Un negocio riesgoso:
¿Quién se beneficiaría de un indulto a Fujimori?
El
indulto a Alberto Fujimori ya está en boca de todos. Kuczynski vacila
pero varios miembros de su partido defienden la liberación del
ex-presidente.
Mientras, en el fujimorismo también hay grieta: los hermanos Keiko y
Kenyi tienen posturas distintas sobre el indulto a su padre. Perú debate
a la sombra de su mandatario más polémico.
En
los últimos dos meses el indulto para Alberto Fujimori ha pasado de ser
una posibilidad a ser una certeza. Quienes, de una u otra forma, están
cerca
del poder político, solo especulan sobre el momento en el que se
producirá el indulto. Pero todos lo dan por cierto. De un tiempo a esta
parte, pareciera que la salida de la cárcel de Alberto Fujimori se ha
convertido en parte de la formula que asegure la
gobernabilidad a la que aspira el gobierno encabezado por Pedro Pablo
Kuczynski. ¿Cómo se ha llegado a del esta situación? ¿Cuáles son los
cálculos políticos que se elaboran desde el gobierno y el fujimorismo?
En los siguientes párrafos trataré de responder
ambos interrogantes.
Pedro
Pablo Kuzcynski obtuvo la presidencia por un escaso margen. Solo obtuvo
40.000 votos más que su contrincante, Keiko Fujimori. Si bien el
exministro
había derrotado a la hija del exdictador, el resultado fue mucho más
complejo. Fujimori fue la perdedora pero obtuvo 73 de las 130 bancas del
Parlamento unicameral1.
A la fortaleza parlamentaria debe sumarse la solidez de Fuerza Popular,
la organización política que más se acerca en el Perú a algo que podría
definirse como un partido político. Movimiento, este último, en el que
Keiko Fujimori ejerce un fuerte liderazgo,
resultado de una política que no ha dudado en echar mano de la
zanahoria y del garrote cada vez que ha sido necesario.
En
la vereda de enfrente, la organización política que llevó a Kuczynski a
la presidencia, Peruanos Por el Kambio (PPK), obtuvo apenas 18 bancas
en el
parlamento unicameral. A diferencia del fujimorismo, es aún un partido
embrionario, del cual existen serias dudas sobre su viabilidad futura
una vez que el presidente deje el poder. Además, las fricciones entre
quienes controlan la organización política frente
a quienes se encuentran en los principales puestos de comando en el
ejecutivo no han cesado desde el inicio del gobierno. A diferencia de
Fujimori, Kuczynski parece menos interesado en construir un liderazgo
fuerte, tanto dentro de su organización como a la
cabeza del poder ejecutivo.
La
estrategia del presidente parece consistir casi exclusivamente en la
reactivación económica. La creencia que parece guiarlo es que una gran
parte de
los problemas que enfrentó durante el primer año de gestión se debieron
a la disminución de velocidad de expansión de la economía peruana. De
esta manera el énfasis estuvo en el destrabe de los grandes proyectos de
inversión y en la recuperación de la confianza
empresarial. En el camino el gobierno pareció dejar de lado un
principio fundamental: que el poder político es la consecuencia de una
miríada de funcionarios y dependencias estatales. Esto lo ha entendido
muy bien Keiko Fujimori quien ha logrado no solo nominar
una buena cantidad de funcionarios públicos, sino que también ha
logrado que muchos funcionarios públicos reconozcan en ella una persona
con tanto o más poder que el presidente de la República2.
En un país con instituciones débiles como el Perú, dicha percepción reemplaza la falta de rutinas burocráticas.
Es
en este contexto general en la que debe ser leído el indulto al hoy
preso Alberto Fujimori: un gobierno y un partido oficialista débil y una
oposición
política fuerte. En el indulto a Fujimori conviven hasta tres factores
distintos. El primero es que el propio Kuczynski está interesado
personalmente en el indultarlo por motivos que van más allá del cálculo
político, y según recogen diversas versiones periodísticas,
se encuentra una preocupación personal porque el reo Fujimori muera en
la cárcel.
