martes, 17 de enero de 2017

La estupidez del populismo nacionalista y proteccionista de Trump y los “brexitos” ha logrado que el dictador chino termine dandole lecciones al mundo




XI XINGPING JUEGA A LA APERTURA Y AL LIBERALISMO MIENTRAS TRUMP Y LOS BRITANICOS “SE PROTEGEN” TRAS MUROS y MEDIDAS NACIONALISTAS




Xi Xinping, el anti-Trump en Davos

 

·     El presidente chino defiende la globalización y advierte que “nadie ganará en una guerra comercial” 17/01/2017 13:46 | Actualizado a 17/01/2017 13:57


El presidente de China, Xi Xinping, se ha presentado esta mañana en el Foro Económico Mundia(WEF) de Davos como el gran defensor de la globalización, en un discurso inaugural abundante en alusiones a las actitudes proteccionistas y beligerantes de Donald Trump, quien precisamente toma posesión de la presidencia de Estados Unidos el viernes, el mismo día en que concluye la cita anual de políticos, financieros, empresarios y académicos en la estación invernal suiza.

Xi Xinping arrancó una primera salva de aplausos al afirmar que hay que “redoblar los esfuerzos para interconectarnos, comprometernos en el mercado libre y la inversión, la liberalización, y evitar el proteccionismo, que es como encerrarse en una habitación oscura”, tras lo cual sentenció: “Nadie ganará en una guerra comercial” y “ningún país debe seguir su propio y único camino”.
Nadie ganará en una guerra comercial

China “no solo se ha beneficiado de la globalización sino que ha contribuido –añadió Xi-. Los chinos sabemos qué cuesta alcanzar la prosperidad. No tenemos envidia del éxito de los demás, abrimos nuestros brazos a gente de otros países”. Esta frase levantó nuevos aplausos, y el líder chino profundizó: “Expandiremos el acceso al mercado a inversores extranjeros (...) China mantendrá sus puertas abiertas, no las cerrará. Y esperamos que otros países las mantengan abiertas a los inversores chinos”.
Además de desgranar los argumentos habituales en foros como Davos sobre la lucha contra la pobreza y la desigualdad -que sirven siempre para dar un tono moral y respetable a la reunión de los ricos del mundo-, y subrayar que el desarrollo es una lucha común, Xi Xinping no ahorró una alusión que todos pudieron entender estaba dirigida a Donald Trump: “Cuando se presentan dificultades no debemos quejarnos o echar la culpa a los demás”.
Dirigido a Trump

 “Cuando se presentan dificultades no debemos quejarnos o echar la culpa a los demás”.
XI XINPING
Presidente de China
No deja de ser paradójico que sea precisamente Xi Xinping quien defienda en Davos el liberalismo y la globalización. Él mismo subrayó que China ha llegado a ser la segunda economía mundial “porque el pueblo chino tiene el liderazgo del Partido Comunista”. Es la primera vez que un presidente chino acude a Davos (al frente de una nutrida delegación) y se debe a un intenso cabildeo previo en este sentido.
Pero ocurre que esta edición del WEF ha comenzado coja, marcada por el efecto Trump y por el Brexit. Tal como publica hoy el Financial Times, “los temas favoritos de Davos, globalización y armonía internacional, nunca han sido menos atractivos. La cuestión es cómo los asistentes –tanto del público como del sector privado- afrontan el cambio en la agenda internacional”.

Así, el jueves la primera ministra británica, Theresa May, explicará en Davos su visión del Brexit, aunque para entonces todo el mundo habrá atendido su discurso de hoy mismo. Ha habido dudas hasta el último momento sobre la asistencia de May. Por otro lado, Angela Merkel y François Hollande estarán ausentes. La última jornada del foro, el viernes, quedará algo deslucida porque la atención mundial estará centrada en la investidura de Donald Trump
La presencia estadounidense de alto nivel se limitará a sendos debates, hoy y mañana, con John Kerry y Joe Biden, que dejan respectiamente sus cargos de secretario de Estado y vicepresidente de EE.UU. ¿Y Donald Trump? Trump ha enviado a un representante, Anthony Scaramucci, un hombre de Wall Street que fue un importante recaudador de fondos durante la campaña electoral y que actúa ahora como asesor en relaciones con el mundo financiero. Scaramucci, que hablará esta tarde en Davos, ha dicho que Trump no le ha dado instrucciones al respecto.

