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La Academia Nacional de Ciencias Económicas se dirige a la Nación
La Academia Nacional de
Ciencias Económicas tiene por obligación de su Ley de origen, emitir su opinión
sobre los problemas económicos que aquejan a la Nación y sobre las medidas
necesarias para superarlos. El deterioro continuado en las condiciones de vida
de los venezolanos y la ausencia visible de propósitos de enmendar las
políticas causantes de este deterioro por parte del Ejecutivo, motivan a esta
Corporación a hacer el siguiente llamado de atención en cumplimiento de ese
deber.
La Encuesta sobre
Condiciones de Vida del venezolano (ENCOVI), realizada conjuntamente
por las universidades Católica Andrés Bello, Central de Venezuela y Simón
Bolívar, arroja para el año 2016, hallazgos que no podían ser más alarmantes.
La pobreza por ingresos, ya de por sí muy elevada en 2015 (73%), alcanza a un
81,8% de los hogares, cifra nunca registrada en la historia de la Venezuela
moderna. Más de la mitad se encuentran en pobreza extrema (51,5%). En
total, sólo un 18,2% de los hogares no son pobres. Durante los tres años en que
se ha realizado la encuesta, lo que se conoce como pobreza estructural o
crónica -más difícil de superar, porque las familias han perdido capacidades
para mejorar su situación-, ha venido incrementándose, hasta alcanzar el 38% de
los hogares en 2016. Las llamadas misiones no están
focalizadas para atajar este deterioro: 4,2 millones de pobres no reciben
ninguna misión social, pero sí 4,4 millones de no pobres. En materia escolar,
el 45% de los niños entre 3 y 17 años, pertenecientes al quintil más pobre de
la población, dejan de asistir a clase por falta de comida en la escuela y un
39% por falta de comida en el hogar. La encuesta revela que, mientras en 2015
11,3% de los hogares manifestaban que comían solo dos veces o menos al día, esta
respuesta subió a 32,5% en 2016. Asimismo, durante el último año, el 72,7% de
los adultos encuestados perdieron peso de manera no voluntaria, un promedio de
8,7 kg. por persona. Entre los pobres extremos, tal pérdida llega a 9 kg. En
este sector de la población, 86,3% ingieren dos o menos comidas al día. En lo
que respecta a cuidados de salud, se descubrió que un 63% de la población no
posee planes de seguros de atención médica. Esta cifra supera el 85% en el
quintil más pobre. Ello es tanto más grave porque ENCOVI revela, además, que en
2016 la búsqueda de atención médica en clínicas y hospitales privados superó a
la correspondiente en hospitales públicos.
Desde la Academia nos hemos
pronunciado por la necesidad imperiosa de derrotar la espantosa inflación que
empobrece a los venezolanos, la más alta del mundo durante los últimos tres
años, para superar tan lamentable situación. Nos sentimos obligados a reiterar
la urgencia de reducir drásticamente el déficit del Estado, eliminar su
financiamiento monetario, unificar el tipo de cambio en torno a sus valores
reales de equilibrio y liberar a las fuerzas productivas para que puedan
responder a las necesidades del mercado doméstico. Es menester sanear las
cuentas del sector público, eliminando el gasto improductivo y aumentando sus
ingresos. Deben sincerarse los precios de los bienes y servicios que brinda el
Estado, venderse empresas que hoy desangran las arcas públicas y combatir
eficazmente las corruptelas que tantos recursos les han robado a los venezolanos.
Sincerar los precios de los
combustibles internos y rescatar a la industria petrolera de los compromisos
impuestos que le han impedido cumplir con su misión de producir
competitivamente crudo, gas y sus productos, mejoraría significativamente su
situación financiera. Así podrá encarar exitosamente sus requerimientos de
inversión, y de pago de deuda, de proveedores y de impuestos al fisco, y
prescindir del dinero sin respaldo que le entrega el BCV, fuente principalísima
de inflación. Si no se logra mejorar drásticamente la eficiencia de la
industria, las finanzas públicas se verán seriamente constreñidas.