El
segundo factor tiene que ver con la composición interna del propio
gobierno de Kuczynski. Muchos de quienes lo asesoran formal e
informalmente, así
como varios de sus funcionarios más importantes, hubieran trabajado en
un hipotético gobierno de Keiko Fujimori. En el fondo, muchos de ellos
creen genuinamente que Alberto Fujimori debe abandonar la prisión en la
que hoy cumple 25 años de condena. Estos personajes
no olvidan el rol preponderante de Fujimori en el proceso de
reestructuración neoliberal que vivió el país a partir de 1990.
La
última de estas razones es probablemente la más relevante. La
liberación de Fujimori ha pasado a ser parte del esquema de
gobernabilidad de Peruanos
Por el Kambio. Contra lo que podría pensar un lector poco familiarizado
con la política peruana, la liberación del patriarca de los Fujimori
lejos de ser un símbolo que podría fortalecer una alianza con la hija de
este tiene todo el formato de un presente
envenenado.
Después
de un año de idas y venidas respecto al tema del indulto, queda claro
que no solo Keiko Fujimori no desea que su padre sea indultado, sino que
tampoco lo desean las principales figuras al interior de Fuerza
Popular, el partido construido por los hermanos Fujimori. Las
vacilaciones públicas del presidente Kuczynski respecto al tema del
indulto han tenido la virtud de hacer visibles las posturas al
interior de esta fuerza político-familiar. Por un lado Keiko Fujimori,
así como sus principales asesores y los parlamentarios que ocupan hoy
las principales vocerías políticas de la organización no sólo no han
promovido ninguna iniciativa legislativa que suavice
las condiciones carcelarias del reo Fujimori3,
sino que se han esmerado en enviar señales al gobierno respecto a su desinterés por su liberación.
Las
razones que explican este comportamiento de parte de la élite del
fujimorismo son probablemente muy similares entre si. Una salida de
prisión de Fujimori
padre significaría por un lado un debilitamiento del liderazgo que su
hija ha construido en los últimos años tanto dentro de su organización
política como de cara al electorado. Si bien es poco probable que una
vez fuera de la cárcel Alberto Fujimori decida
él mismo convertirse en candidato presidencial, es cierto que el
carisma con el cual Keiko Fujimori ha construido su organización
política es préstamo de su padre. Una vez en libertad este podría
reclamar para si la conducción del movimiento, dejando a la
dos veces candidata presidencial en un a segunda posición dentro del
partido.
De
la misma manera, la élite política del actual fujimorismo, no es ni
mucho menos aquella que responde al padre. Salvo contadas excepciones,
la vieja
guardia fujimorista ha sido paulatinamente alejada de posiciones de
poder. Quizás la movida más notoria se produjo con la exclusión de la
lista parlamentaria de varias figuras históricos dentro del fujimorismo
durante el año pasado. Así la lealtad de la nuevas
figuras dentro del partido se encuentra indisolublmente ligada a la
suerte de su líder, Keiko (y no Alberto) Fujimori. El indulto
presidencial significaría no solo el debilitamiento del liderazgo de
Keiko, sino también de la nueva elite fujimorista quienes
deberían compartir el poder con Alberto y su antigua guardia.
La
disputa dentro del fujimorismo ha adquirido una nueva dimensión en los
últimos meses debido al conflicto abierto por el menor de los Fujimori,
Kenyi,
miembro de la bancada de Fuerza Popular y según muchos vocero oficioso
de su padre. La pugna entre el hermano menor de los Fujimori y su
partido ha ido in crecendo. Primero hizo público su desacuerdo
con parte de la agenda legislativa planteada por
su partido. Luego pasó a exigir de este mayores acciones que conduzcan a
la liberación de su líder histórico. A continuación comenzó su
paulatino acercamiento al gobierno cuyo punto culminante fue su voto en
contra (el único de su partido) contra la cuestión
de confianza del ex presidente del Consejo de Ministros, Fernando
Zavala.