Davos: el fin del “no hay alternativa”

 

·        “Como siempre, el imperio se colapsa desde el núcleo”, afirma Michael Lind, de New America ANDY ROBINSON


17/01/2017 00:43 | Actualizado a 17/01/2017 09:44

Al final de la novela La montaña mágica, de Thomas Mann, ambientada a principios del siglo XX, unas noticias alarmantes llegan al sanatorio de Schatzalp en los Alpes de Davos, perturbando la paz de los enfermos de la alta sociedad del viejo mundo. Se teme una guerra y el nacionalismo beligerante rompe las alianzas del mundo “globalizado” del sanatorio donde conviven rusos, alemanes, franceses, americanos y británicos. El joven héroe de la novela, Hans Castorp, presiente la catástrofe: “Tenía miedo; aquello no podía acabar bien (…) una gran tempestad barrería todo”.
Tras la irrupción de un nuevo nacionalismo económico –plasmado en la victoria de Donald Trump y del Brexit en el referéndum británico–, en el Foro Económico Mundial (WEF) que se celebra en Davos esta semana quizás se respirará un ambiente parecido en Schatzalp, ahora un hotel de lujo donde se alojan muchos de los 3.000 consejeros delegados de corporaciones multinacionales y ejecutivos bancarios.
Donald Trump, y la cada vez más probable salida del Reino Unido del mercado único europeo, han puesto patas arriba el modelo de globalización de Davos. Es más, el presidente electo no parece ni interesado en el foro. El único miembro de su equipo que asiste es el gestor de fondos Anthony Scaramucci. Fuentes del presidente electo dijeron a Bloomberg que Trump teme que su presencia en Davos “traicionase” a sus votantes.
En la campaña electoral, Trump tachaba a Hilary Clinton de “globalista”, un término que en Davos equivale a socio del club. Ayer el WEF concedió el estatus de young global leader (joven líder global) y global shaper (moldeador de opinión global) a 200 participantes. Pero detrás de la nomenclatura todo se empieza a cuestionar. “Nadie en Davos puede repetir ya aquello de que ‘no hay alternativa’”, dijo Michael Lind, el director conservador del think tank New America en Washington en una conversación telefónica . “Como siempre, el imperio se colapsa desde el núcleo”.
La prueba de la crisis –añade Lind– es el hecho de que el WEF se ha visto forzado a presentar a Xi Jinping, el premier chino que llega hoy, como el paladín de la globalización y de los acuerdos de comercio rechazados por Trump. “China es el ejemplo de la intervención del Estado, y de mercantilismo; no es exactamente Davos”. Es una de las muchas paradojas de la nueva era. Angela Merkel, por ejemplo, aprovechará la cumbre para defender la OTAN ante las críticas del presidente electo de EE.UU.
Davos siempre trata de cooptar a sus críticos: (la presencia de Guy Standing, el autor del libro El precariado. Una nueva clase social, es un ejemplo). Klaus Schwabb, el empresario suizo que creó el foro en 1971, advirtió de que “hay que escuchar a los populistas”. El WEF instó a sus invitados a reflexionar sobre “cómo responder mas eficazmente a la inseguridad y la desigualdad por el cambio tecnológico”. La desigualdad –con 8 hombres dueños de más riqueza que el 50% de la población del mundo, según Oxfam– es ya “el riesgo mas grande para la economía mundial”, según otro informe.
Lo curioso es que la tempestad que se acerca, trae mejores expectativas económicas. Los megarrecortes tributarios de Trump han impulsado la bolsa hasta niveles de récord. “En Wall Street vi a tipos celebrándolo en los ascensores”, dijo a la agencia Reuters Ian Bremmer, de Eurasia Group, otro incondicional de Davos.
Pero en el teleférico que sube a Schatzalp, hay más reservas: “La economía global va a fortalecerse (…), pero en Davos hay una mezcla de anticipación y ansiedad”, dijo Nariman Behravesh de la consultora global IHS.