Crisis y oportunidades: ¿Un mundo sin Estados Unidos?
Me imagino que el lector se
sorprenderá por la temeraria interrogante que encabeza este artículo.
Admito que soy el más sorprendido de haberla formulado. Sin embargo, si
bien Estados Unidos no desaparecerá ni mucho menos, hay un claro cambio
de paradigma que puede afectar los equilibrios geopolíticos y las reglas
de la economía mundial.
Este cambio transformacional, si finalmente se cristaliza en los
hechos como parece ser, refleja un cambio radical en Estados Unidos el
cual pasaría de ser el líder del “mundo libre” a ser un país
proteccionista y nacionalista, aislado por un muro de uno de su más
leales aliados y socios comerciales. Al mismo tiempo, no han pasado
desapercibidas las declaraciones de China cuyo Presidente reconoció los
méritos del multilateralismo y la globalización en el reciente Foro de
Davos. No son coincidencias. Es realismo político y una oferta abierta
formulada principal pero no exclusivamente, al mundo en desarrollo de
que hay otra opción y un nuevo potencial aliado. Aun si solo fuera una
expresión de deseo y, algunos dicen, una ironía deliberada, el mensaje
quedo en la mesa. El hecho es que China ya es el principal destino de
las exportaciones de Uruguay y un socio importante de Africa, América
Latina e, inclusive, Asia.
Por otra parte, según las declaraciones del Presidente Trump, Estados
Unidos no se someterá a las reglas de comercio mundial y no aceptar los
fallos- que no le convengan- de la Organización Mundial del Comercio,
los cuales fueron oportuna y duramente negociados y aceptados por la
comunidad mundial y donde dicho país participo activamente. Un mundo sin
reglas comerciales ni responsabilidades ni arbitrajes no dista mucho de
ser un retroceso a los tiempos de la supervivencia del más fuerte. Para
mostrar que sus palabras tienen contenido se retira de la llamada
Alianza Trans-Pacifico (TPP por sus siglas en Ingles) y anuncia la
renegociación de aspectos sustantivos del Tratado de Libre Comercio
(TLC) firmado con México y Canadá y de la distribución de los gastos en
la OTAN.
A esta situación, ya por demás preocupante, se suma una deportación
masiva donde más de 500 ciudadanos mexicanos son enviados de regreso a
su país diariamente, sin reglas claras y dudosa legitimidad jurídica.
Los deportados no son ni criminales, ni violadores ni traficantes. En su
inmensa mayoría son aquellos que construyeron, documentados o no, la
infraestructura de los Estados Unidos y los que aseguraron a los
consumidores estadounidenses que las cosechas serian levantadas a tiempo
y los productos llegarían frescos a sus mesas. ¿Porque están en Estados
Unidos ilegalmente, lo que es claramente una situación irregular? En
gran parte, se debe a la demanda de los granjeros, hacendados,
productores, constructores, industriales y otros que nunca quisieron
quebrase la espalda haciendo trabajos duros y mal pagos y salieron a
buscar mano de obra barata, creando todo tipo de incentivos y
estrategias conocidas por todos en, por ejemplo, el Valle de San Joaquín
donde los rancheros son mayoritariamente blancos republicanos y me tocó
verlo personalmente mientras estudiaba y trabajaba en esa zona
eminentemente agrícola donde el 90% de los trabajadores son mexicanos y,
desde hace un tiempo, de Centroamérica. También, es justo decir, el
sistema migratorio de Estados Unidos dista de ser efectivo y necesita
ser actualizado.
Y, para complicar más un tema ya sumamente delicado, este nuevo
paradigma, viene del brazo de otro, y todavía nuevo, cambio de
paradigma, el cual no está totalmente cerrado y que fue la caída del
Muro de Berlín en 1989 y el desmembramiento de la ex Unión Soviética, lo
que ocurrió en 1991. Es decir, en hace apenas poco más de un cuarto de
siglo el mundo cambio, las reglas cambiaron y las instituciones
mundiales sufren la incertidumbre de vacíos en su gobernanza y gestion.