Sin
embargo, si la estrategia de una parte de los que promueven el indulto
dentro del gobierno consiste en fracturar internamente al fujimorismo
hasta
ahora lo conseguido es poco. Si bien casi nadie niega hoy la
verosimilitud del conflicto entre los hermanos Fujimori, Kenyi no ha
logrado aún reclutar un número mínimo de parlamentarios – entre 5 y 10—
que lime el poder casi total que posee Keiko Fujimori
dentro del Poder Legislativo. Por ahora eso no se vislumbra dentro del
terreno de lo posible. Más bien Kenyi ha sido sancionado dentro de su
bancada una vez y se encuentra inmerso en un segundo proceso
disciplinario. Según recogió un medio impreso, Keiko Fujimori
ha señalado que un nuevo proceso disciplinario contra su hermano tendrá
como resultado su salida de la agrupación fujimorista.
En
este escenario, la apuesta de PPK es de alto voltaje. Si la liberación
de Fujimori no produce la ansiada fractura dentro de Fuerza Popular o si
no
logra morigerar la agresividad de esta fuerza política, el resultado
más probable es que el presidente se enajenará de una porción del
electorado que lo condujo a la victoria: el antifujimorismo. Este sector
de la población con una identidad política fuerte
y con una capacidad de movilización específica ha venido apoyando al
gobierno. Sin este sector, el gobierno dependerá exclusivamente de sus
habilidades políticas y de la fortaleza de su organización política (que
es más bien escasa) para defenderse de los
ataques naranjas. La relativa lejanía de las elecciones presidenciales y
parlamentarias seguramente hará que más de uno en el gobierno afirme
que los votos que hoy cuentan son los de los congresistas y no el de los
electores. Dichos votos, parecen decir
En
los últimos dos meses el indulto para Alberto Fujimori ha pasado de ser
una posibilidad a ser una certeza. Quienes, de una u otra forma, están
cerca
del poder político, solo especulan sobre el momento en el que se
producirá el indulto. Pero todos lo dan por cierto. De un tiempo a esta
parte, pareciera que la salida de la cárcel de Alberto Fujimori se ha
convertido en parte de la formula que asegure la
gobernabilidad a la que aspira el gobierno encabezado por Pedro Pablo
Kuczynski. ¿Cómo se ha llegado a del esta situación? ¿Cuáles son los
cálculos políticos que se elaboran desde el gobierno y el fujimorismo?
En los siguientes párrafos trataré de responder
ambos interrogantes.
Pedro
Pablo Kuzcynski obtuvo la presidencia por un escaso margen. Solo obtuvo
40.000 votos más que su contrincante, Keiko Fujimori. Si bien el
exministro
había derrotado a la hija del exdictador, el resultado fue mucho más
complejo. Fujimori fue la perdedora pero obtuvo 73 de las 130 bancas del
Parlamento unicameral1.
A la fortaleza parlamentaria debe sumarse la solidez de Fuerza Popular,
la organización política que más se acerca en el Perú a algo que podría
definirse como un partido político. Movimiento, este último, en el que
Keiko Fujimori ejerce un fuerte liderazgo,
resultado de una política que no ha dudado en echar mano de la
zanahoria y del garrote cada vez que ha sido necesario.
En
la vereda de enfrente, la organización política que llevó a Kuczynski a
la presidencia, Peruanos Por el Kambio (PPK), obtuvo apenas 18 bancas
en el
parlamento unicameral. A diferencia del fujimorismo, es aún un partido
embrionario, del cual existen serias dudas sobre su viabilidad futura
una vez que el presidente deje el poder. Además, las fricciones entre
quienes controlan la organización política frente
a quienes se encuentran en los principales puestos de comando en el
ejecutivo no han cesado desde el inicio del gobierno. A diferencia de
Fujimori, Kuczynski parece menos interesado en construir un liderazgo
fuerte, tanto dentro de su organización como a la
cabeza del poder ejecutivo.