Asociado a lo anterior está la
unificación del tipo de cambio en torno a valores que equipararían el poder de
compra interno y externo del bolívar, y la creación de condiciones que permitan
el libre acceso a la divisa. El actual control cambiario, con sus tasas tan
dispares y distorsionadoras de los precios internos, ha acentuado la fuga de
capitales, la devaluación incesante de nuestra moneda y la merma de las
reservas internacionales del país. Su desmantelamiento es indispensable para
superar los cuellos de botella externos que restringen la capacidad de importar
insumos y equipos para las actividades productivas, así como los bienes de
consumo final que requiere la población. La eliminación del déficit público y
de su financiamiento monetario permitirá derrotar la inflación y estabilizar el
precio del dólar a niveles varias veces inferior a su cotización en el mercado
negro, en un régimen de libre concurrencia. Ello habrá de abaratar
sustancialmente el precio de la inmensa mayoría de los bienes importados, como
de aquellos que se fabrican con insumos comprados afuera, siempre que se
promueva activamente la competencia en el mercado doméstico. Con ello se beneficiará
el poder adquisitivo de la población.
La reactivación de la economía
interna y la promoción de la competencia requieren levantar los controles y las
regulaciones punitivas. Junto al racionamiento en el mercado de divisas, han
provocado una severa subutilización de los recursos productivos de la Nación.
Por tanto, es de esperar una respuesta inmediata de la economía al liberarse
las fuerzas productivas domésticas de los controles que hoy las asfixian.
Adicionalmente, deben tomarse las previsiones necesarias para fortalecer las
instituciones financieras de manera que puedan proveer los créditos necesarios
para la reactivación económica, y estimular la inversión productiva y el
emprendimiento. De otra manera no se podrán generar empleos bien remunerados,
capaces de restablecer un poder de compra digno a la familia venezolana.
Lo anterior se hace aún más
factible y provechoso de contar con un generoso financiamiento externo. Éste
contribuirá a estabilizar el precio del dólar y cumplir con nuestros compromisos
externos, y coadyuvará con el saneamiento de las cuentas públicas y la reforma
del Estado. La estabilización macroeconómica y la eliminación de los controles
habrán de abrirnos las puertas a fuentes de financiamiento diversas, hoy
negadas por el altísimo riesgo con que somos percibidos en los mercados
internacionales.
De tomarse las medidas aquí
expuestas, el Estado dispondrá de recursos para compensar a aquellos sectores
vulnerables que pudiesen resultar afectados por algunas de ellas. Ejemplos exitosos
de compensación en otros países abundan, como es el caso del socio de Venezuela
en la OPEP, Irán, que instrumentó un eficiente programa de transferencias a su
población ante el incremento en el precio de la gasolina. Cabe señalar, sin
embargo, que las medidas propuestas ejercerán efectos expansivos sobre la
economía, que hacen prever una mejora en el bienestar de los venezolanos. El
ajuste dramático y empobrecedor ya lo hemos sufrido, dada la negativa del
Ejecutivo a rectificar políticas que han alimentado la inflación, acentuado el
desabastecimiento y deprimido la capacidad productiva del país.
A esta Corporación le cuesta
entender que, ante la terrible situación que enfrentan hoy la mayoría de los
venezolanos, el Ejecutivo mantenga estas políticas. Pretender que un
abastecimiento precario de reparto controlado de alimentos como el de los CLAPs
sea la única respuesta condenará a la población a un mayor empobrecimiento. Los
padecimientos de nuestros compatriotas son evitables y la Academia Nacional de Ciencias
Económicas ha ofrecido reiteradamente sus criterios sobre cómo superarlos, en
cumplimiento de su deber. Reiteramos, una vez más, nuestra disposición a
colaborar con la formulación de las medidas requeridas para la reactivación de
la economía, en espera de que el Gobierno Nacional asuma valientemente su deber
para con la mejora del bienestar de los venezolanos. Estamos a la orden.
En Caracas, el primero de marzo
de 2017,
Humberto García Larralde
Sary
Levy Carciente
Presidente
Secretaria