Ciencias Sociales, una facultad en la que la pluralidad de ideas tiene
la falta
El caso de la académica Adriana Marrero dejó a la vista una cierta hegemonía de pensamiento en esa rama de la universidad pública
Por Leonardo
Carreño
04 de noviembre de 2019
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“En Sociales
son todos de izquierda”, comentó Matías Zabolewics, un estudiante de esa Facultad
de la Universidad de la República (Udelar) en una mesa redonda que compartió
con otros nuevos votantes organizada por El Observador unas semanas
atrás. Con mucha soltura el joven lanzó una frase que resume la realidad que
atormenta a muchos docentes y estudiantes que viven su experiencia académica en
esa casa de estudios: la pluralidad de ideas es la gran ausente.
Una semana
después de ese comentario al pasar del estudiante, la académica Adriana
Marrero, doctora en Sociología por la Universidad de Salamanca y docente grado
5 de la Facultad de Ciencias Sociales, renunció a la Udelar y denunció que en
esa casa de estudios “es imposible producir conocimiento, divulgarlo,
discutirlo, ni expresarse con libertad”, según la carta en la que hizo
pública su renuncia.
“Durante buena
parte de mi vida en Humanidades el problema fue de poder (por los cargos) y en
parte rozaba la política porque yo no era del MPP; soy de izquierda pero en ese
momento y durante 25 años fui de la Vertiente Artiguista, a la que le decían la
‘izquierda paqueta’ en la Udelar. Yo me aparecía bien vestida y prolija,
hablaba con términos técnicos y sabiendo lo que hablaba y eso es ser
subversivo. Cuando mostrás datos, te tildan de cuantitavista y pasás a ser
subversiva. No hay espacio para el debate”, agregó, luego, en una entrevista
con El Observador.
A raíz del caso
de Marrero la decana de la facultad, Carmen Midaglia, dijo a El
Observador que desde el consejo de ese centro de estudios se brindó
ayuda a la docente para que su caso fuera tratado por la comisión central
de acoso de la Universidad de la República pero que, a pesar de esa gestión, la
socióloga prefirió renunciar y "salir a la prensa".
Pero Marrero no
es la única que entiende que la pluralidad se ve cuestionada en esa facultad.
El doctor en
Ciencia Política y asesor en seguridad de Ernesto Talvi, Diego Sanjurjo, es
otro de los que tuvo que llegar al punto de denunciar acoso laboral porque una
docente lo insultó en repetidas ocasiones luego de que se hiciera pública su
incorporación en el equipo del economista colorado.
“La verdad es
que fueron unas semanas muy duras para mí. No me sentía cómodo yendo a
trabajar. Por suerte avisé lo que estaba ocurriendo y paró”, contó Sanjurjo a El
Observador.
El experto en
seguridad relató que le han ocurrido varios episodios que reflejan una
situación compleja. Por ejemplo, una estudiante le dijo que había abandonado el
curso que él dicta porque, al hacerse pública su vinculación política, ahora se
había convertido en “el enemigo”. Otro estudiante, con más peso gremial, le
dijo que o se convencía rápido de la idoneidad del cogobierno o no iba “a poder
seguir trabajando”.
“Puede ser que
yo haya tenido mala suerte, no lo sé, pero creo que no es un lugar fácil para
quienes piensan distinto. Hay una corriente que viene de Argentina, esa idea
del académico militante, que de alguna manera sugiere que cuanto más partidario
y agresivo seas, más valorado sos. Las redes sociales son problemáticas en ese
sentido, y los estudiantes lo ven como un modelo a seguir”, expresó Sanjurjo.
El asesor de
Talvi, que aseguró que jamás hizo política partidaria en una clase porque
"es lo último que un docente debe hacer”, contó que cree que el problema
va más allá de estas actitudes. “Estudiar e investigar solo con aquellos que
piensan igual a uno es problemático para el aprendizaje, para el desarrollo
educativo e incluso para el desarrollo de la ciencia", señaló.