La
estrategia del presidente parece consistir casi exclusivamente en la
reactivación económica. La creencia que parece guiarlo es que una gran
parte de
los problemas que enfrentó durante el primer año de gestión se debieron
a la disminución de velocidad de expansión de la economía peruana. De
esta manera el énfasis estuvo en el destrabe de los grandes proyectos de
inversión y en la recuperación de la confianza
empresarial. En el camino el gobierno pareció dejar de lado un
principio fundamental: que el poder político es la consecuencia de una
miríada de funcionarios y dependencias estatales. Esto lo ha entendido
muy bien Keiko Fujimori quien ha logrado no solo nominar
una buena cantidad de funcionarios públicos, sino que también ha
logrado que muchos funcionarios públicos reconozcan en ella una persona
con tanto o más poder que el presidente de la República2.
En un país con instituciones débiles como el Perú, dicha percepción reemplaza la falta de rutinas burocráticas.
Es
en este contexto general en la que debe ser leído el indulto al hoy
preso Alberto Fujimori: un gobierno y un partido oficialista débil y una
oposición
política fuerte. En el indulto a Fujimori conviven hasta tres factores
distintos. El primero es que el propio Kuczynski está interesado
personalmente en el indultarlo por motivos que van más allá del cálculo
político, y según recogen diversas versiones periodísticas,
se encuentra una preocupación personal porque el reo Fujimori muera en
la cárcel.
El
segundo factor tiene que ver con la composición interna del propio
gobierno de Kuczynski. Muchos de quienes lo asesoran formal e
informalmente, así
como varios de sus funcionarios más importantes, hubieran trabajado en
un hipotético gobierno de Keiko Fujimori. En el fondo, muchos de ellos
creen genuinamente que Alberto Fujimori debe abandonar la prisión en la
que hoy cumple 25 años de condena. Estos personajes
no olvidan el rol preponderante de Fujimori en el proceso de
reestructuración neoliberal que vivió el país a partir de 1990.
La
última de estas razones es probablemente la más relevante. La
liberación de Fujimori ha pasado a ser parte del esquema de
gobernabilidad de Peruanos
Por el Kambio. Contra lo que podría pensar un lector poco familiarizado
con la política peruana, la liberación del patriarca de los Fujimori
lejos de ser un símbolo que podría fortalecer una alianza con la hija de
este tiene todo el formato de un presente
envenenado.
Después
de un año de idas y venidas respecto al tema del indulto, queda claro
que no solo Keiko Fujimori no desea que su padre sea indultado, sino que
tampoco lo desean las principales figuras al interior de Fuerza
Popular, el partido construido por los hermanos Fujimori. Las
vacilaciones públicas del presidente Kuczynski respecto al tema del
indulto han tenido la virtud de hacer visibles las posturas al
interior de esta fuerza político-familiar. Por un lado Keiko Fujimori,
así como sus principales asesores y los parlamentarios que ocupan hoy
las principales vocerías políticas de la organización no sólo no han
promovido ninguna iniciativa legislativa que suavice
las condiciones carcelarias del reo Fujimori3,
sino que se han esmerado en enviar señales al gobierno respecto a su desinterés por su liberación.
Las
razones que explican este comportamiento de parte de la élite del
fujimorismo son probablemente muy similares entre si. Una salida de
prisión de Fujimori
padre significaría por un lado un debilitamiento del liderazgo que su
hija ha construido en los últimos años tanto dentro de su organización
política como de cara al electorado. Si bien es poco probable que una
vez fuera de la cárcel Alberto Fujimori decida
él mismo convertirse en candidato presidencial, es cierto que el
carisma con el cual Keiko Fujimori ha construido su organización
política es préstamo de su padre. Una vez en libertad este podría
reclamar para si la conducción del movimiento, dejando a la
dos veces candidata presidencial en un a segunda posición dentro del
partido.
