El escenario
INUNDACIONES EN ARGENTINA:
Un macabro debate que revela disputas de poder
Por Carlos Pagni | LA NACION
La trágica inundación de La Plata está desencadenando una crisis política con ramificaciones nacionales.
Varias
fracciones de la oposición bonaerense, lideradas por la Coalición
Cívica, el Frente Amplio Progresista, la Unión Cívica Radical y el
peronismo disidente de Francisco de Narváez, negocian desde ayer la
creación de una comisión investigadora que examine en la Legislatura las
responsabilidades del gobernador Daniel Scioli y del intendente de La
Plata, Pablo Bruera, en la catástrofe.
También planean solicitar la renuncia del ministro de
Justicia y Seguridad de la provincia, Ricardo Casal, a quien atribuyen
irregularidades en la información sobre las muertes y desapariciones
producidas por el desastre. Y un pedido al Poder Judicial para que
investigue a ese ministro por los delitos de falsedad ideológica e
incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Las graves negligencias en la administración de la
infraestructura habían puesto en tela de juicio a los funcionarios de
los tres niveles de gobierno. El foco se posó sobre Bruera. En un plano
más difuso quedaban Scioli y Julio De Vido, ministro de Planificación
Federal. Pero en las últimas 48 horas esta controversia quedó solapada
por un macabro debate sobre el recuento de los muertos. El presidente
del radicalismo provincial, Miguel Bazze, advirtió ayer que "sería
gravísimo que se esté ocultando la cantidad real".
Scioli se viene aferrando al número que le suministró
Casal: 51 muertos. Esa afirmación inspiró la observación de Bazze y el
pedido de renuncia del ministro.
Ayer la preparaban varios diputados sobre un texto de
Walter Martello y Oscar Negrelli (Coalición Cívica). ¿La información se
refiere a la cantidad de muertes que se produjeron en la inundación o
por la inundación? ¿Incluye a las víctimas que fallecieron en los
hospitales? ¿Cómo se computan los indocumentados que habrían sido
arrastrados por las aguas? Jóvenes que militan en el movimiento Unidos y
Organizados dijeron ayer a sus líderes haber visto a la Policía
Científica extraer de un arroyo cadáveres sin identificación. Algunas
suspicacias nacen de curiosidades estadísticas. El informe de Casal no
registra menores de 21 años.
Con independencia de los rumores, el proyecto de
investigación de la oposición consigna que minutos más tarde de que
Casal difundiera un comunicado oficial de la policía, la Justicia
recibió denuncias sobre 20 desapariciones no incluidas en el informe.
La discusión en torno de la pérdida de vidas exhumó
algunos datos inquietantes sobre las estadísticas sobre la seguridad
bonaerense. Dirigentes de la oposición y un legislador del kirchnerismo
afirmaron que, a diferencia de las demás jurisdicciones, desde hace tres
años la encargada de comunicar el número de homicidios de la provincia a
la base de nacional de datos no es la policía, sino la Procuración
General, que se sirve como fuente de las carátulas judiciales, la
mayoría de las veces imprecisas.
La pregunta es impensable: ¿se ha montado un Indec de
la muerte? Para despejarla, la oposición pedirá que el juez Federico
Arias y el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta interroguen a funcionarios
provinciales y municipales de las áreas de Salud, Seguridad y Acción
Social.
En este marco se tramita la disputa del poder. Como
dijo Bazze, la falta de transparencia estadística estaría al servicio de
"inconfesables especulaciones políticas". Están referidas sobre todo a
la interna del kirchnerismo. La escala de la catástrofe podría
determinar la jerarquía de las responsabilidades. Es la razón por la
cual se vuelve interesante el modo en que los distintos actores del
oficialismo aborden el pedido de investigación de la oposición. Los
diputados y senadores que responden a la Casa Rosada ¿acompañarán las
investigaciones sobre Scioli?
Todavía es muy temprano para contestar. Pero en un
sondeo preliminar se podían obtener respuestas como ésta, procedentes
del círculo presidencial: "No podemos rifar en La Plata nuestro trabajo
en defensa de los derechos humanos; ¿cómo toleraría el peronismo que se
lo acuse de disimular el desastre de los más pobres?".