Agreguemos también la decisión de Gran Bretaña de dejar la Unión Europea
(Brexit) y todos los contactos de funcionarios de alto nivel del equipo
del candidato Trump con altos diplomáticos y personeros rusos durante y
después de las elecciones, lo que ya tuvo un costo político con, hasta
ahora, la renuncia de un alto funcionario militar y sospechas sobre el
Fiscal General, quien se recusó de participar en cualquier
investigación, si fuera el caso. Ahora se suma la acusación, un tanto
apurada ,y vía Tweeter, de que el ex presidente Obama mando interceptar
llamadas del ahora Presidente Trump. La división entre el populismo
demagógico de Trump, el conservadurismo del Partido Republicano, la
oposición abierta de la prensa y del Partido Demócrata y líderes
occidentales crea serias repercusiones a nivel global cuando solo han
transcurrido 45 días desde la inauguración presidencial. Enfrentamiento e
incertidumbre son los términos más utilizados para describir una
situación potencialmente peligrosa.
Dicho esto, aprovecho para comentar que en estos últimos 15 días mi
trabajo me llevo a Estados Unidos, México, El Salvador y Costa Rica e,
inevitablemente, el tema fue discutido informalmente. En el caso de
México y El Salvador se suma no solo la perdida de trabajo de migrantes
que están siendo deportados y crean una crisis a nivel nacional, sino
tambien una merma en las remesas que estos mismos trabajadores envían a
sus familiares para ayudarles a disfrutar de una vida digna. Como
ejemplo, en el caso de El Salvador, los envios representan el 14% de su
PBI y en México millones de ciudadanos dependen, principalmente, de las
remesas de emigrantes radicados en Estados Unidos
¿Qué hacer? Primero asumir lo peor y es que estas políticas
continuarán. La incertidumbre a nivel global es grande y a pesar de los
records diarios del Índice Dow Jones, no es temerario afirmar que la
crisis política que enfrenta a los demócratas, socios comerciales,
aliados políticos y grupos importantes del Partido Republicano empeorara
y los mercados, a los cuales no le gusta la incertidumbre, así lo
reflejara en futuro cercano más de lo que la gente piensa.
Lo otro, y quizás lo más importante, es recordar las palabras de
Einstein. “las crisis son la mejor bendición que puede sucederle a la
gente y países porque traen progresos. La creatividad nace del
desaliento como el día nace de la noche más oscura” y actuar ya con la
decisión, pragmatismo y grandeza que el momento histórico exige.
Si uno revisa los ranking de innovación, competitividad, educación,
ingresos per cápita, conocimiento (reflejado en publicaciones
científicas y patentes) los 20 primeros países atravesaron situaciones
de guerras, de estar ubicados en áreas geográficas hostiles, de sufrir
desastres naturales, de no tener tierras cultivables y otras situaciones
traumáticas que desataron la decisión de “nunca más” y reconstruir sus
países pensando solo en el bienestar general y con una visión a largo
plazo de trabajar juntos, eliminar al máximo la corrupción (difícil pero
impostergable) invertir en I+D, innovar, afianzar las democracias y
tirar todos juntos en la misma dirección.
Estos nuevos paradigmas representan amenazas, pero también
oportunidades para América Latina y el Caribe. Las cosas no pueden
seguir igual. Sector privado, partidos, gobiernos, sindicatos,
intelectuales y la sociedad entera debe de asumir los cambios
transformacionales y saber que, de una manera u otra, nos van a afectar
seriamente. Habrá que, finalmente, concebir una visión país más allá de
partido e ideología e insertarnos ya en la economía del conocimiento y
en un mundo que nunca dejará de ser globalizado e interdependiente.
Educar, innovar, atraer inversiones, firmar tratados de libre comercio
que nos permitan competir e ingresar a mercados donde hoy existen altos
aranceles, diversificar, postergar las ambiciones partidarias y
personales por el bien general.