De
la misma manera, la élite política del actual fujimorismo, no es ni
mucho menos aquella que responde al padre. Salvo contadas excepciones,
la vieja
guardia fujimorista ha sido paulatinamente alejada de posiciones de
poder. Quizás la movida más notoria se produjo con la exclusión de la
lista parlamentaria de varias figuras históricos dentro del fujimorismo
durante el año pasado. Así la lealtad de la nuevas
figuras dentro del partido se encuentra indisolublmente ligada a la
suerte de su líder, Keiko (y no Alberto) Fujimori. El indulto
presidencial significaría no solo el debilitamiento del liderazgo de
Keiko, sino también de la nueva elite fujimorista quienes
deberían compartir el poder con Alberto y su antigua guardia.
La
disputa dentro del fujimorismo ha adquirido una nueva dimensión en los
últimos meses debido al conflicto abierto por el menor de los Fujimori,
Kenyi,
miembro de la bancada de Fuerza Popular y según muchos vocero oficioso
de su padre. La pugna entre el hermano menor de los Fujimori y su
partido ha ido in crecendo. Primero hizo público su desacuerdo
con parte de la agenda legislativa planteada por
su partido. Luego pasó a exigir de este mayores acciones que conduzcan a
la liberación de su líder histórico. A continuación comenzó su
paulatino acercamiento al gobierno cuyo punto culminante fue su voto en
contra (el único de su partido) contra la cuestión
de confianza del ex presidente del Consejo de Ministros, Fernando
Zavala.
Sin
embargo, si la estrategia de una parte de los que promueven el indulto
dentro del gobierno consiste en fracturar internamente al fujimorismo
hasta
ahora lo conseguido es poco. Si bien casi nadie niega hoy la
verosimilitud del conflicto entre los hermanos Fujimori, Kenyi no ha
logrado aún reclutar un número mínimo de parlamentarios – entre 5 y 10—
que lime el poder casi total que posee Keiko Fujimori
dentro del Poder Legislativo. Por ahora eso no se vislumbra dentro del
terreno de lo posible. Más bien Kenyi ha sido sancionado dentro de su
bancada una vez y se encuentra inmerso en un segundo proceso
disciplinario. Según recogió un medio impreso, Keiko Fujimori
ha señalado que un nuevo proceso disciplinario contra su hermano tendrá
como resultado su salida de la agrupación fujimorista.
En
este escenario, la apuesta de PPK es de alto voltaje. Si la liberación
de Fujimori no produce la ansiada fractura dentro de Fuerza Popular o si
no
logra morigerar la agresividad de esta fuerza política, el resultado
más probable es que el presidente se enajenará de una porción del
electorado que lo condujo a la victoria: el antifujimorismo. Este sector
de la población con una identidad política fuerte
y con una capacidad de movilización específica ha venido apoyando al
gobierno. Sin este sector, el gobierno dependerá exclusivamente de sus
habilidades políticas y de la fortaleza de su organización política (que
es más bien escasa) para defenderse de los
ataques naranjas. La relativa lejanía de las elecciones presidenciales y
parlamentarias seguramente hará que más de uno en el gobierno afirme
que los votos que hoy cuentan son los de los congresistas y no el de los
electores. Dichos votos, parecen decir desde
el oficialismo, valen bien el riesgo que supone la liberación de
Fujimori. El gobierno parece haber decido que otras vías de regular el
conflicto político están o bien fuera de su alcance o de su interés.
desde
el oficialismo, valen bien el riesgo que supone la liberación de
Fujimori. El gobierno parece haber decido que otras vías de regular el
conflicto político están o bien fuera de su alcance o de su interés.