La OEA se fortalece
Otra evidencia de las fortalezas de la
organización lo representa la consideración de la grave situación que
vivimos en Venezuela, pues la OEA se presenta como una instancia que
puede ejercer una efectiva presión en la búsqueda de soluciones
La
Organización de Estados Americanos (OEA) destaca entre las crecientes
contradicciones y fracasos del proceso bolivariano y, en general, de los
grupos radicales latinoamericanos. Demasiada critica irracional: desde
ministerio de colonias, hasta cachorros del imperio; muchos esfuerzos
destructivos que han incluido la creación de la Celac como posible
mecanismo de sustitución; empero, los hechos evidencian una OEA débil
económicamente, pero fuerte políticamente. En este momento, uno de los
epicentros de importantes acontecimientos en el hemisferio, como es el
caso de la posible aplicación de la Carta Democrática al proceso
bolivariano.
No podemos negar que en los orígenes del
sistema interamericano, particularmente en la etapa de la Unión
Panamericana, la hegemonía de los Estados Unidos fue significativa. En
el marco de la llamada guerra fría entre las dos grandes potencias los
Estados Unidos y la Unión Soviética, la OEA constituía una organización
adscrita al eje americano y el Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR) uno de los instrumentos más representativos de su
poder. Pero los tiempos fueron cambiando y los miembros de la OEA
lograron definir espacios creativos, con autonomía frente a la
alienación ideológica y la dominación hegemónica, y el caso más
emblemático lo representan los derechos humanos, que sin lugar a dudas
constituye el tema más importante de la OEA.
Los Estados Unidos es una potencia
mundial y mantienen la cuota más alta en el presupuesto de la
organización, pero no logra controlar la diversidad de temas en la
agenda, ni la actuación de los Estados miembros por muy pequeños que
sean; por ejemplo, los Estados del Caribe, actuando cohesionadamente en
la mayoría de los casos, han logrado gran autonomía y poder de acción,
no olvidemos que cada miembro representa un voto.
Entre las fortalezas de la OEA también
destaca su amplio desarrollo institucional en diversas áreas sociales,
culturales, jurídicas y económicas alcanzado a lo largo de varias
décadas, pues si bien la OEA fue creada en IX Conferencia Interamericana
efectuada en Bogotá en 1948, donde se suscribió la Carta de Bogotá
constitutiva de la OEA, son diversas las organizaciones interamericanas
que datan de principios del siglo XX, como: la Organización Panamericana
de la Salud de 1902, el Comité Jurídico Interamericano de 1906 o los
Comités Interamericano del Niño de 1927 y de la Mujer de 1928.
Otro potencial de la OEA poco
aprovechado y ampliamente cuestionado por los movimientos radicales,
tiene que ver con las posibilidades que ofrece para el diálogo
norte/sur. En la práctica, la organización representa un espacio
privilegiado para construir un relacionamiento ambicioso y dinámico
entre nuestra región y los Estados Unidos y Canadá. Una expresión de
este potencial es el proyecto de las Cumbres de las Américas, que en su
inicios contemplaba diversidad de temas y proyectos en lo que se
aspiraba avanzar en el hemisferio, pero que se fue concentrando
fundamentalmente en las negociaciones de la zona de libre comercio del
Alca; luego, en la medida que el proyecto comercial fracasó y se
fragmentó en varias negociaciones bilaterales, la ambición de las
Cumbres se fue debilitando.
Con el auge del radicalismo populista en
nuestra región y el fracaso del proyecto del Alca, las perspectivas de
la OEA menguaron. La crítica irracional se incrementó resaltando las
debilidades, menospreciando las potencialidades y sin proponer
soluciones creativas, pues claramente se pretendía destruir la
organización, en particular su fortaleza en materia de derechos humanos.
La presión fue enorme, pero podríamos afirmar que ha fracasado y, si
bien es cierto que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
requiere de mayores recursos financieros para un funcionamiento más
eficiente, su labor es ampliamente reconocida y ha quedado claro que son
los gobiernos autoritarios los interesados en eliminar cualquier
limitación critica a sus desmanes.
Otra evidencia de las fortalezas de la
organización lo representa la consideración de la grave situación que
vivimos en Venezuela, pues la OEA se presenta como una instancia que
puede ejercer una efectiva presión en la búsqueda de soluciones. La
valiente actuación del Secretario General, el Sr. Luis Almagro quien,
sin temores por la reelección, se ha atrevido a utilizar el Articulo 20
de la Carta Democrática Interamericana y presentar un exhaustivo informe
de la situación venezolana, solicitando a los países miembros la
aplicación de la Carta, ha ubicado a la OEA como el foro privilegiado
para la reflexión y promoción de soluciones. Por lo pronto el proceso
bolivariano solo logra agredir al Secretario y la organización y debería
estar pensando en su retiro, pero también debe reconocer las
implicaciones de un mayor aislamiento y desprestigio cuando la crisis
económica y financiera se acentúa.
Es evidente que la OEA no puede resolver
por sí sola la grave situación venezolana, pero si los 18 países
miembros que han solicitado la convocatoria de la reunión del Consejo
Permanente para abordar el caso venezolano, logran activar la Carta en
su primera fase, se avanzaría en la consolidación de la organización y
en la necesaria presión al proceso bolivariano que, sumando la cesación
en el Mercosur, la voz crítica del Vaticano y del resto de la comunidad
internacional y el enorme esfuerzo nacional, puede ir generando las
condiciones para el restablecimiento del orden constitucional y
democrático, el resguardo de los derechos humanos y la superación de la
crisis humanitaria de medicamentos y alimentos.