jueves, 20 de junio de 2013

EE.UU. Y CHINA DISCUTEN DE ESPIONAJE CIBERNÉTICO







 LOS LÍDERES DE LAS POTENCIAS MUNDIALES DISCUTEN ESPIONAJE CIBERNÉTICO

Prof.
Javier Bonilla Saus
Catedrático de Ciencia Política
FACS – ORT Uruguay



Barack Obama y el flamante Presidente de China, Xi Jimping, se reunieron los días 7 y 8 de junio pasados en el ”Rancho Mirage“, en pleno desierto californiano, cerca de Palm Springs, en lo que fue definido como “una visita de cortesía“ del Presidente Xi Jimping al norteamericano.

Éste acaba de asumir la Presidencia del gigantesco país asiático en marzo pasado y organizó una potente gira por el continente americano tomando buen cuidado de no iniciarla por los EE.UU. , para que quedase claro que la China no está dispuesta a respetar “zonas de influencia“ predeterminadas por la historia.

Aunque no hay agenda ni orden del día específicos (en buena medida ambas partes así lo quisieron porque prefieren esperar la cumbre del G20, en San Petesburgo, en el mes de septiembre, para ingresar de lleno al terreno de la “diplomacia formal”), nadie duda que unos de los temas centrales de las conversaciones habrá de ser la cuestión de la piratería sistemática que lleva adelante el gobierno chino con sus “hackers” vía Internet. Esto no es sin embargo óbice para que la reunión tenga además un interés global evidente ya que otros temas serán igualmente tocados. Como declarase un portavoz estadounidense en la reunión: “Se trata de construir un nuevo modelo de relaciones entre grandes poderes. Ambos líderes han entendido que existe el peligro de que un poder emergente y un poder establecido puedan entrar en colisión en algún momento, y que para evitar ese tipo de rivalidad es necesario poner en marcha mecanismos que eviten la inestabilidad”

Obama se encuentra en la peor de las condiciones políticas imaginables para abordar el más importante y delicado punto de la actual agenda bilateral, el del mencionado espionaje cibernético. Un Presidente que está bombardeado, de todas partes, por la intromisión de los servicios de inteligencia norteamericanos en la vida de los ciudadanos mediante escuchas en el espectro electrónico, no es el personaje más creíble para pedir, de parte de la China, que no continúe generalizando su actividad de espionaje por esa misma vía.

Es cierto que, aunque injustificable, el espionaje de los EE. UU. dice apuntar a proteger a sus ciudadanos mientras que el chino es una vulgar política de piratería comercial, tecnológica y militar. Pero ambos casos son igualmente ejemplos (aunque diferentes) de gobiernos que están violando principios básicos del Derecho en aras de intereses políticos estratégicos.

La cuestión es grave aunque seguramente no se transformará en un contencioso realmente explosivo entre ambos gobiernos.

El Presidente Obama lo mencionó directamente en la primera llamada que le hiciese a Xi Jimping para felicitarlo por su elección. Y el gobierno norteamericano, desde entonces, no quitó el dedo del renglón. Escasas semanas más tarde los EE.UU. denunciaron que el gobierno chino habia construído un poderoso aparato de ciberespionaje destinado a robar a la economia civil y militar norteamericana.

Hasta ese momento el mundo no tenía clara la enorme escala de la piratería llevada adelante por la China hasta la fecha. En un informe hecho público hace un mes, los servicios norteamericanos denunciaron que la China habría robado, nada más que en 2011, información decisiva (con planos incluidos)  perteneciente a medio centenar de armas significativas, entre las cuales se incluían datos relativos al futuro caza bombardero F 35 y a dos sistemas antimisiles relevantes en la defensa de Europa.

Pero la historia anterior a 2011 no es menos sorprendente. Entre los años 2007 y 2010, la sociedad “Qinetiq”, que fabrica desde satélites hasta drones para el Pentágono, hubo de ser hackeada de manera sistemática e inmisericorde. Una demostración de esto no tardó muchos meses en llegar: los hackers chinos transmitieron la información y poco demoró la industria china en presentar un robot para eliminar minas que era la “copia calco” del llamado “Dragon Runner” producido por “Qinetiq”. Los casos similares son realmente innumerables, aún si nos limitamos a la industria militar.

La dimensión de la política china de piratería es tan gigantesca que el Defense Science Board  de los EE. UU. declaró que "Los ataques tienden a alinearse con el Plan Quinquenal de Desarrollo del gobierno chino”, concentrándose en los sectores que dicho plan fija como prioritarios para los cinco años por venir. Es una suerte de “planificación socialista” de la piratería cibernética. El robo de las mencionadas 50 armas altamente significativas, denunciado a principios de mayo pasado, responde exactamente a esa lógica.

Recién en marzo de este año, una empresa norteamericana especializada en seguridad informática logró obtener datos aproximados, pero seguros, de la envergadura de la piratería cibernética china. Algunos ataques pudieron ser rastreados hasta el año 2006. El centro de espionaje parece encontrarse en la periferia de Shangai, sobre la avenida Datong del barrio de Pudong de esa ciudad, donde está basada la Unidad No. 61 398 del Ejército Popular, que ha sido irónicamente bautizada "Comment Crew" .

No es evidentemente este el lugar para agobiar al lector con la descomunal cantidad de información que revela la prensa internacional seria sobre las dimensiones de las actividades de espionaje y de hackers chinos. Las instancias oficiales norteamericanas que pretenden enfrentar el asunto están convencidas, ya, que todo intento de construir “barreras defensivas” es inútil. Siempre alguna información será robada dada la sistematicidad de la política aplicada y la calidad del trabajo de la piratería de China.

Por ende, este encuentro entre Xi Jimping y Obama es particularmente importante porque no existe otra solución que intentar llegar a un arreglo político al respecto antes de comenzar a pensar en alguna medida de retorsión. Aunque no se esperan resultados espectaculares de esta reunión, nunca fue ese el objetivo: de lo que aparentemente se trataba era de crear las condiciones para avanzar en una solución política de la cuestión. Para ello cabe esperar un acuerdo que permita reducir las tensiones actuales en torno al problema y que se avance en la dirección de algún tipo de regulación internacional del tipo que se ha construido en materia nuclear.

Luego de la instancia del fin de semana que nos ocupa, se intentará organizar una multitudinaria reunión entre ambas administraciones para acordar medidas concretas contra el ciber-espionaje. La tarea no será seguramente fácil pero no parece haber otro camino para que el asunto no adquiera niveles más peligrosos.
Link Original: http://www.ort.edu.uy/facs/boletininternacionales/contenidos/166/poluno166.html