La moneda está en el aire. ¿Aprovechará Cristina
Kirchner esta emergencia para detener una dinámica previa de
enfrentamiento con Scioli de consecuencias autodestructivas? ¿O la
catástrofe platense será el feroz insumo de la disputa sucesoria del PJ?
Para contestar estas preguntas no alcanza con conocer
las instrucciones de la Presidenta a sus epígonos bonaerenses. También
hace falta verificar los movimientos del peronismo disidente, que lidera
De Narváez, y aun del macrismo. Su grado de solidaridad con Scioli
indicaría la profundidad de los pactos del gobernador con la oposición.
Un misterio más: ¿qué significará para Sergio Massa el curso que tome la
crisis? Meses atrás él razonaba así: "Si en 2013 se discute cómo frenar
a Cristina, no es mi hora ni mi rol; pero si se trata de proponer un
liderazgo que sustituya lo que se conoce, habrá que participar". El
dilema de Massa sugiere otras posibilidades: ¿provocará la sucesión de
catástrofes una corriente de "indignados"? ¿Hay alguien en condiciones
de representarla?
El catálogo de problemas revela, por sí solo, que la
reacción original del oficialismo, encapsular la hecatombe en el drama
de Bruera, quedó desbordada. No quiere decir que el intendente de La
Plata no se convierta en el nuevo Omar Goye, su colega de Bariloche, con
cuya destitución el kirchnerismo intentaba anoche limpiarse de la
solapa los saqueos navideños. La gestión de Bruera reveló tener
deficiencias gravísimas. Entre ellas, la derogación del Código de
Ordenamiento Urbano, que provocó varias demandas judiciales. Al amparo
de la falta de planeamiento no sólo se desarrolló un boom inmobiliario
carente de infraestructura. También se multiplicaron los asentamientos
en las orillas de los arroyos.
¿Qué sucederá con el apellido Bruera? ¿Será Gabriel, su
hermano, el primer candidato a senador provincial del kirchnerismo
platense, como estaba previsto? ¿O lo reemplazará Giselle Fernández, la
hermana de la Presidenta?
La señora de Kirchner todavía no dio señales de cómo
encarará estos aspectos de la crisis. Por ahora su reacción fue ponerse
al frente de la ayuda social, yendo hacia los que sufrieron la
desgracia, como hizo ayer al regresar a La Plata, en un intento de
identificarse con los jóvenes que asisten a las víctimas y no con los
funcionarios responsables del descalabro. El patrón de conducta es
bastante evidente: está ensayando, a su modo, una "bergoglización".
Ese movimiento pretende también rescatar del
tembladeral a Alicia Kirchner. La aparición de la ministra en La Plata
iba a proyectar a una figura principal del oficialismo en el programa
electoral del Gobierno. El experimento falló. Es una peripecia muy
relevante. Antes de las inundaciones la ministra de Desarrollo Social
tenía en las encuestas elaboradas por el macrismo un volumen de adhesión
nacional apenas inferior al de Cristina Kirchner, Scioli o Massa. Si en
los próximos comicios consiguiera un triunfo nítido, y la reforma
constitucional siguiera vedada, podría convertirse en la principal
candidata a representar al oficialismo en 2015. Las cuñadas almuerzan
juntas todos los domingos. No hay que olvidarlo: el "proyecto nacional y
popular" ha llevado siempre en su corazón un proyecto familiar.
A partir de la catástrofe bonaerense, esta estrategia
se torna paradójica. En La Plata quedó al descubierto la perversidad
intrínseca de la demagogia: suprimir de la política la dimensión del
futuro. No sólo se manifestó en la falta de previsión de la acción
social del Estado. O en un boom inmobiliario que se desentendió de la
infraestructura. En los suburbios de La Plata volvió a aparecer una
inmoral tergiversación de prioridades. De las casas anegadas salían
flotando los plasmas de la "fiesta" de consumo. No hay imagen más fiel
del populismo..