AQUELARRE
ECONOMICO
Liderazgos
funestos
José Manuel Suárez-Mier
para publicación en Excélsior , CDMX.
21 de mayo de
2020.
Este columnista no deja de sorprenderse que cada
vez que cree que la ineptitud y cinismo de Trump no pueden caer más bajo, él
logra seguir despeñándose y, de paso, ultraja a quienes califica como sus
enemigos sobre todo los medios que no lo alaban como cree merecer, y anuncia
que toma una pócima anti-Covid-19.
En el camino, inventa nuevos villanos y
conspiraciones en su contra, que incluyen con mayor virulencia a su antecesor,
Barack Obama, además de a su presunto rival en la próxima elección
presidencial, Joe Biden, a quien le imputa todas las lacras que él mismo
ostenta con vergonzoso impudor.
Las patologías trumpianas se han agravado con el
arribo de la pandemia y del consecuente colapso económico, alrededor de lo que
ha tejido un enjambre de mentiras que rompen su ya prodigioso récord, al negar
su gravedad y posponer criminalmente las acciones preventivas indispensables.
Sin un plan nacional coherente, las familias,
escuelas, empresas y gobiernos locales tienen que decidir qué hacer con escasa
y parcial información. No hubo suficiente equipo con los elementos básicos para
medir la expansión del mal o para protegerse de sus consecuencias, por lo que
todos tuvieron que improvisar.
Después de muchos tumbos y sinrazones, Trump al
fin vio la crisis de salud como una oportunidad política -le vino como anillo
al dedo- y se autodefinió como “un presidente en tiempos de guerra,” a pesar de
que su única experiencia bélica fue conseguir 5 diferimientos en la
conscripción obligatoria para ir a Vietnam alegando tener “espolones óseos” en
los pies, mientras jugaba tenis, fútbol y golf.
Trump tomó al Partido Republicano, del que nunca
había sido miembro, y lo convirtió en un movimiento populista y demagógico, con
lo que los intelectuales del Partido renunciaron, y nunca pretendió ser el
líder de todos, satisfecho con quedarse solo con sus fanáticos leales.
Como un pirómano desenfrenado en una pradera
reseca, Trump se dedicó a calcinar lo que quedaba de la vida cívica del país,
concentrándose en dividir a unos contra otros, a emprender una lucha de clases
en la que decía estar con los de abajo pero daba a ganar a sus cómplices y a
sus cómplices ricos.
El demagogo decidió destruir el servicio civil,
corriendo a los mejores y más capacitados funcionarios, con estudios y especialidades
con frecuencia pagados por el propio gobierno, para remplazarlos con ignaros
sin educación u oficio alguno, siempre y cuando fueran incondicionales.
Un modelo económico liberal bajo ataque reiterado
desde la crisis de 2008, y una brecha creciente entre los ricos y los demás,
fueron el caldo de cultivo ideal para que un estafador al frente de un gobierno
vacuo e inepto, y su movimiento político carente de ideas, aprovecharan la
pandemia para dividir aún más al país.
Cualquier similitud entre la hecatombe económica
y de salud que sucede en EU, en buena medida agravada por la perversidad de
Trump, y lo que ocurre en México con su benemérito líder al frente, no es
coincidencia: son iguales