A modo de
ejemplo, el experto en seguridad hizo referencia a la criminología y a los
estudios de seguridad. Según dijo, existe una “corriente crítica” que entiende
que el delito es una consecuencia natural del capitalismo. “A nivel mundial se
trata sin dudas de una corriente válida pero muy minoritaria. Sin embargo, en
nuestra facultad, supone la mayor parte de la producción científica y ello tiene repercusiones en materia de políticas públicas", apuntó.
“Conservador o
fascista”
En un artículo
titulado "La universidad, la
izquierda y el debate: porque no parece tan buena idea operarse en una
cloaca", el experto en Criminología y Sociología de la desviación,
Nicolás Trajtenberg, hizo el año pasado una severa crítica a la ausencia
de debate en la Universidad de la República y, particularmente, en la Facultad
de Ciencias Sociales, lugar donde el autor trabajaba.
Trajtenberg
afirmó que en esos ámbitos hay temas que no pueden ser objeto de discusión o
debate porque cualquier cuestionamiento que escape a la perspectiva hegemónica
es tildado de "conservador o fascista".
Camilo dos Santos
"En la
Universidad Pública de Uruguay, y en particular en el ámbito de las Ciencias
Sociales yo percibo una creciente polarización y dogmatismo en la discusión
donde algunos temas (por ej. aborto, presupuesto para educación pública,
femicidio, etc.) prácticamente no son o no pueden ser objeto de discusión so
pena de ser descalificado de conservador o fascista", escribió Trajtenberg
en un blog.
Este sábado, en
diálogo con El Observador, el docente aseguró que nunca percibió una
"persecución ideológica" pero sí recalcó que muchos de sus colegas
comparten la idea de que los que tiene una alineación política de derecha
"están completamente equivocados".
"Quiero
sacar actores críticos, quiero sacar actores que cuestionen el statu quo,
que tengan un aporte significativo a como construir una sociedad más justa.
Pero también quiero sacar tipos que sean plurales, que no sean dogmáticos, que
entiendan que hay muy buenas ideas en todos lados, incluso en los partidos a
dónde no pertenecen. Eso me parece importante y me preocupa un poco",
sentenció.
“Foto al facho”
Pero los
cuestionamientos a la falta de pluralidad de ideas en Ciencias Sociales no
vienen solo de parte de profesores.
Rogelio Bazzan,
que pertenece a la Corriente Gremial Universitaria (CGU), milita en el Partido
Nacional y es estudiante del ciclo inicial de la facultad, sabe lo que es
sufrir la "discriminación" y el "vacío" que le hacen
solamente por tener una vinculación política diferente a la mayoría.
Según contó a El
Observador, la experiencia "más dura" que le tocó vivir fue
cuando, el año pasado, decidieron apoyar a Adolfo Garcé como decano de la
facultad.
En la asamblea
dónde los estudiantes tenían que decidir a quién votar, "la que comenzó
hablando dijo que era importante que la facultad estuviera en las manos de
Carmen Midaglia (actual decana) porque ella respondía a los intereses de la
izquierda".
"Al ver
que el grupo de estudiantes que defendíamos a Fito seguíamos en la asamblea,
bueno, los argumentos empezaron a ser más duros. En algunos casos hasta nos
gritaron y se pararon en frente de nosotros para increparnos. Es más, una
compañera se paró y nos sacó una foto para después marcarnos quienes éramos los
'fachos' que no seguíamos los lineamientos de la izquierda", contó el
estudiante.
Pero más allá
de ese hecho puntual, el joven lamentó que esa agresividad frente al
pensamiento ajeno se note cotidianamente en clases. Según dijo, cuando trata de
marcar su postura en clase sobre algún hecho de la actualidad nacional, siempre
escucha "murmullos" y "señalamientos".
"Muchas
veces uno tiene que evitar hablar en clase porque enseguida te sentís
atacado", remató.
Otros
estudiantes con los que habló El Observador relataron hechos similares a
los que contaron las fuentes consultadas paro prefirieron no ser nombrados por
temor a represalias.
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