IRÁN : UNA TRISTE PANTOMIMA
ELECTORAL
”Hassan Rouhani´s
surprising first round victory in the
presidencial elections represents a
significant shift in the
Iranian political landscape.”
Shaul Bakhash from “The Wilson
Center”.
15/06/2013
Luego de las recientes elecciones llevadas a cabo en
Irán el fin de semana pasado, todo parece indicar que la mayoría de los medios
de prensa a nivel mundial (e incluso algunas cancillerías o instituciones
altamente reconocidas como la que mencionamos arriba) han entrado en una suerte
de amnesia que, si bien no es estrictamente inexplicable, no deja de ser
llamativa e incluso políticamente
peligrosa.
Basta escuchar los informes remitidos por los
enviados internacionales desde Teherán, las manifestaciones de entusiasmo de un
electorado que votó con una participación superior al 72% y la tranquila figura
del ganador en primera vuelta, Hassan Rouhani, para que cualquier observador
distraído crea que, efectivamente, en Irán acaba de llevarse a cabo una
verdadera “fiesta de la democracia“. En realidad, a poco que se observe el
proceso de cerca, las elecciones han sido un aquelarre de autoritarismo
teocrático, de negación de las libertades políticas y de desconocimiento de la
voluntad del pueblo iraní.
El ganador,
Hassan Rouhani, de 64 años es,
para comenzar, el único candidato religioso y, paradójicamente, el único
considerado “moderado“ de los seis candidatos que sobrevivieron políticamente a
la masacre de precandidatos (eran mas de 670 y fueron autorizados 8 a
presentarse – 2 se retiraron a último momento) que realizare el Ayatolah Alí
Jameini y sus acólitos agazapados en el “Consejo de Guardianes”. La definición de quienes estaban
capacitados para competir como candidatos en estas recientes elecciones fue una
versión islámica, multitudinaria y renovada del viejo “dedazo” priísta de
México. Aquí, un viejito supuestamente dotado de no se sabe que saberes o
legitimidades infusas, acompañado de otros tantos ancianos sádicos y fanáticos,
entusiastas de seccionar manos de ladronzuelos, azotar o lapidar mujeres, y
demás “purezas éticas“, decidieron por las suyas que, entre más de 670
candidatos, sólo 8 eran “aptos”.
Evidentemente,
la sucesión de Mahmoud Ahmadinejad planteaba algunos problemas. Su proverbial
incompetencia había complicado la política iraní durante aproximadamente unos 8
años. Además de haber sido el implementador del fraude electoral del 2009,
Ahmadinejad evidentemente era una figura de mucho menor envergadura que Rouhani:
desde su sistemática desprolijidad hasta el conservadurismo cerril que lo
caracterizaba, signaron uno de los períodos más negros de la historia del Irán
moderno.
Mientras que
su política exterior aislaba totalmente a Irán (con la excepción del aplauso
del finado Chávez y de algún otro gobierno latinoamericano despistado), el país
se hundía en una descomunal crisis económica que ha llevado a ese gran
productor de hidrocarburos al colmo de las paradojas: tener que establecer un estricto
régimen de racionamiento de gasolinas.
Rouhani, en
cambio, obtuvo (y aparentemente sin fraude ostensible) unos 18 millones de
votos de entrada, en la primera y única vuelta de las elecciones, y, apoyado en
esa alta participación electoral “aplastó” a los candidatos conservadores más
cercanos al ex presidente, Mohammed Qualibaf y Said Jalil.
El triunfo de
Hassan Rouhani, poco tiene que ver con su supuesta “moderación”. Responde en
primer lugar a un voto “anti-Ahmadinejad” masivo. En segundo lugar también es
el efecto de la arrasadora crisis económica que, entre las sanciones
occidentales y la incapacidad del gobierno Ahmadinejad, a desmantelado el nivel
de vida de los iraníes. No debe dejar de mencionarse el hecho de que Rouhani se
manejó de manera infinitamente más inteligente que sus contendientes (y que su
antecesor), lo que no debería sorprender a nadie, con los medios y la prensa en
general, antes y durante la
campaña. El flamante ganador es un
hombre culto, habla media docena de idiomas y ostenta un doctorado en Derecho
en la Universidad de Glasgow. En otros términos, mantiene alguna relación de
comprensión cultural con el mundo contemporáneo, cosa que la mayoría de sus contendientes
carece radicalmente: ensimismados en un fundamentalismo grotesco, aspiran a
transformar a Irán en una potencia simultáneamente medioeval y nuclear. Aunque Corea del Norte se parecería un
poco a eso, lo menos que puede decirse que semejante programa es altamente
improbable de que sea viable.
En el
desierto político causado por el totalitarismo fundamentalista del “lider” Alí
Jameini en Irán, Hassan Rouhani es una suerte de sobreviviente. Por ello es que
los escasísimos políticos todavía existentes de lo que fue, en su momento, una
corriente razonablemente “moderada” y “reformista” dentro del demencial
extremismo del régimen iraní, le otorgaron su apoyo. Mohammed Khatami, Akbar
Rafsanjani y el propio candidato Mohammed Reza Aref (uno de los 2 renunciantes a
ser candidatos que sobrevivieron a la “razzia” de precandidatos instrumentada
por Ali Jameini) se plegaron a la causa de Rouhani y pusieron toda su escasa
influencia en el voto a su favor. Pero hasta aquí va la lista de los llamados
“moderados” que puedan ser considerados como activos. Los verdaderos
reformistas de antes yacen bajo tierra, otros han optado por el exilio, muchos
han optado por bajar los brazos y sólo algún personaje como Khatami (que lleva
años en arresto domiciliario) hace esporádicamente alguna declaración
divergente con el ”establishment”.
Por ello, a
pesar del estruendo y de los desmedidos entusiasmos como los que se expresan en
fragmento mencionado arriba, nada permite augurar un cambio significativo ni en
la política interna ni en la internacional de Irán. Por más que el presidente
recientemente electo haya mencionado en su campaña la existencia de algo tan
exótico en Irán como una “carta de derechos civiles”, de “pluralismo político”,
“apertura internacional del país”, nada hace pensar que dichas declaraciones no
sean otra cosa que una simple retórica electoral para cosechar los innumerables
votos anti-conservadores que quedaron huérfanos desde la brutal represión que
siguió la fraudulenta reelección de Ahjmadinejad.
Cualquier
analista que hoy, a la luz de los elementos que disponemos a la fecha, pretenda
que el nuevo presidente electo en Irán estará dispuesto a negociar sensatamente
el programa nuclear, que se avendré en un futuro inmediato a detener al Bachar
el Assad en su empeño de asesinar al pueblo sirio o que piense que va a iniciar
el desmontaje del demencial aparato de Hizbollah, directamente desconoce
radicalmente la lógica política del totalitarismo teocrático iraní.
Link Original: http://www.ort.edu.uy/facs/boletininternacionales/contenidos/166/editorialjavierbonillasaus166.html
Link Original: http://www.ort.edu.uy/facs/boletininternacionales/contenidos/166/editorialjavierbonillasaus166.html