elecciones anticipadas,
como reclama una parte de la ciudadanía en sus manifestaciones
callejeras. Se había hablado en las semanas anteriores de una posible
negociación en marcha entre las principales fuerzas políticas para
limitar los efectos del Lava Jato en los próximos comicios, ya que no sería descartable el crecimiento de opciones antipolíticas, de candidatos outsiders
o de alguna opción claramente populista. De hecho, el diputado y ex
militar Jair Bolsonaro, ubicado en la extrema derecha, ha visto crecer
sus opciones de cara a octubre de 2018 en las últimas encuestas.
La preocupación por lo que está ocurriendo y la manera en que se
sustancie la actual crisis trasciende más allá de las fronteras
brasileñas, dada la importancia y el tamaño de su economía.
En Argentina, por ejemplo, la recuperación económica del país depende
en buen grado de sus exportaciones al mercado vecino. Por otro lado, la
mayor parte de las empresas españolas tienen fuertes inversiones en Brasil.
Una pregunta que muchos se formulan se relaciona con las próximas elecciones y sus posibles beneficiarios. Algunos apuntan a Lula,
en primer lugar, ya que encabeza prácticamente todas las encuestas.
Cuanto antes sean las elecciones mejor para Lula, ya que de ese modo
evitaría una condena judicial por corrupción y su consecuente
inhabilitación. Sin embargo, su nivel de rechazo, cercano al 50% lo
inhabilitaría para imponerse en la segunda vuelta, requisito del sistema
político brasileño si nadie alcanza el 50%. De ahí que la nota
dominante de la actual coyuntura sea precisamente la incertidumbre.