martes, 7 de marzo de 2017

LAS "MUTACIONES" de los EE.UU.






Crisis y oportunidades: ¿Un mundo sin Estados Unidos?


Me imagino que el lector se sorprenderá por la temeraria interrogante que encabeza este artículo. Admito que soy el más sorprendido de haberla formulado. Sin embargo, si bien Estados Unidos no desaparecerá ni mucho menos, hay un claro cambio de paradigma que puede afectar los equilibrios geopolíticos y las reglas de la economía mundial.

Este cambio transformacional, si finalmente se cristaliza en los hechos como parece ser, refleja un cambio radical en Estados Unidos el cual pasaría de ser el líder del “mundo libre” a ser un país proteccionista y nacionalista, aislado por un muro de uno de su más leales aliados y socios comerciales. Al mismo tiempo, no han pasado desapercibidas las declaraciones de China cuyo Presidente reconoció los méritos del multilateralismo y la globalización en el reciente Foro de Davos. No son coincidencias. Es realismo político y una oferta abierta formulada principal pero no exclusivamente, al mundo en desarrollo de que hay otra opción y un nuevo potencial aliado. Aun si solo fuera una expresión de deseo y, algunos dicen, una ironía deliberada, el mensaje quedo en la mesa. El hecho es que China ya es el principal destino de las exportaciones de Uruguay y un socio importante de Africa, América Latina e, inclusive, Asia.

Por otra parte, según las declaraciones del Presidente Trump, Estados Unidos no se someterá a las reglas de comercio mundial y no aceptar los fallos- que no le convengan- de la Organización Mundial del Comercio, los cuales fueron oportuna y duramente negociados y aceptados por la comunidad mundial y donde dicho país participo activamente. Un mundo sin reglas comerciales ni responsabilidades ni arbitrajes no dista mucho de ser un retroceso a los tiempos de la supervivencia del más fuerte. Para mostrar que sus palabras tienen contenido se retira de la llamada Alianza Trans-Pacifico (TPP por sus siglas en Ingles) y anuncia la renegociación de aspectos sustantivos del Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado con México y Canadá y de la distribución de los gastos en la OTAN.

A esta situación, ya por demás preocupante, se suma una deportación masiva donde más de 500 ciudadanos mexicanos son enviados de regreso a su país diariamente, sin reglas claras y dudosa legitimidad jurídica. Los deportados no son ni criminales, ni violadores ni traficantes. En su inmensa mayoría son aquellos que construyeron, documentados o no, la infraestructura de los Estados Unidos y los que aseguraron a los consumidores estadounidenses que las cosechas serian levantadas a tiempo y los productos llegarían frescos a sus mesas. ¿Porque están en Estados Unidos ilegalmente, lo que es claramente una situación irregular? En gran parte, se debe a la demanda de los granjeros, hacendados, productores, constructores, industriales y otros que nunca quisieron quebrase la espalda haciendo trabajos duros y mal pagos y salieron a buscar mano de obra barata, creando todo tipo de incentivos y estrategias conocidas por todos en, por ejemplo, el Valle de San Joaquín donde los rancheros son mayoritariamente blancos republicanos y me tocó verlo personalmente mientras estudiaba y trabajaba en esa zona eminentemente agrícola donde el 90% de los trabajadores son mexicanos y, desde hace un tiempo, de Centroamérica. También, es justo decir, el sistema migratorio de Estados Unidos dista de ser efectivo y necesita ser actualizado.

Y, para complicar más un tema ya sumamente delicado, este nuevo paradigma, viene del brazo de otro, y todavía nuevo, cambio de paradigma, el cual no está totalmente cerrado y que fue la caída del Muro de Berlín en 1989 y el desmembramiento de la ex Unión Soviética, lo que ocurrió en 1991. Es decir, en hace apenas poco más de un cuarto de siglo el mundo cambio, las reglas cambiaron y las instituciones mundiales sufren la incertidumbre de vacíos en su gobernanza y gestion. Agreguemos también la decisión de Gran Bretaña de dejar la Unión Europea (Brexit) y todos los contactos de funcionarios de alto nivel del equipo del candidato Trump con altos diplomáticos y personeros rusos durante y después de las elecciones, lo que ya tuvo un costo político con, hasta ahora, la renuncia de un alto funcionario militar y sospechas sobre el Fiscal General, quien se recusó de participar en cualquier investigación, si fuera el caso. Ahora se suma la acusación, un tanto apurada ,y vía Tweeter, de que el ex presidente Obama mando interceptar llamadas del ahora Presidente Trump. La división entre el populismo demagógico de Trump, el conservadurismo del Partido Republicano, la oposición abierta de la prensa y del Partido Demócrata y líderes occidentales crea serias repercusiones a nivel global cuando solo han transcurrido 45 días desde la inauguración presidencial. Enfrentamiento e incertidumbre son los términos más utilizados para describir una situación potencialmente peligrosa.
Dicho esto, aprovecho para comentar que en estos últimos 15 días mi trabajo me llevo a Estados Unidos, México, El Salvador y Costa Rica e, inevitablemente, el tema fue discutido informalmente. En el caso de México y El Salvador se suma no solo la perdida de trabajo de migrantes que están siendo deportados y crean una crisis a nivel nacional, sino tambien una merma en las remesas que estos mismos trabajadores envían a sus familiares para ayudarles a disfrutar de una vida digna. Como ejemplo, en el caso de El Salvador, los envios representan el 14% de su PBI y en México millones de ciudadanos dependen, principalmente, de las remesas de emigrantes radicados en Estados Unidos
¿Qué hacer? Primero asumir lo peor y es que estas políticas continuarán. La incertidumbre a nivel global es grande y a pesar de los records diarios del Índice Dow Jones, no es temerario afirmar que la crisis política que enfrenta a los demócratas, socios comerciales, aliados políticos y grupos importantes del Partido Republicano empeorara y los mercados, a los cuales no le gusta la incertidumbre, así lo reflejara en futuro cercano más de lo que la gente piensa.

Lo otro, y quizás lo más importante, es recordar las palabras de Einstein. “las crisis son la mejor bendición que puede sucederle a la gente y países porque traen progresos. La creatividad nace del desaliento como el día nace de la noche más oscura” y actuar ya con la decisión, pragmatismo y grandeza que el momento histórico exige.

Si uno revisa los ranking de innovación, competitividad, educación, ingresos per cápita, conocimiento (reflejado en publicaciones científicas y patentes) los 20 primeros países atravesaron situaciones de guerras, de estar ubicados en áreas geográficas hostiles, de sufrir desastres naturales, de no tener tierras cultivables y otras situaciones traumáticas que desataron la decisión de “nunca más” y reconstruir sus países pensando solo en el bienestar general y con una visión a largo plazo de trabajar juntos, eliminar al máximo la corrupción (difícil pero impostergable) invertir en I+D, innovar, afianzar las democracias y tirar todos juntos en la misma dirección.

Estos nuevos paradigmas representan amenazas, pero también oportunidades para América Latina y el Caribe. Las cosas no pueden seguir igual. Sector privado, partidos, gobiernos, sindicatos, intelectuales y la sociedad entera debe de asumir los cambios transformacionales y saber que, de una manera u otra, nos van a afectar seriamente. Habrá que, finalmente, concebir una visión país más allá de partido e ideología e insertarnos ya en la economía del conocimiento y en un mundo que nunca dejará de ser globalizado e interdependiente. Educar, innovar, atraer inversiones, firmar tratados de libre comercio que nos permitan competir e ingresar a mercados donde hoy existen altos aranceles, diversificar, postergar las ambiciones partidarias y personales por el bien general.